La teoría de 3+1

50. DONNA

5 de noviembre

DONNA

Cuando era niña, mi mamá una vez me dijo que no dejara que nadie nunca me rompiera el corazón. Después de esa situación fuera de control que viví, me prometí a mí misma que nunca dejaría que una persona del sexo opuesto volviera a lastimarme.

Avril, Victorya y yo prometimos que jamás nada nos separaría. Y mírennos aquí, involucradas en un triángulo amoroso que se encuentra al borde del colapso; así como el poco equilibrio mental que me quedaba.

Tuve muchas complejidades luego de aquello, demasiadas como para poder contarlas todas. Tantos años de terapias, tantos medicamentos costosos que debía tomar a diario, todo para que mi mente haya hecho corto circuito en el instante que las vi a ellas, con él.

Victorya y Donnan.

Avril y Donnan.

Debo alargar mi mano hasta la única superficie que consigo cerca de mí; la baranda de la terraza. Flexiono mis dedos alrededor de las vigas blancas de madera posicionadas de forma vertical, aprieto tan fuerte que mis nudillos se tornan blancos y el filo de la madera se clava en mi palma.

Avril lo sabía.

Las palabras de Victorya se reproducen una y otra vez, como un disco rayado. Pero no uno de los nuevos, sino uno de vinilo, muy antigüo, de esos a los que ya no se les puede ver la imagen de la caratula y que ninguna canción se escucha bien; a pesar de eso, lo sigues reproduciendo porque el sonido de la melodía es tan adictivo que no te importa la irritación momentánea que produce ese segundo en el que comienza a fallar.

Miro a Avril y a Donnan con la boca abierta, sin importarme si estoy delatándome frente a él. Nunca había decidido entregarle mi corazón a alguien y a la primera persona que lo hago, resulta que no está del todo disponible.  

Se llama Donnan.

Creo que me gusta mucho más de lo que creía.

Es mi regalo para Donnan…

Ella lo sabía, yo sí le comenté su nombre en más de una ocasión, aun así, no me lo dijo. Me ayudó a envolver su regalo, me escuchó hablar una infinidad de veces en las últimas semanas sobre lo que Donnan comenzaba a significar para mí.

Y no me dijo nada.

Absolutamente nada.

Mi ceño se arruga con cólera y presiono más mi mano sobre la viga. Victorya continúa parloteando a mi lado mientras que Avril da un paso vacilante hacia el frente. Alza las manos frente a su cuerpo, con las palmas abiertas hacia nosotras queriendo demostrar inocencia.

—Donna, no es… Las cosas no pasaron como crees… —Sé que puede ver la confusión y el aturdimiento en mis ojos. Elevo la mirada por encima de su cabeza para ver a Donnan parado en el mismo sitio como estatua, no parece saber muy bien que hacer.

Exhalo en un profundo suspiro todo el aire que tenía comprimido.

—Sé muy bien como pasaron —Suelto la barandilla de golpe. Piso fuerte sobre la arena, sin importarme ni fijarme qué clase de cosas puede haber justo en ese lugar—: ¡Maldita sea Avril! ¡Tú lo sabias! ¡Lo supiste todo este tiempo! 

—¡Vic también lo sabía!

—¡No sabía que ella también iba incluida en el asunto! —pronuncia Vic, acercándose a nosotras.

—¡Intenté decírselo! Pero no me hizo caso —Hace un gesto con los brazos, exasperante—: ¡Lo único que hizo fue parlotear sobre un montón de insultos hacia mí!

—Oh ¿Ahora yo te insulté? —Vic se ríe de forma sarcástica.

—No te hagas la tonta, sabes muy bien lo que dijiste.

—Lo único que dije fue la verdad, si te lo tomaste por otro lado, allá tú —Sacude los hombros, cruzándose de brazos.

Avril resopla, también cruzándose de brazos. Un poco más allá, Donnan da un paso al frente. Aparto la mirada de él, enfocándola de nuevo en mi amiga…

—Yo te lo dije —apunto—: Te dije lo mucho que me gustaba —bajo la voz—: Te dije su nombre el otro día, te comenté sobre lo emocionada que estaba de estar sintiendo esto por primera vez —Cierro los ojos por un segundo—: ¿Y tú vas y estás con él sin siquiera decirme algo? ¿Qué demonios pasa contigo?

—¿Qué demonios pasa conmigo? ¿Qué demonios pasa con ustedes? ¡No soy la mala del cuento! ¡No es mi culpa!

—Lo es por no decirnos nada —replica Victorya.

—Joder —murmura Avril, apartando la mirada.

—Chicas, yo creo que… —De forma automática, las tres volteamos la cabeza de golpe hacia hechicero responsable de todo este atraco.

—¡Tú no te metas! —Coreamos al unísono, como nuestra amistad de tantos años no ha permitido coordinarnos inconscientemente.

Donnan detiene su andar de golpe, intercalando la mirada entre cada una. La sorpresa en su rostro es evidente y a pesar de que se nota que desea intervenir, se obliga a sí mismo a retroceder. Alguien más llega de pronto, tan escandaloso como Seth puede ser; apoya un codo sobre el hombro de Donnan, deduzco que está a punto de soltar un comentario burlón, pero al sentir la tensión entre nosotros, guarda silencio de golpe. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.