La última canción

Verso 4: debes de enfrentar a tus monstruos internos

“Cuando busques venganza, cava dos tumbas: una parte ti”

—Douglas Horton.

Capítulo 40

Londres, “Staffordshire”.

Legarda. 

Enero de 2018.

Después de un largo viaje sobre la carretera la noche nos alcanzó de forma rápida y no del todo bonita. El frío del aire nos recibió en cuento pusimos un pie fuera del vehículo que nos recogió.

La seguridad es por todo lo que vivimos en esta zona del país. Pasar la brecha entre el mundo real y el mundo en dónde debes correr por tu vida a pensar el sol deje de tocar la puerta de tu hogar es mi mundo. El mundo en donde nací y en donde crecí y es todo lo que conozco y lo único que seré capaz de conocer durante un largo periodo.

Alexia no sé bajo del coche ya que ella debe irse directo al castillo de su nada agradable esposo Dorian. Lamento el día en que ese cretino pidió su mano y ella acepto solo por qué la amenazó con no sé qué barbaridad. Ese maldito no deja de ser de mi desgrado, aunque pasen los años. Alexia se merece más de lo que ese patán le da y no hablo sobre la riqueza o las joyas que seguramente le llueven a ella, me refiero al amor. Dorian puede ser el ser más encantador que exista en el submundo, pero ese el más despreciable que también existe. Puede que haya ascendido al trono como estaba ya escrito, pero acosta de eso tuvo que desposar a Alexia para tomar todas las partes de su reino por igual.

Una vez dentro de la casa de seguridad cada quien se fue directo a su habitación, a penas y tuvimos tiempo de poder dormir bien antes de salir de América y llegar a Europa de esta forma tan repentina no nos dio tiempo ni siquiera de cerrar los ojos más de tres segundo cuando ya teníamos que volver a salir a otro lado.

Zoé se quedó en mi habitación. Ella se adelantó para dejar nuestras maletas, también dijo algo de que se cambiaria y yo solo asentí con la cabeza mientras salía al jardín trasero. Desde aquí se puede ver a la perfección en donde es que termina el reino de los Kane o mejor dicho ahora de los Hamilton. Quien iba a decir que su reino está hecho ruinas por desafiar a Darleen. Vaya que Adalyn sabía que en cualquier momento ellos tomarían el trono que les pertenece y el suyo quedaría en el olvido como también habíamos olvidado por un largo tiempo ese apellido. Hamilton me gusta más como sonada el reino de la familia Kane.

Me quede aun un par de minutos más mirando hacia la nada. Las nubes grises cubren por completo el bello cielo azul y la luna. Sobre todo, desde aquí la luna no se ve tan brillante y linda como lo hacía en la cuidad. En lugares abiertos como el mar.

Regrese al interior de la casa mientras el silencio mantiene cautiva toda la propiedad. Caminar por los pasillos oscuros puede ser tenebroso pero una vez que te acostumbras a que las sombras se fueron con ella y la única sombra que eres capaz de ver es la tuya y la que arrastra la oscuridad de un cuarto con poca luz o nada de luz. Todas esas sombras no te vigilan y tampoco te hablan. No dicen nada, son como estatuas.

En cuanto giré la manija de la puerta de mi habitación vi que Zoé solo tiene encendida la luz de mi mesa de noche y ella se está secando el cabello con una de las toallas que tengo en mi baño. Lleva puesta una de mis playeras favoritas. Una vez que termine de entrar cerré la puerta detrás de mí, Zoé se lanzó a mi cama desacomodándola y haciéndome una seña de que me fuera a acomodar a su lado. Me quite mis zapatos y mi playera antes de acostarme en el otro costado de la cama con la mirada clavada en el techo oscuro igual que ella.

—Ese no fue el final de su historia —comento después de un par de minutos en silencio.

—¿Cómo pretendes que sea el final si aun ni siquiera ha tenido un inicio? —Le pregunte algo sacado de onda.

—No todas las historias deben tener un gran inicio para poder continuar, Lu.

—¿Por qué me dices estás cosas?

Zoé giro un poco su cabeza rozando con mi hombro.

—Porque siento lo que tú sientes, esto es lo que provocan los lazos de sangre sentir las emociones de la persona a la que estás unida no por familia sino por sangre —me explico o eso intento.

—No sé qué responderte, la verdad.

—Dime la verdad, Lu, ¿te gusta la mundana esa? —la forma en que enfatizo mundana es vil y atroz cuando lo susurra.

—Tal vez no es un gusto, Zoé, tal vez es obsesión. Una obsesión que me llevara a mi perdición que no logros sacarla de mi cabeza, Zoé. Lleva ahí todo el día, el sonido de su voz, el ritmo de los latidos de su corazón, ¡me están volviendo loco! —Y no miento me está comenzando a volver loco y lo único que quiero es escuchar la melodía de su corazón al acelerarse.

—El tiempo te hará darte cuenta si es lo que de verdad quieres o lo que definitivamente no quieres, Lu.

—No quiero cometer los mismos errores del pasado con ella —le confesé.

—Entonces no hagas las cosas impulsivamente y deja que todo llegue a su debido tiempo. Lu, te conozco mejor que nadie en este mundo y sé que el sentimiento que siente por ella no es impulsivo sino más bien es afectivo, la quieres proteger de cualquier persona que le quiera hacer daño.

No dije nada. Mi silencio le dio la respuesta que ella estaba buscando. No leo sus pensamientos, tampoco puedo ver a través de sus ojos todos sus recuerdos como para poder conocerla, pero su mirada, ese brillo que contiene vida me ha hechizado. Su nombre se ha quedado grado dentro de mi cabeza hasta el rincón más oscuro de mi vida. Todas esas mujeres que han entrado y salido de mi vida no se comparan como a la que he conocido ahora. Ninguna de ella se parece a Elaine y eso la hace tan única para mí como un peligro. No quiero hacerle daño cuando tenga que irme para siempre de su vida. No quiero hacerla llorar por mi culpa y mucho menos quiero que se sienta mal por no ser lo suficiente para poder estar conmigo, un cantante mundialmente conocido.




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