La última canción

Capítulo 29

Mala idea y, en problemas. 

Legarda.

Aunque yo no quería tuvimos que hacer algunas maniobras para poderla sacar de ahí sin ningún rasguño, aunque si inconsciente y sin dejar atrás como Zoé le grito que si se enteraba o llegaba sus oídos algún rumor de que le allá tocado un solo cabello ella misma se encargaría de iniciar la siguiente rebelión, pero no de lycans sino más bien de vampiros. Gracias el dios, si así le podemos decir en estos momentos no tuvimos que ensuciarnos las manos con tanta sangre, pero claro es que no podemos dejar a un lado la gran entrada que hizo Zoé disparando a todos lados, sin pensar que alguna de esas balas le podía haber tocado a Alex.

Si por mí hubiera sido, solo hubiera entrado, revisado bastante bien el perímetro y esperar a que todos salieran para poder entrar sacarla y ser como el humo, pero, Zoé Chloe Danielle Salvatore tenía que usar la fuerza bruta, alborotar a todos y casi intentar asesinarnos a nosotros solo por qué una vez que comienza no sabe cuándo parar y creo que ese es uno de sus más grandes defectos de ella que es incontenible y la otra es imparable y para acabarla falta la invencible. Mientras los chicos nos cubren la espalda yo sigo cargando entre mis brazos a una Alex delirante y a segundo consciente y a otros solo balbucea lo mucho que quiere matar a Shadow y lo bastante que quisiera regresar el tiempo y no haberlo dejado ir.

—¿Cuánto hace falta? —le pregunte.

—Ya casi llegamos, pero sus perros aun nos siguen —me informa.

—¡Mierda! —masculle.

—No me mire de esa forma, Lu, era dejarle claro quien aún manda o dejarla como está —señalo a Alex como si deberás—, se matará haciendo un maldito trato que involucraría nuestra sangre y su sangre de nuevo. Y no, no iba a dejar que él tuviera el arma más poderosa para matarnos lentamente.

—Una gota de la sangre de la persona que amas, tan letal y tan despreciable, capaz de acabar con la persona que amas si toca la tuya —me lo había memorizado. Darleen, siempre nos dijo que fuéramos con sumo cuidado sobre todo por qué la sangre en nuestro caso era un arma de doble filo.

Seguimos caminando por algunas calles sin personas a sus alrededores, ya cuando salimos a las calles más transcurridas todos adoptamos unas poses más normales sí así lo podemos llamar, claro que la señorita Baker tardaría un poco más de tiempo en recuperar la conciencia. Con trabajo pude hacer que su cabeza se recargara sobre mi pecho, su cabello le cubre parte de su rostro y sus balbuceos parecen susurros. No puedo creerme que André haya dejado el vehículo frente a uno de los restaurantes más transcurridos de la cuidad. Amelie y Nora se adelantaron para poder hacer espacio para subirla. No sé si fueron los nervios que me hicieron levantar la mirada del rostro de Zoé y las vi. Que digo, las estoy viendo a las dos.

Elaine luce tan bien, que digo bien ¡jodidamente hermosa! Tuve que parpadear un par de veces para enfocar mejor mi vista. Fue como si nuestras miradas se buscaran, pero la de ella se llenó de brillo y entusiasmo en cuento se enredaron nuestras miradas. Pero más allá de perderme entre el color de su mirada me enfoque en mirar el reflejo detrás de ella. Sentí como todo me regresaba de golpe, su mirada gris azulada clavada en mí a través del cristal.

Su expresión es fría, desaprobatoria, pero sobre todo cruel y oscura. Esa sombra que cubría siempre su rostro es más evidente, su cabello castaño hace un contrasta perfecto con su piel blanca. Aunque sea a través de un reflejo que posiblemente sea creación de mi imaginación y se mire tan real. Le sostuve la mirada, en busca de algo, o yo qué sé de qué mierda, pero me perdí dentro de sus ojos, completamente me perdí y no es algo que pudiera evitar. Simplemente es un gusto culposo hasta que lo escuche hablar.

—Luke, debemos de irnos, ya —la voz de Abaddon me hizo regresar la mirada a Alex quien aún está en mis brazos.

—Venga, sí, tienes razón —reacciones de forma rápida. Se la pase para poderme acomodar dentro del asiento y después me la volvió a pasar, la acomode con sumo cuidado sobre mi regazo recargando su cabeza sobre mi pecho a penas y rosando su rosco con mi mano libre. Siento que si la tocaba se pudiera romper con tanta facilidad.

—Sácanos de aquí, André —le ordeno Zoé.

—Thomas, ha informado que el departamento está listo —nos informó Nora.

—Bien entonces la llevaremos ahí.

—¿Es un sitio seguro? —preguntamos Abaddon y yo.

Olvide informarles, claro que no éramos los únicos que acudieron al rescate de la loca de Baker, tuvo que subir un príncipe demoniaco a su rescate que durante todo el rescate no respondió ninguna de nuestras respuestas. Y sí. Tuvimos que hacerle la pregunta del millón, pero se negó a decirnos, según es por nuestra seguridad seguir manteniendo la ubicación en secreto. Sin que nadie se entere y mucho menos que nadie se vea involucrado cuando ella despierte y quiera asesinar a todo lo que se le cruce por enfrenté.

—¿Quién es la chica? —pregunto en voz super bajita, Abaddon.

—Nadie importante —declare.

—No puedes mentirme, Luke, como no podrías mentirle a ella. También la vi. No solo fuiste tú. ¿Por qué te diría que no, a ti?

—La conozco de hace un par de meses, nada serió. Solo que el olor de su sangre es tan… tan… —otra vez ese nudo en mi garganta.

—Ya. Creo que tengo bastante claro a lo que quieres llegar, Luke. Pero debes irte con cuidado. Todo lo que hacemos en esta bien por muy bien que sea o por más mal que se vea se nos regresa de las peores formas que conocemos. No te diré que es malo pero el olor de su sangre puede orillarte a matarla. Sin rencor. Sin pudor, pero sobre todo sin ningún titubeó. Así era, Leen, una asesina a sangre fría. Ella matada por deporte no por querer hacerlo; no todos somos iguales, pero podemos llegar a serlo si no tenemos cuidado, Luke.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.