La Tierra de las Piedras Preciosas

Capitulo 1

CAPITULO 1

 

“Venturina y Topacio son los reinos mas gloriosos que han existido jamás” “Somos afortunados”. Eso es lo que todos en ambos países decían, en las fiestas y reuniones sociales no hacían mas que alabar la belleza de sus ciudades, las conversaciones siempre giraban alrededor de banalidades, los logros de sus hijos, sus adquisiciones artísticas, sus posiciones y riquezas, nunca había mas, nunca se hablaba del trabajo que hacia la gente que vivía en los campos, nunca se hablaba del fascinante y terrorífico bosque infinito que se alzaba al norte de ambas ciudades, nadie se preguntaba ¿Por qué el que se interna en el bosque nunca regresa?  ¿Qué clase de criaturas habitan esos inhóspitos paramos?. Nadie hablaba sobre lo que había al este, mas allá de las enormes  praderas y llanuras que se extendían hacia el este o sobre lo que se podría hallar al cruzar el mar al oeste, para la gente esos eran los limites, el bosque infinito al norte, al sur los campos y granjas de cultivo que se encargaban de abastecer de recursos alimenticios a los reinos, al este las praderas y llanuras para cazar y al oeste el inmenso océano. Eso era todo, el mundo entero para los Venturianos y Topacios. No sabia si la gente no hablaba sobre eso por que eran temas prohibidos o simplemente por que no les interesaba, mientras mas fiestas eran a las que me veía obligada a asistir mas me convencía de que era la segunda razón. La gente parecía bastante conforme viviendo de esa manera, Así había paz. Estaba prohibido salir de los limites, nadie quería hacerlo de todos modos, estaba prohibido hablar siquiera del tema, porque podría suscitar un desbalance, las leyes estaban hechas para que ningún individuo pensara de forma diferente, cualquiera que se atrevía a sentir curiosidad no terminaba bien.

Me sentía sofocada, atrapada en mi propia piel, quería gritar y salir corriendo, pero no podía por que no tendría a donde ir por que yo era Jaspe, la Princesa de Topacio.

 

Me encontraba sentada en una esquina del salón, la espalda derecha y las manos sobre el regazo y una sonrisa suave adornando mi rostro, la fachada de la perfecta princesa, seria, tranquila y digna, lo opuesto a como me sentía, había dentro de mi una tormenta que pujaba  pidiendo salir, esta no era yo, lo princesa delicada y callada. Nunca he podido ser así, nunca he querido pero no tenia opción.

 

 —¿Qué hace una señorita tan hermosa en un rincón tan apartado?. — una suave voz me saco de mi introspección, levante la cabeza y me encontre con los ojos mas azules que había visto jamás y una discreta sonrisa, esa que solo me mostraba a mi.

—Me temo joven que no se me tiene permitido divertirme, debo quedarme aquí y observar mi vida pasar. — conteste siguiéndole el juego.

— Una pena sin duda y un desperdicio, tenia planeado sacarla a bailar, tiene pinta de ser una excelente bailarina.

— Temo que se decepcionaría, el baile es una de las muchas cosas que mis instructores personales no lograron hacerme aprender.

— Supongo que me arriesgare.

 

Me ofreció su mano enfundada en un guante blanco, de manera involuntaria devolví una sonrisa y acepte la invitación. Me llevo a la pista, siempre me sentí torpe, mi nana me sugería que era mejor quedarme sentada y lucir elegante y evitar dar rodeos por ahí, mi padre decía “torpe” y eso me desanimaba, mi madre sin embargo siempre salía en mi defensa asegurando que no era torpe, que simplemente tenia mucha energía y eso era difícil de contener, no tenia los movimientos gráciles propios de una dama. Pero cuando el me acompañaba era diferente, Zafiro a diferencia de mi, poseía una elegancia natural, no tenia que esforzarse para nada y eso me gustaba, me hacia parecer que tenia mas porte, que no era un desastre, me hacia sentir radiante estar en su compañía. Era una cabeza mas alto que yo, su cuerpo delgado pero fuerte llamaba la atención pero quedaba opacado cuando centrabas tu atención en su rostro,  sus labios eran delgados, su nariz respingada, tenia hoyuelos en sus mejillas, pero estaba segura de que casi nadie los había visto, me hacia sentir especial ser de las pocas personas que habían visto al chico sonreír. Cabello cobrizo y por supuesto sus ojos azules, un azul único, sin duda el nombre que le habían puesto a mi mejor amigo era el mas apropiado

 

— Dime la verdad, me estas usando por que no quieres ser victima de todas las jóvenes casamenteras que están aquí. — el torció el gesto y no pude evitar reír.

— Me ofendes, de verdad quería bailar contigo

— Si claro

— Esta bien digamos que en parte si quería un pretexto, Lord Opalo no dejaba de hablar sobre lo prodigiosa que es su hija en el arpa.

— Yo creo que su hija es adorable

— No dije que no lo fuera

— ¿entones cual es el problema?. —Zafiro suspiro.

— No lo se, supongo que la presión, mi padre quiere que me case pronto

— ¿Por qué? — su rostro se ensombreció y me pareció que el agarre de sus manos se aflojaba  

— Tu compromiso a alborotado a todo el mundo, supongo que piensan que ya que la princesa de Topacio y el Príncipe de Venturina van a dar el gran paso es oportuno que los demás nobles solteros lo hagan también. 




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