La última canción

Capítulo 12.

¿Dónde estás? 

Legarda. 

¿Dónde estás?

La pregunta que siempre me hago cada que me siento bastante perdido. Siempre qué me la hago espero a escuchar su voz detrás de mí con una respuesta dura y seria pero que al mismo tiempo me hace comprender que no estoy del todo perdido. Cómo quisiera escuchar su voz nada sarcástica, arrogante y egoísta.

Preguntarme dónde es que está ya no ayuda igual que al principio ahora más que nunca quiero saberlo, necesito saber en dónde está, al menos para verla y recordarla creo que estoy comenzado a olvidar como era el sonido de su voz, el color de sus ojos, la forma de su rostro y como siempre tenía que entrar en mi cabeza para hacerme prestar atención a las cosas que me decía o claro que también me intentaba enseñar a regañadientes y a gruñidos y casi a muerte súbita pero al final así era su personalidad. Si tan solo Abaddon tuviera el valor de decirme en dónde mierda es que se encuentra no tardaría nada en sentarme frente a ella y comenzarle a hablar.

Muchos ahora creen que él como ella son solo leyendas que se les cuentan a los niños para asustarlos, escriben historias sobre su leyenda para hacerla más creativa y más agradable, pero en realidad solo omiten la verdad, la verdad de su historia como es que ella es en verdad.

Comencé a moverme de un lado a otro en la habitación hasta salir al balcón, me recargué en la barandilla con la mirada clavada en el cielo, la luna está brillante igual que siempre. El cielo despejado, las estrellas a su alrededor como puntos brillantes que bailan a su alrededor. Regrese mi vista hacía el interior de la habitación, ayer fue el concierto y hoy Alexia tuvo una reunión de trabajo, Zoé esta entretenida analizando algunas cosas que le ha enviado Dimitri para que estudie ante de su regreso a Londres. Levanto su vista del portátil y me regalo una sonrisa pequeña.

—Iré a la terraza a tomar un poco más de aire —le dije mientras regresaba al interior.

—Claro. Alex no regresara hasta tarde, ¿quieres hacer algo cuando bajes?

—Sí, ¿qué tienes en mente?

—Dar un paseo. —Dijo con sencillez—. Hace mucho tiempo que no salimos a caminar bajo a luz de la luna, me agradaría que no olvidáramos esos momentos que antes nos hacían sentir vivos y ahora solo son recuerdos que debemos revivir.

—Muy filosófico de tu parte —bromee.

—Eres un cretino.

—Te amo, bonita.

—También lo hago, cretino.

Antes de salir de la habitación le hecho un último vistazo, se recostó sobre la cama con los pies hacia arriba, la mirada clava en la pantalla analizando toda esa información. Al menos ella si hace algo bueno por los de nuestra especie y caza a los malos. En cuanto a mí, subí al elevador y presione el botón que me llevo hasta la terraza, al abrirse las puertas el aire frío de la noche me recibió, pero no solo eso atrajo mi nariz sino también ese olor dulce de su sangre de ella. Un gruñido broto leve de mi pecho, pero me quede ahí parado cuando la escuche conversar con Mitchell, al parecer es algo bastante serió.

—¿Lo has vuelto a ver? —le pregunto él.

—No, no tengo el valor para verlo a la cara… Mitch, siento que, si lo veo, lo escucho volveré a caer y es algo que… que no quiero —apenas y puede escuchar el hilo de su voz.

—Se lo difícil que parece, pero eres fuerte tan fuerte como para irte de ahí, él no te amaba y lo sabes, él solo te estaba utilizando y manipulando creo que eso ya lo debes de saber, nena, pero me alegre de tenerte aquí y no de tener que recordarte de otra forma, ese tipo nunca me calló del todo bien pero también Elizabeth está viva, que va, las dos están vivas y lejos de esos hijos de puta.

—La terapia ayuda bastante.

—Si eso fue lo que me dijo, Cher, y le alegra bastante que la sigas tomando.

—Me hace sentir mejor, aunque aún no sé si sea capaz de poderme relacionar con otra persona, tengo miedo de confiar de nuevo y ser lastimaba de la peor forma. No quiero caer otra vez en el mismo circulo.

No entiendo una mierda de lo que hablan, pero por la seriedad de la voz de Mitch, supongo que es un tema bastante delicado. No me gusta a donde va a llegar, pero tampoco quiero saber que daño le han hecho no teniendo en cuenta que yo también se lo quiero hacer.

Deje de escuchar el resto de la conversación cuando eleve mi mirada al cielo, observando a la luna, sentir que ella te habla es algo poco normal para mí pero no lo es para mucho, jamás entendí la razón exacta del por qué ella siempre observada todas las fases de la luna con tanta fascinación, pero ahora que se ha ido creo que lo entiendo, era la forma de sentirse unida a ella, la forma en como le brillaban los ojos y se preguntada así misma siempre «¿estoy haciendo las cosas bien?».

—¿Dónde está luna? —Le pregunte entre susurros.

Cuando caí en cuenta de que Mitchell me estaba observando me sentí extraño y no por el hecho de que sus ojos de ella estuvieran puestos sobre mí sino por qué los tenía rojos, y sus mejillas aún estaban un poco húmedas quizás por sus lágrimas. Al desconectarme perdí todo sentido de la noción del tiempo; no quería escuchar su conversación, pero tampoco quería ser imprudente.

—¿Llevas mucho tiempo aquí arriba? —me pregunto Mitchell.

—Hace nada, ¿por qué?

—No por nada —me dijo después se giró de nuevo hacia la chica— iré por lo que te dije y ahora regreso, ¿vale Elaine?

Ella asiento con la cabeza.

La miré una última vez antes de pasar junto a ella para irme a sentar a uno de los sillones, su forma de mirarme me hace cuestionarme si será buena idea volverle a dirigir la palabra o será una pésima idea, pero el sentirme tan atraído a ella me hace quererle hablar. Pero al parecer mis instintos salieron disparados cuando la sentí sentarse frente a mí con la mirada clavada en otra dirección.




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