La última canción

Capítulo 35

Boulevard Of Broken Dreams.

Legarda. 

No tenía ni la mínima idea de lo que estaba por pasar, pero al menos la intriga de saber cómo terminaría el día sería algo que al día siguiente valdría bastante la pena. Sobre todo, el tener que desafiar a Alex antes de tomar las llaves del coche de André y decirle que no sabía qué hora regresaría pero que necesitaba tiempo para mí solo, lejos de sus locuras y sobre todo de sus tonterías que en vez de ayudarnos nos terminarían matando.

Tarde cinco minutos menos de los contados para llegar hasta su casa, que a decir verdad es mucho más bonita de lo que la describió Mitchell, pero de él no tenemos mucho que esperar siempre es tan exagerado que no dudaba de su exageración al decir que era una casa muy bonita por fuera como por dentro. Y sí. Vaya que es grande y también es muy bonita. Baje del coche dirigiéndome a las escaleras que tienen en el porche de enfrente. Al subirlas ni siquiera tuve que llamar a la puerta cuando está se abrió dejándome ver a una Elaine, bastante... demacrada y acabada ¿cómo los mortales se pueden acabar tan rápido cuando se deprimen? Pero absolutamente solo ellos deben tener algo en sus genes que apresura todo lo que a nosotros nos tardan demasiados milenios en hacer notar nuestra verdadera edad.

—Hola —saludé.

—Hola.

—¿Estáis lista para la mejor locura que cometerás en toda tu vida? —pregunte con cierto entusiasmó apagado en mi voz.

—No. Luke. No quiero salir de casa...

—Entonces si no querías salir, ¿me puedes explicar por qué te has cambiado?

—Esté yo... bueno es que yo... amm...

—Es claramente lo que creí que dirías, Elaine —dije al mismo tiempo que le extendía una de mis manos—. Ya. Vale, vale, pero si te quedas toda la vida recordando y llorando nunca sabrás lo que es marchitarse y volver a nacer, créeme esto te hará despejarte un poco tu mente de la realidad.

Ella no dudo ni tres segundos en tomar mi mano. Cuando sentí su piel cálida sobre la mí entendí cuan peligroso podría ser si alguien se atreviera a tocarla de nuevo. No sé si sería capaz de detenerme o dejarla de ver de esa forma en la que la estoy viendo. Simplemente es una pieza fuera del juego. Jamás me podría perdonar permitir que otra persona la hiciera sufrir de está forma, su dolor transpira su piel y me duele, algo dentro de mí me comienza a calar los huesos.

Le abrí la puerta del copiloto rodeando por enfrente el coche de la forma más lenta que conozco. Una vez dentro, solo encendí el motor y comencé a conducir. Tengo claro a donde quiero ir y en realidad no sabía antes de llegar hasta aquí si quería compañía o realmente quería estar solo, pero creo que a ella le sentara mejor que a mí estar acompañada, aunque sea por un rato. Nadie debería de pasar su dolor solo.

—¿Y a dónde es que vamos? —pregunto Elaine.

—¿Confías es un desconocido? —repuse.

—En uno que es cantante, compositor y que es mejor amigo de mi hermano, claro que no.

Solté una pequeña risita.

—No es gracioso, Luke, no tengo idea si es que me secuestraras o me mataras —bromeo.

—Eres a la primera no-fan que le permito llamarme por mi nombre, así que probablemente regreses a tu casa antes de las diez de la noche.

—Tengo permiso de llegar hasta las tres de la mañana, ya soy mayor de edad, Luke. —Claro los tiempos cambias, lo había olvidado por completo.

—Bueno entonces creo que mi toque de queda es hasta las diez, tengo que regresar a cuidar a mi hermana, creo que ayer la viste, es alérgica al maní y bueno está bajo cuidados intensivos. —Mentí, y no se me da para nada bien hacerlo. 

El resto del camino nos la pasamos en silencio, con la radio apagada. Solo íbamos disfrutando del paisaje, dejando atrás la cuidad y adentrándonos más a un sitio que para mí era más como estar en casa, claro que sin el lago o los grandes pinos con escarcha a su alrededor. Ahora mismo estaría corriendo de un lado a otro, intentando despejar un poco mi mente, pero para poder acoplarte a una vida mortal debes adecuarte a tener una vida de lo más normal posible. Qué complicado es querer vivir una vida que no es la tuya solo para poder encajar dentro de la sociedad a la que no perteneces.

Aun no puedo entender como es como esto sería más fácil. No puedo seguir fingiendo que es fácil olvidar el pasado, cuando me quedo aun mirando al techo de la habitación me pongo a pensar que nunca había estado tan fría como cuando ella nos dejó. Sigo sin poder olvidar como es que eso me destrozo, pero sobre todo no le puedo perdonar que me haya querido quedar con todos sus recuerdos y los de Lucy y Daniela. Las noches cada vez son mucho más largas y dolorosas. Cada día quisiera mentirme y decirme a mí mismo que la soledad cuesta menos que tener con quien compartirla. Me está matando lentamente desde adentro.

El silencio cada vez comenzó a ser de lo más cómodo, observarla de reojo y darme cuenta de cómo es que ella parece una niña pequeña saliendo más lejos de lo que sus piernas se lo permiten correr. Más allá de lo que ella conoce y es capaz de recorrer sin atraer a su memoria recuerdos que le hagan querer doblarse y detenerse. Podríamos mentirnos miles de veces, pero los recuerdos siempre nos seguirán el maldito juego y nos mentirán cuantas veces sean necesarias para no dejarnos avanzar y siempre recordarnos constantemente que no podemos huir de nuestros recuerdos para siempre.

—Entonces… —volvió a hablar ella.

—¿Entonces, qué?

—¿A que vino esta locura de salir de la zona de confort?

—Tenía que salir y no quería hacerlo solo, ¿tiene eso algo de malo?

Ella negó con la cabeza.

—¿Y por qué yo?

Buena pregunta, Elaine. Por qué tú.

No lo sé, tal vez tú tengas algo que yo he estado buscando desde hace muchos años.

—Tal vez por no has sido del todo sincera con las personas a las que les importas ocultándoles la verdad de por qué se terminó tu relación en primer lugar, el por qué no quieres que te toquen o quizás de por qué te cierras frente a las personas al solo escuchar la mención de su nombre de «él», ¿no lo crees?




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