La teoría de 3+1

54. DONNA

7 de noviembre

9:23 pm

DONNA

El abismo es grande y el laberinto no tiene salida; no obstante, estoy cansada de ser yo quien salga lastimada, estoy cansada de tener que quedarme callada por miedo a lo que los demás digan de mí. Estoy agotada de tener que vivir la vida a través de unos ojos ajenos porque ella misma se ha encargado de hacerme creer que no puedo hacerlo por mí misma.

Me dolió, como el jodido infierno, me dolió verlo con ellas.

Creí que, por un estúpido momento pensé que él y yo estábamos en la misma sintonía, pero que equivocada estaba. No éramos solo dos, eran cuatro jugadores es este absurdo juego llamado amor.

¿Por qué? ¿Por qué tuve que enamorarme de él en tan poco tiempo? ¿Por qué tenía que tratarme de esa manera tan peculiar que es imposible de resistir?

¿Por qué tenía que ser el mismo chico que hizo a mis amigas pelear entre sí?

La vida es una locura; un segundo crees que tienes a las personas más increíbles a tu lado y, al siguiente, solo hace falta que llegue alguien más a arruinarlo todo. ¿Puede la amistad superar barreras como esas? Como el hecho de tener que compartir el novio de otra para no lastimar a nadie ¡Pero que descabellado suena! Sé que existe el poliamor, pero ¡Por Dios! Ni en un millón de años podríamos hacer tal cosa.

La otra opción, es dejarlo ir.

Dejarlo ir para complacer a los demás, aun cuando eso signifique romperte el corazón a ti misma porque, Donnan, en estas pocas semanas se a incrustado tan profundo en mi piel, que parece imposible deshacerse de él.

¿Cómo olvidas a alguien que se comporta como un príncipe azul y te hace sentir la reina del castillo?

Aunque, no sea del todo perfecto. Nadie es perfecto, ni siquiera aquellas personas que parecer esculpidas por manos artísticas.

Ver esas fotografías y saber que ambas estuvieron con él, me destrozó.

Sin embargo, me niego a derramar una lágrima. Me niego a seguir siendo la indefensa y sensible Donna que lo único que hace es limpiar mientras es atormentada por su mente inestable.

Es por ello que, doy un paso al frente con torpeza, porque no puedo pretender ocultar el nerviosismo que se acumula en mis venas. No, no quiero ocultarlo, así soy y es algo que no puedo cambiar.

Elevo una mano con el puño cerrado y rasco un poco mi barbilla con la otra, antes de tocar el timbre con mi dedo índice.

Diez segundos después, la puerta es abierta por nada más y nada menos que Donnan Preston. Lleva puesta esa gorra azul que lo caracteriza y el Sweater gris arremangado hasta los codos.

—Donna —el tono llameante de su voz me indica que está sorprendido de verme aquí, no lo culpo, yo estoy igual o peor. Sus cejas se disparan hacia arriba. Intenta decir algo, pero lo interrumpo ante de que me acobarde.

—Durante mucho tiempo en la mayor parte de mi niñez, pensé que no podría querer a un chico de esta manera en mi vida —comienzo a decir, de forma atropellada—: Me hicieron tal daño que sentía que dejé de valer para los demás, y no te digo estoy para que me tengas lastima, te lo digo como referencia para que lo voy a decir ahora —Tomo aire y exhalo—: Creí que jamás podría querer a alguien como para sentir que todo tu mundo flota a su alrededor cuando lo miras a los ojos, pero, Donnan, estaba equivocada. Y lo supe desde el instante en el que te conocí.

» Y caí… caí como idiota por ti, caí por esa forma de hablar, por esa forma de tratar a los demás, por esos detalles que me hacían sentir especial. Por cada maldito mensaje, por cada conversación, por tu risa y por tu voz. Por ti, Donna, me enamoré de ti sin siquiera notarlo. Me aferré a ti como dije que jamás haría con alguien, creí que serias mi salvación, pero terminaste siendo mi perdición, porque, ahora ni siquiera puedo hablar con las dos chicas a las que consideraba mis hermanas, porque ¿Adivina qué? También cayeron por ti, y ninguna se dio cuenta.

Vuelvo a respirar.

—Es el efecto Donnan Preston ¿No?

Sus ojos se pasean por mi rostro, escudriñándolo como si lo viera por primera vez. Su respiración pesada se marca en las elevaciones de su pecho y los músculos de su cuello se tensan.

—Donna, yo nunca quise lastimarme, a ninguna. No sé cómo demonios pasó, pero… —jadea y junta sus labios de nuevo.

Muevo la cabeza y sonrío de lado.

—Hasta luego, Donnan Preston.

Antes de que pueda decir algo, doy media vuelta y atravieso el pasillo. Una vez en el elevador, permito que un par de lágrimas salgan de mis ojos porque sé que acabo de perderlo, nunca lo tuve del todo, y saber eso duele más aún.

Pero, lo más doloroso de todo, es no poder correr e ir a refugiarme en el cariño de Avril y Victorya.

Y eso, eso es lo peor.

 

10:18 pm

Una persona con TOC y deprimida implica tres cosas: la primera, querer dejar caer tu cuerpo en cualquier superficie que se te atraviese porque lo sientes pesado; la segunda, querer limpiar la superficie antes por si acaso y; la tercera, no poder hacerlo porque estas lo suficientemente deprimida como para no querer moverte de donde estas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.