La última canción

Capítulo 20

No lo digas Kate.

Legarda.

Este último mes se me ha ido bastante rápido, no puedo creer como han cambiado tantas cosas en este último mes. Al menos mis ganas por conocerla se han tranquilizado, pero aún no logro sacar de mi cabeza y mucho menos el color de su mirada, todos y cada uno de mis pensamientos me regresan el sonido de los latidos de su corazón como si fueran una maldita melodía de la cual me estoy enamorando. Es una bruja de eso no tengo duda. Pero tampoco quiero saber si mis sospechas son ciertas, he estado en el pasado involucrado con brujas de bajo nivel en poder, pero aun así son bastante perseverantes y obstinadas cuando le entregan su corazón a un hombre.

Hoy el clima está bastante cálido. Kate está del otro lado del corral con Trueno.

Kate no se detiene para nada. Solo toma un respiro cuando la atrapo entre mis brazos y la obligo a que observemos el crepúsculo del anochecer sentado sobre la hierba mientras ella tararea una melodía nueva.

Cuando dicen que los animales sienten a sus depredadores no mienten, pero también saben distinguir a las personas buenas de las malas los primeros días me costó bastante trabajo llevarme bien con Trueno y no por ser una mala persona sino más bien por qué él sabe que soy un maldito depredador, pero no de los malos sino de los buenos, pero al día de hoy creo que seguiremos sosteniendo una relación de amor y odio típico de mí con los animales. No me cae mal pero tampoco es que me agrade del todo. Creo en eso ambos somos parecidos tardamos en escoger a nuestras amistades para así podernos asegurar de que sean las personas correctas.

Me acerque hasta dónde está ella dándole una manzana verde a su caballo de color negro azabache. Me gusta observarla hacer lo que más le gusta o mejor dicho por lo que vive y respira en estos días, en los últimos días estuvimos más unidos que antes; pero aun así quitarle la vista de encima no es algo que vaya a pasar pronto o tal vez sí, todo depende de cómo sigan las cosas con Alexia y sus trabajos clandestinos. Se que no debería de sentirme así pero no puedo dejar de hacerlo, siento la responsabilidad de querer estar junto a ella, de cuidarla y no dejarla sola. Me siento como un hermano mayor cuando estoy cercas de ella, bueno en realidad como si tercer hermano mayor que tiene la responsabilidad de ver por su salud y su seguridad.

—No me mires de esa forma —gruño la castaña arrugando su nariz como un gesto de mal gusto.

—¿De qué forma? —le pregunte.

—Cómo si no quisieras que tocara el tema, pero sabes que lo haré.

Negue con la cabeza.

Kate es como una Zoé, pero mundana. Siempre quiere tocar los temas como si deberían tomarles tanta importancia. Solo son temas y los dejas pasar sin mucha importancia, pero no, con ellas es tomar el tema de forma seria y sentarse a hablarlo hasta que se arte de tocarlo.

—No quiero que hablemos de ello ahora, Kate. —Pedí. Y no era mentira no era un buen momento para tocarlo.

—Tarde o temprano debemos hablar sobre ella, y lo sabes muy bien jovencito —dijo enmarcando una de sus cejas y regresando su vista al frente.

Comencé a acercarme más a ella. En este mundo todos somos peligrosos y claro que me incluyo dentro de los seres más peligrosos que yo haya podido conocer, he estado conteniéndome por bastante tiempo con Kate, pero qué a la larga se me hizo cada vez más fácil poder convivir con ella sin tener que preocuparte de poderle hacer daño. Pero aun así sigue siendo lo bastante peligroso hasta para mí mismo estar cercas de ella y recibir el golpe de olor de su sangre.

Comenzamos a caminar como cada tarde por los alrededores del rancho. Kate rodeo mi cintura con sus brazos haciendo que me sienta culpable por no querer hablar con ella de Elaine, pero en realidad no tengo nada que decirle al respecto creo que no tengo nada que decir solo que es una chica interesante o algo así, nunca le he demostrado tanto interés como pareciera. Solo intento despejar mi mente cada que hablamos para no pensar en cómo matarla. Se que eso sonara bastante crudo, pero es la verdad, a veces nuestra mente termina jugando con nosotros y perdemos el control de nuestras acciones y cometemos errores que no nos podremos perdonar jamás después de haberlo hecho.

—¿Por qué no quieres hablar de ella? —le volvió a preguntar en voz baja.

—Por qué quizás quiero pasar más tiempo con mi pequeña vaquerita y no pensando en una chica que posiblemente nunca más vuelva a ver en mi vida —me justifique o eso intente hacer— quiero pasar más tiempo contigo y no que tú pienses en alguien sin importancia, ¿vale?

—Sabes que no dejare de molestarte con eso, ¿verdad?

—No me importa, sabes que soy muy demasiado paciente como para escucharte hablar del mismo tema todo el día y jamás aburrirme.

Soltó una pequeña risa.

Lo que más me gusta de Kate es que las cosas siempre pueden ser sencillas y sin complicaciones, ella es linda y sencilla, aunque no lo parezca.

—Lu.

—¿Mmm?

—¿Alguna vez has pensando en la muerte?

Su pregunta no es nada del otro mundo, no solo le he visto también la he sentido y he estado caminando con ella desde hace un largo tiempo atrás y ahora así que no es algo que no haya preguntado ya antes. Pero que venga de ella me deja con la boca abierta jamás en estos años creía que sería capaz de hacerme una pregunta así.

—Muchas veces —confesé.

Ninguno de los dos menciono algo dentro de los treinta minutos después. Solo seguimos caminando en silencio, viendo como el cielo comenzaba a tomar unos tonos naranjazos con violeta anunciando la noche, regresamos a la casa y nos sentamos en el sillón que tienen colgado debajo de un gran árbol viendo como la luna sale y se pone en su punto más alto. Desde aquí la luna se mira mucho mejor.

—Las noches contigo son más sencillas —confesó Kate, recargando su cabeza sobre mi pecho.




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