La TeorÍa Del EngaÑo

EL ROBO DE ATENCIÓN

Necesito dominar el mundo, me dije cada mañana, caminaba entre ellos como un humano cualquiera, pues lo era o al menos eso creía.

Lo repetitivo de la existencia te absorbe y te pone en una fila infinita de personas, cada uno piensa que está yendo al lugar que siempre soñó, pero en realidad no saben que todos van al mismo sitio, contra atacar al sistema es suicido, pero eso te afecta significativamente hasta que descubres tu inmortalidad.

Acumulé odio entre otras cosas, al desarrollo del día a día, a lo que realmente importaba en la sociedad, empecé queriendo ser el héroe del mundo, mi corazón pudo sentir una cantidad vomitiva de cariño y benevolencia, a diario respondían con disparos los intentos de nobleza, pero continué, al filo de una rutina, trabajaba ocho horas y regresaba a mi casa a tratar de entender el mundo, pero parecía tan absurdo como montar un águila alrededor del sol.

No hay mayor deshonra a la imaginación que ser normal, cuando vuela la imaginación aprendes a cocinar, quieres actuar en una obra de teatro, quieres crear y desaparecer las reglas, en relación a la cocina diré que es una de mis aficiones más grandes, darle el placer a alguien por medio de los sabores llamaba mi atención, ser el mejor chef del mundo vaya si no me hacía brillar los ojos, conseguí por un momento un top universal, mis demonios me aplaudían al ganar la tercera estrella Michelín, aunque eso solo pasaba en mi mente.
¡oh, pero claro, no les hablé de ellos! les presento a una amiga que conocí en secundaria, estuvo cada día de mi vida por las noches, nunca dejó de ser tan detallista, todas las noches entraba a mi cuarto en silencio, levantaba mi cobija y me acariciaba, pero antes de irse extendía su mano cerrada y soltaba en la mía una dosis de insomnio, tardaría más en pensar el daño que en disfrutar la soledad del momento.

Ver el regalo me hacía estar dispuesto a acompañarla por las noches, Ansiedad se llamaba el primero de mis demonios, un día invitó a sus amigos a mi habitación y pues mi carismático y buen corazón les dio posada para siempre, desde ese momento vivo con tres de ellos, la Bipolaridad me hace ser impredecible, la depresión es muy especial, me acompaña cuando estoy sólo totalmente y aunque tiene instinto homicida parece que le caí bien.

Platicaba con mis demonios por las noches, susurrar era su lenguaje y mi deducción era su forma de enseñarme cosas nuevas, universos paralelos a la felicidad y el entorno propicio para disfrutar el sabor de una persona, literalmente.

Los susurros nunca los entendí, pero ¿Acaso no conocía algo igual de incomprensible? Claro, era muy parecido a sentir amor, después de conocer a mis demonios mi afecto se fue alejando, mi concepto de realidad se hizo más subjetivo y la lluvia de ideas hicieron que un mar de locuras me ocupara los pensamientos, mi día favorito por lo nublado se definía, entre más nublado mejor, igual de nublados estaban mis pensamientos, no tenía claro nada en mi vida, excepto mi propósito.

Eso que me llevaba arrastrado al éxito relativo, pero ¿Qué era aquello que me hacía disfrutar analizar en una pizarra las estrategias que bajo la influencia de mis medicamentos había enmarcado? Pues trascender, ese era mi propósito, de que forma no lo sabía, mi mayor miedo siempre fue el ser olvidado por eso planté un jardín esperando que algún día naciera entre las flores una rosa dorada, me sentía un humano cualquiera, comía sólo lo que yo cocinaba aunque me llevara más trabajo, tal vez eso era un poco extraño ya que todos parecen amar la comida rápida, siempre dije que la consistencia debilita la creatividad, un menú para cada día era mi forma de besar la felicidad e innovar de alguna forma.

Luego de pasar desapercibido de una forma impresionante entre las personas, había una forma de relajarme que funcionaba de maravilla, cerraba los ojos ya que iba a volar fuera del mundo y mientras no podía dormir sería parte del universo, todas estas cosas solo eran la punta del iceberg, ya había aprendido a vivir con eso y pasar a ser un humano promedio, el típico vecino que saludaba amablemente a la abuela que por las mañanas se ocupaba de cortar su césped era la careta perfecta.

Pero un día mis demonios ejecutaron mi humanidad, allí murió mi decencia, mis escrúpulos y empecé a ser implacable, la muerte nunca me quitó la tranquilidad, pensar en la mi muerte era como para los demás planear su fin de semana, pero cuando me ocupaba de pensar en la de los demás me sonaba a compasión por alguna razón, después de todo el túnel y la luz pueden ser el final que da paso al inicio de otra existencia.

Y si de vivir estamos hablando el amor te hace sentir vivo, por eso jóvenes enamorados fueron el escenario perfecto para mi plan, mis palabras convencían a cualquier ser capaz de escuchar un minuto mi ruido, si había sido capaz de formular mi propia teoría del origen del universo, no veía como encontrar una limitación en otra actividad tal como la elocuencia, mis demonios se ocuparon de exterminar mi sensibilidad y empezó el holocausto, el amor entre la primer pareja que conocí, tras seguir sus pasos por un par de semanas parecía muy grande, todo el rato juntos y prometían que sólo la muerte acabaría con ese vínculo, pero ¿y si aún después de la muerte disfrutabas de tu pareja? No hablo de creencias mitológicas, pero cuando lo enmarcaba en lo posible sonaba grandioso, era interesante saber que podía lograrlo, ¿de qué forma?.



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En el texto hay: deseo, suenos, amor

Editado: 01.10.2018

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