La teoría de 3+1

41. VICTORYA: PARTE I

27 de octubre

 

VICTORYA: Parte I

Estiro mi pierna derecha hacia atrás y luego hacia un lado mientras mantengo la posición recta de mi espalda y contraigo el abdomen. Repito el proceso un par de veces más hasta que siento como los músculos de mi muslo comienzan a hormiguear. Me detengo solo cuando completo la serie con ambas piernas, clavo las rodillas sobre el tapete rosa Gold con mi nombre bordado y tomo un sorbo de mi botella de agua mineral.

Los enormes espejos que cubren toda una pared del gimnasio me tientan a retratar una fotografía y es lo que hago sin pensarlo dos veces. Me dispongo a tomar un par más; sin embargo, el reflejo de una figura detrás de mi acapara mi atención.

—Parece que terminaste ¿Puedo ir ahora? —Enarco una ceja hacia Donnan Preston, quien bebe de su botella de agua como si el mundo se fuera a terminar.

El sonido compacto de las máquinas que son usadas por el resto de personas acompaña al tono de su voz ronco cuando habla.

—No lo sé ¿Debería darte permiso o castigarte por quitarme la escaladora?

—No es mi culpa que seas tan lento, yo llegué primero a ella.

Es un gimnasio grande y muy concurrido, por lo que, la mayoría de las máquinas de ejercicio están ocupadas casi todo el tiempo.

—Luego de empujarme a un lado, claro. Eso es hacer trampa y a los tramposos se les castiga.

Sonrió y me pongo de pie para luego, darme media vuelta hasta estar frente a frente.

—Entonces, según tú ¿Me merezco un castigo? —Doy un paso hacia él. Chasqueo los labios—: Pues, déjame decirte, que las princesas jamás son castigadas —susurro cuando estoy lo suficientemente cerca de él.

—¿Quién dijo que no? Si se comportan de mala manera, necesitan ser castigadas.

Vuelvo a sonreír.

—Lástima que yo no sea como las demás —Me acerco para depositar un beso sobre su mejilla, presiono mis labios sobre su piel durante un poco más de tiempo antes de alejarme hacia la parte opuesta del lugar antes de que pueda decir algo; no obstante, de reojo veo como me sigue y no alcanzo a evadir la sonrisa que se plasma en mi rostro. Trato de disimularla presionándolos entre sí mientras me recuesto mi espalda sobre la camilla y elevo mis piernas hacia la plataforma.

Observo como se sienta sobre una banqueta a un par de metros de mí. Comienzo a elevar las pesas impulsando mis piernas hacia arriba, continúo así durante un par repeticiones más sin perder el ritmo que mi cuerpo ya conoce a la perfección.

—Victorya —Creí que nada podría hacerme perder la concentración, pero solo basta que escuche mi nombre provenir de su boca para que detenga el trabajo. Giro la cabeza hasta poder verlo y juro por Dios que casi comienzo a babear, por más desagradable que suene.

—Quería disculparme por el comportamiento de mi madre el otro día…

Sacudo la cabeza, interrumpiéndolo.

—Donnan, no te preocupes. Es tu madre y las madres siempre buscan lo mejor para sus hijos.

—Lamento si te hizo sentir incomoda en algún momento, sé que a veces puede ser intensa —insiste.

—Oh no, para nada, no lo hizo. De hecho, adoro a tu madre.

Porque es mi futura suegra.

—Y estaré encantada de viajar con ustedes a Nueva York —continúo.

—Es genial —Inclina su cuerpo hacia atrás y apoya las manos sobre la superficie a sus espaldas. La camiseta blanca se le pega al cuerpo gracias a la transpiración y madre mía—: Una amiga también me acompañará, creo que va a caerte bien.

Algo se revuelve dentro de mí y paso saliva.

—¿Avril? —el nombre de mi mejor amiga sale de forma amarga de mis labios.

—No, ustedes ya se conocen. Es otra, ya la conocerás.

¿Otra? ¿Otra que va a viajar con ellos? ¿Con él?

Siento los celos hervir en mis venas.

Si es así, eso quiere decir que su relación con Avril no es tan intensa como parece. Tal parece que Donnan está rodeado de flores, pero la rosa siempre va superar a las demás; ella es la reina, la más hermosa y la que todo el mundo quiere. No he hablado con Avril desde el día de nuestra discusión. Apenas y nos hemos visto, por lo general, salgo del departamento antes de que ella despierte. Donna no parece haberse dado cuando de lo que ocurre entre nosotras y en cuanto lo haga, sé qué hará todo lo posible por arreglar este lio.

Pero escúchame muy bien universo, nada ni nadie va a quitarme a Donnan.

Donnan Preston será mío, aunque tenga que luchar contra viento y marea.

¿Y tú amistad Victorya? ¿Vas a lanzarla por la borda?

No, Avril va a darse cuenta de que Donnan y ella no concuerdan en nada; la conozco muy bien como para adueñarme de sus dotes psíquicos y predecir que todo volverá a la normalidad entre nuestra relación y será como si nada hubiera pasado.

—Victorya… —La voz de Donnan me saca de mis pensamientos. Volteo a verlo.




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