La teoría de 3+1

43. DONNA

29 de octubre

 

DONNA

A pesar de que lo vi hace tan solo un día, salir con Donnan Preston siempre implica tres cosas: Uno, cae un ataque de mariposas sobre tu estómago; dos, te agobias porque no sabes que ropa usar y; tres, caes en cuenta de que vas a salir con Donnan Preston y todo el proceso se repite. 

—Victorya, ¿Qué me pongo?

—Halloween es en dos días, disfrázate.

—Estás muy chistosa hoy. Vamos, dime.

—El pantalón rosa claro.  

—Creo que no está limpio.

—Donna Magdalena tiene una prenda sin lavar, eso es un nuevo record —Su voz a través del auricular refleja diversión.

—No sé dónde cargo la cabeza últimamente —me sincero.

—En los abdominales de ese chico que te trae loca, ¿Cuándo pretendes decirme su nombre? —El bullicio en el lugar donde sea que se encuentre apenas me permite escuchar lo último.

—Te lo diré pronto, pero tú no hables mucho, señorita amigosecretoyencantador. Por cierto, ¿Dónde estás que hay tanto alboroto?

—En clases y bueno, sobre eso… —El ruido se intensifica un poco más—: Sobre eso tendremos que hablar luego porque el profesor acaba de hacer una pregunta. Usa el vestido de rayas delgadas y combínalo con las botas negras.

—Te amo, eres un sol. Gracias.

Cuelgo la llamada y me dispongo a buscar las prendas. Me arreglo lo más rápido que mi agilidad me permite y salgo del departamento, no sin antes notar que Avril no tampoco está.

Últimamente no suele pasar mucho tiempo aquí, dice que ahora está trabajando más horas y más días porque tuvieron un cambio en la biblioteca, pero, además de eso, la he notado muy extraña cuando está a nuestro alrededor. Ya no se sienta con nosotras a ver películas, tampoco cocina muy seguido y nos toca pedir comida por Delivery o salir a alguna parte.

Victorya no se queda atrás, va y viene de un lado para el otro sin apenas descanso.

Quiero confiar que todo se debe al estrés de la época, trabajo, exámenes, videos que grabar y todas esas cosas que suelen hacer.

Quiero creer que es por eso, pero… no lo sé, la llave no parece amoldarse del todo a la cerradura.

Intento no darle más vueltas al asunto. Tomo una profunda inhalación y camino hacia la salida del edificio con la esperanza de calmar mi ansiedad antes de ver a Donnan.

 

 

—Cariño, por favor —Donnan se echa a reír sin poder completar la última palabra y yo vuelvo a darle un vistazo al local de comida de dudosa procedencia al borde de la bahía.

—Ni lo pienses, Donnan Preston —Lo apunto con un dedo—: No vas a hacerme entrar a uno de esos, no otra vez.

—Admite que no estuvo tan mal.

Me cruzo de brazos.

El eleva las manos en señal de rendición.

—Ya, está bien —Intenta recuperar la compostura, pero una ligera risa se le escapa—: Supongo que toca buscar un lugar estéticamente perfecto que se amolde a las necesidades de la señorita.

El comentario me habría molestado si proviniera de otra persona, pero viendo de Donnan lo único que hace que es debe reprimir el impulso de la risa. Donnan y mis amigas son las únicas personas en todo el mundo que logran sacar lo mejor de mí. En especial Donnan, logra hacer viajar a la luz ese lado de mí que mantuve cohibido durante mucho tiempo, ese del que me quería deshacer, pero por más que lo intentara no lo lograba, y a su lado, todo parece mejor, todo parece correcto. No tengo que esconder mis manías, no tengo que culparme por no poder ser como los demás.

Él no lo sabe, pero Donnan Preston llegó a mi vida para convertirse en ese escape, en ese héroe que no quiera admitir que necesitaba.

Cuando nos vimos hace dos días le comenté de forma breve lo que sucedió con mi madre, opté por omitir la parte irracional en la que fui a buscar a Richard al bar solo para no recordar lo que pasó después.

—De verdad, Donna, me impresiona tu valentía —dice en cuanto tomamos asiento sobre una banca.

Sacudo la cabeza.

—Solo me preocupo por mi familia, mi hermana no se lo merece.

Me sobresalto un poco al sentir su mano sobre la mía, la cual descansa en mi rodilla izquierda. Presiona sus dedos entre los míos y juega un poco con el delgado brazalete en mi muñeca con su pulgar. El contacto quema mi piel y hace que mi corazón se acelere. 

—Quisiera haber intervenido de esa forma por mi hermana —murmura—: Mis padres discutían mucho con ella por ser tan diferente a lo que esperaban de una hija.

—¿Diferente cómo? ¿Por el TOC? —pregunto, curiosa.

Niega.

—Era muy rebelde, se la pasaba de fiesta en fiesta. También era muy contestona y odiaba usar vestidos —Ríe un poco—: Suena un poco estúpido, pero a mi madre eso le producía un ataque de nervios —el tono de su voz se va a apagando de a poco—: No sabes lo que daría por volver a escuchar su escándalo, el estéreo encendido a todo volumen con esas canciones de Heavy Metal que tanto amaba y escuchar su risa…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.