La teoría de 3+1

51. VICTORYA

5 de noviembre

10:55 pm

VICTORYA

Han pasado al menos dos horas desde que la bomba explotó y dudo mucho que sus estragos se esfumen tan fácil. No; de hecho, ahora que me encuentro un poco más calmada soy más consciente de la flecha en el arco que apunta directo a nuestra amistad.

Sigo enojada ¡Por los cielos! ¡Claro que estoy enojada! Avril nos ocultó la verdad, ella sabía que las tres habíamos caído por Donnan, por ese perfecto rostro de Dios que parece traer más consecuencias de las que su cara demuestra. ¿Avril, Donna y yo enamoradas del mismo chico? Parece una novela dramática escrita para una compañía de televisión.

Ahora, mi corazón estrujado se siente divido.

No lo vi venir, estoy consciente de que ninguna lo hizo y todo gracias a ese absurdo pacto de adolescente sobre no mencionar el nombre del chico, antes, sonaba divertido, ahora, es estúpido.

Es insensato querer hablar con ellas ahora mismo, Donna debe estar lo suficientemente aturdida como para no querer ver a nadie y no quiero hablar con Avril por los momentos, porque mi enojo con ella no se ha disipado.

¿Cómo llegamos a esto?

Unos pasos detrás de mí me hacen levantar la cabeza y acomodar mi vestido. Sigo en la fiesta, no sé por qué no me he ido, quizás porque mi lado competitivo se niega a hacerlo hasta no hablar con Donnan porque no quiero que termine con una mala imagen de mí. Los dos chicos pasan caminando, pero uno de ellos se detiene cuando me ve; su vista recorre desde el dobladillo de mi vestido hasta el escote en mis pechos. No estoy de humos para jueguecitos de niños mimados, por lo que, alzo la barbilla y me encamino hacia el inicio del corredor en la planta baja de la casa. Siento su mirada acompañarme hasta que desaparezco de su campo de visión.

Idiotas.

Creen que las mujeres vamos a caer ante esa mala forma de ligar tan reciproca; nos culpan a nosotras de mostrar mucho, de movernos y hablar de cierta forma. Y no es así, lo hacemos para nosotras mismas, para sentirnos bien sobre nuestra propia piel, no para incitar a un chico para que te lance piropos en plena calle como si fueras una cualquiera.

Cruzo la esquina que me lleva hacia el área común, donde la fiesta continúa resplandeciendo. La música electrónica provoca que las paredes retumben y el piso vibre; el DJ dice algunas palabras con respecto a Donnan y es todo lo que necesito para ir hacia allí.

Lo consigo a un lado de la piscina, junto a Seth. Quien levanta las cejas al verme llegar, solo he intercambiado un par de palabras con él durante la cena del otro día, es un buen chico, pero con la mirada que acaba de darme no parece muy contento de verme. Parece que están cantando el feliz cumpleaños.

Me acerco a la multitud. Apenas tengo una ligera visibilidad de como sopla las velas del pastel, Seth intenta empujarlo para clavar su rostro en la crema entre risas y vitoreos.

Cuando todos terminan de felicitarlo, me acerco para hacer lo mismo y, de paso, para disculparme por la escenita de hace rato.

Sé que Donna y Avril se han ido, pero yo no quiero hacerlo.

No aún.

—Donnan —susurro cuando llego a su lado. Este se voltea sorprendido. Seth le da un par de palmadas en el hombro antes de perderse de vista.

—Feliz cumpleaños.

Sonríe de lado, como solo él puede hacerlo luego de todo lo que pasó.

—Gracias Vic.

—Escucha, yo quería… —Las palabras se ahogan en mi garganta cuando alguien me interrumpe.

—¡Feliz cumpleaños, Cielo!

El grito chillón, el empujón y el hecho de que me interrumpiera podrían haber sido razones suficientes para que, sea quien sea, estuviera en mi lista negra, pero no. La razón más destaca fue que, acto seguido, la rubiecita mal vestida se lanzara a sus brazos y le plantara un beso en los labios.

¿Y ésta quién es?

Donnan la despega de si, tomándola los hombros.

—Gracias Allison, pero sabes que…

—¿Y tú quién eres? —La chica de la voz chillona se dirige a mí.

—Oh, disculpa. Soy Victorya Moon y yo estaba hablando con él.

—Lo lamento, no te vi.

Finjo una sonrisa de labios cerrados.

Como si eso fuera posible.

—Yo creo que, si lo hiciste. Ahora si me permites… —Apoyo una mano sobre el brazo de Donnan para poder hablarle; sin embargo, la tal Allison me agarra la muñeca, quitándomela.

—Pero ¿Qué pasa contigo?  —espeto hacia ella.

—No lo toques, él es mío.

—Disculpa, cielo, pero no puedes decidir por otra persona.

—¡Eres una zorra! ¡Donnan es mío! —chilla, logrando que varias personas volteen a vernos.

—Addison ¿Qué dices? No soy tuyo.

—Pero, cielo… —Intenta hacerse la víctima, pero le sale del fiasco.




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