La teoría de la felicidad

Capítulo 2

 

Aunque ya me lo había dicho, Jenn volvió a explicarme el motivo de la fiesta.

La organizaban unos chicos de una fraternidad. Al parecer, era una tradición, porque la habían hecho el año pasado, y Sawyer me dijo que en su primer año también. Era un año mayor que Jenn y de mi edad. Era un chico alto, de pelo castaño, con la nariz afilada y las cejas pobladas.

Era guapo, la verdad.

Sin embargo, empezaba a entender lo que me había dicho Jess. Me había pasado todo el camino escuchando sus besuqueos y susurros seguidos de risitas. En serio, cada que aparecía un maldito semáforo en rojo ellos comenzaban a intercambiar saliva.

Por suerte la fraternidad no estaba muy lejos de la residencia y llegamos rápido. Me bajé del coche de Sawyer y vi la casa, era enorme, pero no era como lo pintaban en las películas. Al menos esta fiesta no. Se veían las luces por las ventanas y había unos chicos hablando afuera, pero no era nada muy descontrolado.

Me gustó.

Vi que un grupo de chicos se nos acercaba justo cuando mi celular empezó a sonar. Puse una mueca cuando vi que era Asher. Sí, antes me había sentido mal porque no me había llamado, pero en ese momento ya no quería hablar con él. Le dije a Jenn que iba contestar y me alejé.

Hola. —fue el primero en hablar, porque yo solo había atendido la llamada.

—Hola. —mi intención no era que saliera así de seco, pero ya no había vuelta atrás.

Mal, no me hables así. Te llamo porque yo... —se detuvo un momento y fruncí el ceño. —¿Dónde estás? —su forma de exigirme no me gustó.

¿Es en serio?

—¿Disculpa?

Te pregunté que dónde estás. —dijo y supe que estaba apretando los dientes.

—En una fiesta. ¿Tú ya estás en tu querida Francia? —le dije con el mayor sarcasmo posible.

Ya te dije que no me hables así, Malo...

—¿Qué quieres? —me estaba irritando, de verdad. Ahora entendía lo que me había dicho mi hermano, que en cuanto viniera aquí iba a revelarme, y tenía razón.

¿Que qué quiero?, ¿con quién crees que estás hablando? No tienes permiso para salir a una fiesta. —resoplé, incrédula. —¿Qué?

—¿Qué?, ¿quieres saber qué, Asher? No eres mi padre para decidir si tengo permiso o no, eres mi novio.

Pues, precisamente porque soy tu novio, debo saber dónde estás.

—Pues yo pensé que como ahora hacíamos cosas sin decírnoslas, no tenía que avisarte nada. Y no tengo, ya te dije, eres mi novio, no mi padre. Y, aunque seas mi novio, no tienes derecho a prohibirme algo. ¿Qué demonios te pasa?

¿Qué me pasa a mí?

—Sí, hace semanas que te comportas como un idiota. Quieres saber a dónde voy, con quien y qué hago. Nada más te falta supervisar el color de mi mierda.

Me preocupo por ti.

—Eso no es preocupación, me estás vigilando. Es como... es como si esperaras que hiciera... —me quedé en silencio un minuto, al siguiente lo entendí. —Como si esperaras que te engañara.

Malory...

—Claro, es eso. Te crees que, porque tú lo hiciste, yo haré lo mismo, ¿no es así? Y ahora que estoy en otra ciudad y tú te vas a otro continente no podrás vigilarme.

Deja de comportarte como una niña pequeña. —tuve que apretar mi mano alrededor del teléfono para no lanzarlo lejos.

—Yo no soy la que se comporta de manera infantil. Te perdoné que te revolcaras con mis amigas, solo porque mamá me lo pidió, pero a lo mejor no debí hacerlo. No debí perdonar tu maldita infidelidad.

Malory, no hagas esto. —su tono de advertencia me lo pasé por el culo.

—¿Sabes qué? Te lo dije en la mañana, vete a la mierda. Es un poco tarde, pero al fin tengo la reacción que debí tener hace un mes.

¿Qué demonios estás diciendo, Malory?

—Lo que escuchas, ya no soy más tu novia. No tienes que preocuparte por mí, ve y consigue a alguien más a quién vigilar y joderle la vida.

¿Así que eso es todo?, ¿me dejas y vuelves a ser la zorra que eras antes?

Me quedé estática por un segundo, luego un nudo de impotencia me llenó la garganta.

—Que te den. —y colgué.

Me tomé un momento para respirar, y cuando giré Jenn y sus amigos me estaban viendo. A lo mejor la conversación no había sido tan privada como yo creí. Vi que Jenn iba a acercarse, pero Jess se le adelantó. Ni siquiera supe de dónde había salido.

—¿Mal?, ¿ese era tu novio imbécil? —tenía el ceño fruncido, se veía preocupada y molesta, y eso, de alguna manera, me alegró la noche.

Exnovio imbécil. —sonrió con malicia y me provocó hacerlo a mí también.

Soltó un grito de euforia que me sacó una risotada, sus amigos se le unieron y ella me llevó con ellos.

 

A parte de Jenn y Sawyer había una chica y un chico más. Uno era Chad y la otra Ashley. Chad era alto, fornido, con pecas en la cara y el cabello largo, Ashley era más bajita y un poquito regordeta, pero tenía una sonrisa amistosa en la cara.

—Vamos adentro. —sugirió Jenn.

—Sí, necesito emborracharme.

—¡Esa es la actitud! —Jess me pasó uno de sus brazos por mis hombros. —Porque si rompes con alguien no hay pedo...

—¡Hay peda! —todos gritaron al mismo tiempo y volví a reírme.

Me condujeron hacia la casa y en cuanto llegamos a la cocina Jenn me preparó ron con jugo de frambuesa y me lo tomé de una. Me mareé enseguida, eso sí, pero no me quitó las ganas de seguir tomando todo lo que me daban.

De acuerdo, creo que necesitan una explicación de la conversación con el exnovio imbécil, pero ya la tendremos después. Ahora quiero perderme en las garras del alcohol.

Luego de que tuviéramos una competencia con chupitos, las gemelas nos arrastraron a la pista de baile. Era una de las tantas cosas en las que se parecían, sabían cómo disfrutar la fiesta.



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En el texto hay: superacion, amor, amistad

Editado: 12.05.2021

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