La última canción

Capítulo 1.

Música y letras…

Legarda.

California, 2017.

Hemos llegado a nuestra última parada de la gira de este álbum que tantas sonrisas ya nos ha rodado a lo largo de todos estos dos años y medio que se cumplen exactamente el día de mañana. Sigo sin poderme creer lo bien que nos han estado recibiendo en cada país, cuidad o estado en el que ponemos un pie, la emoción se siente vibrar desde que cruzamos la puerta del aeropuerto en dirección al destino que nos depare para la próxima aventura que tengamos. Recién estamos por concluir este recorrido por todo el mundo, un gran viaje con el que nos llevaremos subidas y bajadas emocióneles, pero siempre con la frente bien en alto. Los sentimientos encontrados siguen ahí guardados en el fondo de nuestros corazones.

Tan solo de pensar que estos son nuestros últimos tres shows y justos son en California, la cuidad que nos vio crecer junto —artísticamente— y a todas las personas que depositaron toda su fe en nosotros cuando ninguno de los cuatro aún tenía la fe necesaria para poder creer que hoy en día estaríamos pisando otro escenario más. Uno más, un sueño más, una meta más cumplida de miles que no hemos cumplido.

Inconscientemente me encontraba marcando el número de Alex, pero no me respondió a la primera llamada, tenemos está rara conexión que no nos permite dejar de hablarnos cada que uno de los dos llega a un nuevo destino, pero deje de seguir intentando cuando llegue al tercer buzón al que me ha mando. Tome una gran inhalación antes de seguirle el paso a Alonso, mi mejor amigo y el bajista de la banda. Él como todos los demás estamos desvelados tomamos un vuelo desde Argentina hasta Estados unidos en la madrugada para que según llegáramos aquí por la tarde, pero el vuelo se retrasó, Mitchell nos hizo perder un vuelo solo por sus cojones, pero tenía que ser el baterista más dramático del grupo y al único que podemos soportar, mientras que Padme la única chica y la mejor guitarrista que yo haya conocido junto a Cristal nuestras manager; nos quedamos sentados y callados en la espera del siguiente vuelo. Como siempre llegando tarde.

No tengo duda de que al llegar a nuestro cuarto en el hotel Mitchell vaya a tomar un baño de casi tres horas como siempre suele hacerlo. Es toda una princesa en el cuerpo de un hombre bastante vanidoso.

En el camino cada quien iba mentido en su mundo, la cabeza de Padme está recargada sobre mi pecho mientras que con mi brazo derecho lo estoy reposando sobre sus hombros para poder sostener mi celular con más seguridad y que no se me vaya a caer sobre su cara como muchas veces a ella le se ha caído el celular de ella sobre mí rostro y todavía le hace gracia.

Cuando creí que el silencio duraría un poco más hasta poder llegar a Mitchell se le ocurrió abrir su maldita boca.

—Cristal, preciosa —llama a nuestra manager con dulzura. Solo hace eso cuando quiere algo. Típico de la princesa.

—No. —Lo corta de inmediato.

—Pero si no te he dicho nada —se queja el castaño sentado en el asiento de enfrente con la cabeza ligeramente giraba hacía atrás.

—Y lo tengo bastante claro, Mitchell. Pero te conozco perfectamente y se lo que quieres así que la respuesta es un “no”.

Hizo una mueca de disgusto, pero regreso su vista al frente cruzándose de brazos. —Y así no quieres que le digamos que es un dramático—. Mientras la camioneta sigue en movimiento Padme suspira con fuerza, despegue mi mirada de la pantalla de mi celular para echarle un pequeño vistazo al suyo. En mis labios se formó la letra “o” al ver con mis propios ojos lo que ella estaba presenciando.

No quise decir nada, solo la atraje más hacia mi pecho. La pelirroja escondió su rostro en mi pecho apagando la pantalla de su celular. Padme, para mí es como una hermana menor para mí, es la única chica fuera de Alex y Zoé —mis mejores amigas desde hace ya un largo tiempo— con la que puedo ser yo mismo y sentir esa necesidad de tener que cuidar de ella. Es una mujer de las más fuerte que he visto enfrentarse a las críticas y demás cosas con la cabeza bien en alto porque sabe que no está sola; como todos los demás sabemos que nunca más estaremos solos luchando contra el mundo, ¿Por qué? Porque somos una familia y una un poco disfuncional.

La camioneta se detuvo justo frente al gran edificio, Padme se levantó un poco limpiando algunas de sus lágrimas que se le han corrido por sus mejillas, esperamos a que el señor —no soy dramático—, se bajara y detrás de él lo siguió Alonso, detrás de Alonso lo siguió Cristal y al último solo quedamos Padme y yo. No mencionamos nada. Caminamos por el gran vestíbulo en donde no hay ni una sola alma rondando por la zona, y eso ya es un gran comienzo.

Cristal se acercó hasta la recepción para verificar que todo esté en orden antes de darnos nuestras llaves y así podernos ir a descansar, aunque sea por unas cinco horas antes de partir con dirección al Hollywood Bowl, para dar el primer show aquí.

—¿Cantaremos distancia?

—¿Quieres que cantemos? —Bueno es claro que si la debemos de cantar es parte del álbum.

—Sabes que la debemos de cantar —mofa con disgusto—. ¿Crees que ahorita que nos de Cristal las llaves de nuestras habitaciones la podamos ensañar?

—Padme —la llame.

—¿Por favor? —me pone sus ojos de cachorro.

No me pude negarme a su petición con esa mirada de súplica.

Pero sí, así como Cristal, nos ha entregado nuestras llaves la acompañe hasta su habitación. Caminamos por la habitación hasta que llegamos al centro de está, la pelirroja se sentó en la orilla de la cama mientras yo me senté en el sillón con mi mirada clavada en ella.

La dejé que ella decidiera en qué momento comenzábamos. Me gusta está canción porque ambos la compusimos hace aproximadamente 11 meses después de que nos rompieran el corazón por la distancia que había y se marcaria con nuestras personas especiales. Comenzamos a cantarla a capela, marcando los coros, las notas altas que ella toma mientras que yo canto algunos estribillos y también parte de la letra de la canción.




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