La teoría de Elizabeth

u n o

Pensé en iniciar mi historia con una breve explicación sobre el clima pero ¿a quién rayos le importa cómo está el clima cuando se inicia una historia? Bueno al menos yo trato de cambiar de canal cuando inician las noticias...como sea.

También se me había ocurrido un chiste estupendo, pero vamos esta no es una comedia romántica (Al menos no una que mirarías un viernes por la noche), así que decidí iniciar por la segunda semana de mi penúltimo año de universidad. Ya que en la primera semana solo nos presentamos y (una cosa totalmente inútil en estas circunstancias donde ya todos nos conocemos) no pasó nada interesante.

Ni siquiera mencionare las vacaciones, ese verano que utilice como rehabilitación y no como vacaciones principalmente. Mi tan adorado (ya no tan adorado) amor platónico decidió romper mi corazón ese verano, ese verano donde prefirió ser novio de turno de la chica más interesada de Bird. Un verano difícil para una chica que no se encontraba en su ciudad y sin su mejor amiga, sin mencionar que los botes de helado suben de precio cuando es verano. Como sea.

Samuel Wood, un chico que me hacía recordar al verano con su cabello rubio y su piel bronceada besada por el sol.

Su sola presencia podía ocasionar cambios impresionantes en mi sistema, me gustaba tanto que me había vuelto una ciega por él.

Después de un maratón de películas y dos kilos más en mi trasero, me di cuenta de que lo que sentía por él no era enamoramiento, más bien era ese sentimiento de querer lo que no puedes tener. Aunque no por eso significa que dolió menos

¿Cómo no sentirse atraída por un chico rubio, alto, con un cuerpo que te hacía pensar en un sinfín de fantasías y con una boca de la cual solo salían palabras que una chica quiere escuchar?

Exacto, imposible.

Después de una relación (si así se le puede llamar) de un año donde ambos no sabíamos hacia donde nos dirigíamos y solo pasábamos el rato, él decidió entregarle su corazón a otra chica. No voy a decir que conmigo posiblemente hubiera estado en mejores manos su corazón porque sería mentira. Mira que no por nada mi teléfono tiene la pantalla dañada.

Chica con complejo de abeja reina, religiosa cuando lo amerita y con una belleza rara que por alguna extraña razón la hace ser una de las chicas más bellas de Bird.

En otras palabras; rubia, mojigata y egocéntrica. Esa era Valerie Barker.

Ella no era popular por ser sociable o por ser la más mala. Su popularidad se debía a la población masculina que le dedicaban más tiempo a ver su trasero que ponerle atención a sus clases. Ella lo sabía y lo usaba muy bien a su favor. Como lo dije; Mojigata.

Para ser honestos su trasero no era del otro mundo, el hecho de ser sumamente delgada le hacía resaltar el poco trasero que tenía.

Seguro estás pensando que solo lo digo porque soy una resentida pero no es así...o tal vez sí.

— ¡Lo siento! —Le grito al chico que golpeo con mi bolso, en un intento de hacer una escena de Matrix. A lo lejos logro escuchar como grita un "Jodida loca."

A pesar de las múltiples llamadas de atención por parte de mi mejor amiga para que me fuera adormir (las cuales fueron ignoradas) Preferí seguir mirando una serie. No me culpen a veces no solo se necesita mirar un capítulo más, sino la serie completa.

Uff estúpida ansiedad.

Alexer, mi mejor amiga, estaba de viaje con sus compañeras de carrera, un viaje de verano el cual estaba durando una semana más. Ella es la que evita que siga mirando la televisión a altas horas de la noche (Más que preocuparse por mí se preocupa por el recibo de luz, eso y el hecho de que no la dejo dormir cuando me emociono) y ahora que no se encontraba aprovechaba para mirar televisión hasta la hora donde yo quisiera. Ni sus constantes llamadas pudieron evitar que acabara mi serie en una noche.

¡En tu cara, Alex!

Ah pero mírenme ahora, llegando demasiado tarde para mi clase de filosofía (treinta minutos para ser más exactos), una terrible idea si la profesora Grace daba la clase.

Para la mayoría de los estudiantes de Bird (Y del mundo) la materia más complicada era matemáticas, pero para mí era filosofía. Una materia que estaría dispuesta a pagar si se pudiera y si contara con el dinero. La materia en si no es difícil, lo difícil es la profesora que la ejerce.

Tampoco voy a culpar del todo a la señora Grace. No es su culpa tener una alumna despistada e imprudente.

La señora Grace era una mujer de cuarenta años, canosa y con múltiples conjuntos costosos. Para la edad que tenía era una mujer que había cuidado mucho su apariencia, ella podría ser un claro ejemplo de las mujeres Londinenses.

Un salón más y...

¡Listo!

Entro sigilosamente, sin que la profesora (la cual se encuentra escribiendo en el pizarrón) se dé cuenta. Gracias al cielo estos salones no tienen puertas porque no imagino cuanto ruido pude haber hecho.

Soy ese tipo de chica que parece huracán cuando pasa, literalmente soy demasiado torpe para algunas cosas.

—Tarde señorita Clark, como siempre. — Deja el pedazo de tiza en su mesa para darme una mala mirada.

Nunca durante mis largos 20 años entendí el fetiche de los profesores en decir el apellido del alumno para lograr intimidarlo. No me causa ni el más mínimo temor el que digan mi apellido de hecho, me siento importante.

—Es que...el director me llamo.

Esa excusa es la que más suelo utilizar, siempre funciona. Una de las ventajas de ser presidenta del consejo estudiantil era que siempre podía usar de excusa que el director me llamaba para algún asunto importante de la universidad.

¿Adivinen quien faltaba a las clases de deportes?

— ¿Se está burlando de mí?

— ¿Yo? —Resoplo. — ¿Qué le hace pensar eso?

—Por favor señorita Clark, salga del salón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.