La teoría de 3+1

30. VICTORYA

21 de octubre

 

VICTORYA

¿Esto es un espejismo?

—Lo siento, cielo, lamento que tengas que pasar por esto —Alice se disculpa luego de separarme del grupo para poder hablar a solas. Por lo pronto, yo no puedo salir de mi entumecimiento.

—No sabía que iba a traer a alguien. No lo imaginé después de haberte invitado a ti, pero no te preocupes, seguramente es solo una amiga. Hablaré con él más tarde —Le da una pequeña mirada a Avril, luego, se acerca a mí para susurrar—: Tú eres mucho más preciosa.

Su halago no me hace sentir mejor, de hecho, lo único que logra hacer es que se forme un hueco en la boca de mi estómago y suba hasta mi garganta. Alzo la barbilla por encima de su hombro, una vez más, la silueta de mi mejor amiga aparece en mi vista. Avril adquiere la conexión entre nuestros ojos y forma la misma expresión de asombro que yo debo llevar plasmada.

Mi mejor amiga está aquí, colgada del brazo de Donnan Preston, del chico que me encanta.

En mis labios se dibuja una sonrisa falsa dirigida a Alice, pero quizás se haya visto más como una mueca porque lo único que quiero hacer es gritar de frustración o de confusión. No lo sé.

Lo que sí sé, es que esta frase pasará a la historia: Yo, Victorya Moon, me siento confundida por no saber qué hacer.

La plenitud que disfrutaba mi mente acaba de hacerse añicos por ese simple gesto que Donnan acaba de hacerle a ella. Uno que me hace tragar con fuerza. La esclavitud en la que se ha sumido mi corazón se fragmenta en diversos escenarios de guerra, listos para el inicio de la batalla.

¿Avril está saliendo con Donnan? ¿Cómo es que no lo vi venir?

¿Por qué él no me dijo nada de que salía con alguien?

¿Por qué ella no me dijo su nombre?

Sin una pizca de elegancia, bebo el contenido de la copa de un solo golpe cuando Alice se aleja de mí. El líquido deja un ligero ardor durante el paso por mi garganta y el calor se eleva hasta mis mejillas. Creo que necesito tomar un poco de aire.

Con mis tacones pisando fuerte sobre el piso de mármol color marfil, me abro paso hasta la terraza, donde se llevará a cabo la cena. Atravieso toda la longitud de la piscina hasta llegar a una pequeña zona de fogata con un par de sillones alrededor, desde donde se obtiene una espléndida vista del vecindario y parte de Los Ángeles. El crepúsculo del atardecer se refleja sobre el cristal de las copas dispuestas en la mesa, listas para servir el Champagne; de igual forma, esta luz cae sobre el firmamento dotando a las casas y colinas con una sutil luz amarilla. Parece el paisaje perfecto para mi feed de Instagram.  

Ni es mis sueños más extraños lo vi venir. ¿Donnan y Avril? ¿El chico que adoro y mi mejor amiga? Creo que hay una falla en la simulación de la que nadie se percató. Porque el hecho de que esté sintiéndome de esta forma hace estragos con mi cordura.

¿Victorya Moon sintiéndose pisoteada por alguien a quien quiere como una hermana?

Es un golpe bajo, muy bajo.

Y no se siente bien, no se siente nada bien.

 

 

AVRIL

—¿Te encuentras bien? —pregunta Donnan, al regresa a mi lado.

—Yo… —balbuceo sin dejar de mirar ese punto de la casa por el que Vic acaba de irse. ¿Debería ir a hablar con ella ahora mismo o esperar hasta que estemos en casa?

 —Estoy bien, solo… —Parpadeo varias veces saliendo de mi entumecimiento—: En seguida regreso.

Dejo a Donnan con la palabra en la boca sin importarme lucir descortés, porque en este instante todo lo que quiero hacer es encontrar a Vic e intentar aclarar esto o voy a volverme loca imaginando mil y un escenarios en mi cabeza, que solo me llevarán a más confusión.

Franqueo por el lugar, zigzagueando entre la gente, sin que me pase desapercibida la mirada de algunos de ellos sobre mí; todo, porque llegué a este lugar de la mano de Donnan, quien al parecer, ya tenía una acompañante aguardando por él.

Mi sentido psíquico no me falló esta vez. Lo sabía, muy dentro de mi sabía que esto no terminaría bien.

Y siento que apenas es el comienzo de un tornado categoría F5.

Voy hacia la terraza, donde la vi desaparecer, con la ansiedad aglomerándose en mi garganta. Busco entre la gente, mirando por encima de sus hombros y, cuando la encuentro, el alivio parece relajarme un poco; no obstante, siento una picazón en mis manos porque no sé qué demonios voy a decirle.

Ojalá Donna estuviera aquí.

El pensamiento inconsciente hace que detenga mi marcha de golpe, pero no aparto la mirada de Vic, quien se encuentra de espaldas. De hecho, ahora puedo imaginarme a otra persona a su alrededor intentando arreglar todo.

Donna.

Donna y Donnan.

Donnan y Victorya.




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