La teoría de 3+1

38. VICTORYA

22 de octubre

 

VICTORYA

Agarro las llaves de mi auto nuevo junto con mi bolso de mano mientras mi sangre comienza a hervir. Decido tomar el camino más rápido y bajo por el ascensor. Presiono mis labios entre sí para arreglar mi brillo labial y salgo marchando cuando las puertas se abren. Una vez en el estacionamiento, hago sonar la bocina de mi Audi negro cuando una camioneta doble camina se interpone en mi salida dramática.

Las ventanas delanteras están abajo por lo que puedo ver el perfil del tipo molesto que no parece saber conducir. Resoplo cuando veo que no se mueve de ahí. Bajo el vidrio de mi lado solo para asomar medio rostro.

—¿Puedes avanzar por favor? —Aunque me siento tentada a insultarlo, no me educaron de esa forma.

Es obvio que lo está haciendo a propósito, no es la primera vez que pasa. La mirada que me dedica comprendo por donde viene.

El hecho de que tenga una autoestima alta y de que comprendo que lo más importante en mi vida se llama amor propio; no por ser vanidosa y ni egocéntrica, sino que en esta vida debemos amarnos a nosotros mismos tanto o igual a como amaríamos a alguien más. El amor propio no siempre se centra en tener un ego elevado, no, más bien, se refiere a conocernos, a saber cómo somos, lo que nos gusta y lo que no, lo que nos hace bien y lo que nos hace mal.

Como, por ejemplo, el hecho que desde hace semanas este tipo ha estado interrumpiéndome a cada tanto. Creo que vive en el edificio del frente, pero siempre está aparcando aquí por alguna razón y siendo sincera, estoy comenzando a sentirme acosada.

Ninguna mujer debería sentirse acosada de ninguna forma.

—Por favor, tengo prisa —Se limita a observarme por un momento antes de poner en marcha su camioneta y dejarme el camino libre.

Al fin.

Conduzco pisando fuerte el pedal con un sinfín de pensamientos volando a mi alrededor.

Estoy segura de que estaba con él.

Alice me llamó hace rato para invitarme a cenar con ella e hizo una ligera alusión sobre Donnan; según ella, le estuvo marcando a su móvil para que se presentara en la cena con nosotras, pero no le respondió ni siquiera los mensajes. Mis neuronas hicieron sinapsis con rapidez, recordándome que Avril no había aparecido en todo el día. Uní los puntos de inmediato, despertando a la fierecilla que habita en mí.  

Otra vez, estaba en lo correcto.

Si antes estaba enojada, ahora estoy furiosa.

¿Cómo me dejé envolver tanto por alguien como para estar celosa de mi mejor amiga?

¿Yo? ¿Victorya Moon? ¿Celosa?

¡Ja! Por favor.

Una vez en el restaurante, avanzo con mis tacones repiqueteando sobre el piso de granito bañado por el sol, mantengo la barbilla elevada y la espalda erguida. Tal como dice mi madre: No importa que tan mal te encuentres, la belleza y elegancia siempre debe ir un paso delante de nosotros.

Mi dulce futura suegra me espera lista en nuestra mesa sobre la terraza del local. Sus ojos se iluminan cuando camino hacia ella con una sonrisa plasmada en mis labios. Por mucho que me afectara el hecho de que Donnan esté con Avril, debo reprimirlo, analizar la situación, y encontrar el camino hacia la victoria o me cambio el nombre.

—Victorya —Nos saludamos con un beso en la mejilla.

La suave brisa hace que el aroma de su dulce perfume llegue hasta mis fosas nasales. Elevo la cabeza y centro mi vista en los pequeños detalles de su expresión solo para descubrir cuan parecidos son ella y su hijo.

Su parentesco es extraordinario y su relación de madre e hijo es envidiable. He conocido a muchos chicos a lo largo de mi vida, de diversas personalidades y, puedo afirmar, que ninguno tiene una relación tan amena con su madre como la tiene Donnan.

Lo he visto en sus ojos y en su comportamiento: Haría y sería cualquier cosa por ella.

Para mi conveniencia, es mi principal aliada.

La frescura del océano nos acompaña mientras tomamos asiento. La terraza nos proporciona una fascinante vista de la playa desierta por la hora en la que todo el mundo está ocupado haciendo sus labores del día. Un camarero nos toma la carta y, al cabo de un rato, un platillo de risotto y otro de salmón bañado en salsa agridulce y acompañado de un exquisito vino blanco, espera sobre la mesa para ser engullido.

—Cariño, te veo un poco decaída ¿Te sucede algo?

Muevo la cabeza, negando.

—¿Es por mi hijo?

—Lo siento, Alice, es que… —Tomo una larga inhalación—: Creo que estoy enamorada de Donnan.

La sorpresa en su rostro es evidente. Y no es para más, si yo misma no creo lo que acabo de decir, pero tal parece que mis sentimientos son contradictorios a lo que quiero aparentar y acaban de obtener vida propia.

—Me lo esperaba, la verdad —admite, dejándome perpleja—. Y no sabes lo feliz que me encuentro de saber eso. Cariño, supe que ustedes terminarían juntos desde que los vi bailando aquel día. Esto merece un brindis —Alza su copa. Por cortesía, yo hago lo propio y el tintineo del cristal solo dura un segundo, pero es lo suficientemente fuerte como para que un revoltijo se acumule en mi estómago.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.