La teoría de 3+1

52. AVRIL

5 de noviembre

11:29 pm

AVRIL

Un golpe contra la parte interna de la puerta de mi habitación y un tirón de cabello por parte de mis manos después, dejo salir todo el aire que llevo acumulado desde hace bastante rato. Luego de que la bomba atómica explotara, fui en busca de Donna, en un intento en vano por explicarle las cosas y mis razones para no haberle dicho el lio amoroso en el que nos habíamos metido.

Voy por el móvil para marcar a su número y, una vez más, salta la operadora. No está en el departamento, vine directo hacia acá por si ella aparecía. Sé que debería dejarla sola y dejar de insistir en hablar con ella en estos momentos, pero el remordimiento en mi pecho apenas me deja respirar con normalidad.

Ahora que lo recuerdo, ni siquiera me despedí de Donnan.  

Llevo una mano a mi frente para masajear la zona de mi entrecejo. A pesar de que no es mi culpa, me siento una traidora. No puedo dejar de pensar que, podría haber evitado todo esto si hubiera tenido las agallas para decirle a mis mejores amigas la verdad. Quizás, ahora mismo, todo sería risas.

Vic no va a querer ni verme, Donna probablemente ni siquiera me escuche.

¿Por qué dejé que esto pasara? ¿Cómo llegamos a este punto? 

No quiero mentirme a mí misma, sus palabras me dolieron. Se incrustaron en lo más profundo de mí; la mirada llena de furia de Vic y la decepción en los ojos de Donna me hicieron sentir como la peor persona del mundo. 

Tal vez, hay que esperar que la marea baje.

Tomo una gran bocanada de aire al escuchar las palabras de mi madre susurrando en mi cabeza.

¿Debería disculparme con Donnan?

En definitiva, sí.

Abro la conversación en la esta tarde estaba bromeando con él y, por alguna razón, ver que no tengo ni un mensaje suyo hace que me sienta aun peor. Bloqueo el móvil y me dejo caer sobre el borde de mi cama.

¿Estás bien?

Mi inconsciente formula la pregunta como si tratara de torturarme un poco más.

Lo afirmé en ese momento y lo afirmo ahora: No, no estoy bien.

No estoy bien porque traicioné a mis amigas, no estoy bien porque dos de las personas más importantes en mi vida ni siquiera quieren verme. No estoy bien porque a pesar de que conozco las consecuencias, no puedo dejar a Donnan de lado. No quiero dejarlo ir, no quiero perderlo.

Debe de haber una solución, esto no puede quedar así.

O es que… ¿Este es el destino de nuestra hermandad?

El efecto Donnan Preston son golpeo tan fuerte, que terminó derrumbando los pilares entre nosotras.

Pero no es su culpa.

Es mía.

 

 6 de noviembre

10:30 am

—¿Quieres contarme?

Resoplo. Empujo con mis dedos el lomo del último libro que coloco sobre el estante, me volteo cruzando los brazos y alzo la mirada para ver mi compañera de trabajo. Se supone que no trabajamos los domingos, pero no quería quedarme en el departamento con toda esa tensión pululando en el aire. Es por eso que, decidí venir a la biblioteca a matar el tiempo. Mi compañera, Cristina, me vio llegar y se acercó al lugar para hablar conmigo.

Comienzo a parlotear casi sin respirar, y, para cuando me doy cuenta, me veo a mi misma sentada encima de uno de los escritorios y las piernas cruzadas mientras Cristina me escucha atentamente.

—¿Qué es eso de no decir el nombre del chico que te gusta? Suena absurdo.

—Teníamos como trece años y nos creíamos agente del FBI investigando al chico que le gustaba a la otra… —Hago un mohín—: y sí, es absurdo. Por Dios ¡Es estúpido!

Sacudo la cabeza.

Que estúpidas fuimos.

Fue como si, de alguna forma, el universo nos dijo que las tres caeríamos por el mismo chico.

—Que lio —Cristina se recuesta contra uno de los pilares que conforman la sala de lectura—: ¿Qué vas a hacer?

—No lo sé —respondo, pero luego me arrepiento—: No, de hecho, pretendía que habláramos de forma civilizada, como si eso pudiera solucionar las cosas siempre ¿Cómo le dices a tus mejores amigas… algo como, vamos a compartirlo? ¡Lancemos una moneda y la que gane se lo queda? Ahora pienso que no es algo que pueda solucionarse hablando.

—Tienes razón, no se puede.

Hago un gesto con el brazo que indica: Gracias, pero no gracias.

—Sin embargo, eso no quiere decir que sea el fin de todo. Las amistades son así, van y vienen con el paso de los años. A veces llega alguien que crees que se convertirá en tu mejor amigo y luego, termina alejándose de ti, quizás por razones que ni siquiera son personales. Solo, así es la vida.

Cristina tiene razón, pero… ¿Cómo ignoras ese sentimiento de vacío que crece en tu pecho cuando alguien a quien quieres con tu vida no está cerca? Perder a un hermano no es fácil, perder a un amigo tampoco lo es. Porque pasas la mayor parte de tu vida alrededor de ellos, alrededor de ellas y, de pronto, todo se acaba como si todo lo que vivieron no hubiera significado nada.




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