La última canción

Capítulo 39

Nada más. 

Legarda. 

No sé por qué sigo mirando la entrada como si en cualquier momento ella fuera a entrar corriendo como desesperada. Ya lo hizo una vez quien quita y que no lo vuelta a hacer dos veces, ¿verdad? Me daría algo si lo hace, aunque estoy más que seguro de que lo hará y no tardara tanto en hacerlo, pero es igual de que las chicas de su especie se toman el tiempo necesario para meditar las cosas para después hacerla, aunque sea una completa locura hacerlo, pero nadie pueda contradecirlas.

—Me gustaría ser Draculaura —dijo Padme mirando directamente la pantalla de su celular.

—Creo que deberíamos escoger a otro monstruo creo que Draculaura ya lo somos —hizo un comentario algo bastante gracioso Zoé, quien está sentada en una de las piernas de Padme y en una de mis piernas como si deberás nos fuéramos a ir sin ella.

—Probablemente yo escogería a Cleo de Nilo —se les, unió a la plática Alexia.

No puede evitar soltar una pequeña risa. Más pareció un resople que una risa.

—Mmm —murmuro Zoé antes de girarse bruscamente y sentarse completamente sobre mis piernas como niña chiquita—. ¿Quién quisieras ser tú, Lu?

—¿A quién crees que me parezco más? —le seguí el juego.

Comenzó a hacer sus gestos pensativos mientras Alexia se alejó para terminar de arreglar los papeleos por el vuelo de último momento. Regresar a Londres no era una opción, pero tampoco me quedaba otra alternativa. Llevamos viviendo entre las sombras bastantes años, hemos pasado por décadas buscando, esperando y perdiendo la esperanza de que en algún momento Darleen regrese. Ha pasado demasiado tiempo desde que aprendimos a vivir entre los mortales y a como mezclarnos entre ellos para no llamar tanto la atención y, para eso es bueno tener a una bruja tan poderosa como Mor’du para poder hacer anillos diurnos que nos permitan caminan bajo la luz del sol no como Darleen, ella es única y maravillosa.

—Deuce Gorgon —chilló del entusiasmo al decirlo.

—¿Entonces soy la pareja de Cleo de Nilo?

La sonrisa de alegría se comenzó a borrar de su rostro cuando entendió mi pregunta.

—¿Te crees muy graciosa Fabio Andrés Luke II Legarda Stone? —Cuando una mujer te llama por tú nombre completo es señal de que te has pasado de la línea, pero hace siglos que no escuchada mi nombre completo y mucho menos escuchaba su acento de Zoé.

—Amo hacerte enojar, bonita —la rodee por la cintura acercándole más a mí para poderle depositar un beso en la mejilla.

—Quien no los conociera pensaría que son pareja —agrego en un tono burlo Alonso. Él siempre suele ser una persona bastante callada pero cuando se trata de molestar a Zoé hace todo por joderla.

—No la molestes, Alonso —le reprendió Mitchell.

—¿Por qué no? —protesto él otro con cierta pizca de gracia.

Zoé se acurruco más en mis brazos ignorando la voz de los dos hombres que aman molestarla cuando está conmigo.

—Cuando los muerda ahí van andar de chillones —les respondió sin verlos a los ojos.

Las risas comenzaron después de un rato mientras los tres peleaban entre sí por sus tonterías.

Sus peleas a veces son como una gran cura para olvidar el mal de las penas. Zoé es divertida hasta cierto punto, pero los otros dos siempre terminar por irritarla hasta que terminan gritándose de cosas, incluso una vez tuvimos que separarlos solo para que no se terminaran matando entre ellos. Pueden ser divertidos y graciosos hasta cierto punto y hasta otro punto pueden llegar a ser armas mortales que bien podían terminar con sus vidas entre ellos como animales salvajes. Ya han olvidado cual era su verdadera naturaleza antes de ser animales.

—¿En qué tanto piensas? —la voz de Alexia me trajo de regreso al mundo real. Zoé ha desaparecido de mi campo de visión al igual que Alonso y Mitchell, supongo que irme a marte es parte del paquete que viene conmigo.

Alexia se sentó junto a mi colocando una de sus manos sobre mi rodilla como si me entendiera.

—No es fácil, ¿verdad?

Negue con la cabeza como un gesto.

Ella me regalo una media sonrisa comprensiva.

—Al menos no regresaras a un castillo en donde sales sobrando y en donde todo lo bueno que puedes conocer lo conocerás fuera de esos muros de piedra —confesó desviando su mirada al avión detrás de nosotros.

—Bueno. Tampoco es qué me guste estar compartiendo techo con alguien a quien no tolero y solo mirarlo a los ojos me hace recordar que fueron los ojos que la vieron antes de… de poder decir adiós.

—Los últimos ojos que la vieron no fueron los de Shadow —dijo sin mucha pesadez en su voz— los últimos ojos que la vieron fueron de Aubery —ese nombre hace años que no lo escuchaba.

—¿Cómo sabes eso?

—Antes de tomar un vuelo a California estuve ahí y percibí su olor —bajo su tono de voz— es difícil de encontrar dos olores iguales cuando se tratan de buscar a los reyes.

—Odio a los reyes —dije con algo de gracia.

—¿Odias también a las reinas?

—Tal vez, cuando se intentan comportar como madres preocupadas por qué sus pequeños no les responden las llamadas —bufe sarcástico.

Alex me proporciono un pequeño golpe en las costillas y antes de que pudiera formular alguna otra palabra la vi. Vi la figura de Elaine entre los brazos de Mitchell del otro lado de la sala mientras con la mirada sé que me busca. Puedo escuchar cómo se le acelera el corazón.

—Ni se te ocurra —escuche la advertencia de Zoé detrás de mí.

Por inercia me tuve se pie, pero mis piernas no se querían mover. La mano de Zoé tomo la mí haciendo que siguiera sus pasos hacía el avión, aún queda veinte minutos para que nuestro vuelo privado salga, pero aun así podemos esperar en la sala de espera, pero tal vez la espera a terminado. Puedo sentir como la rabia recorre el cuerpo de Zoé de solo oler su sangre. Estar conectados tiene sus pros y demasiados contras.




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