La última canción

Capítulo 47

A cuestas.

Legarda.

Estoy recostado en el jardín en medio de un maldito diluvio de nuevo y no puedo dejar de pensar en Elaine y en todas esas cosas que deberá de estarme escribiendo.

No tengo el suficiente valor de abrir el computador por mí mismo y sentarme a leer todos esos mensajes que probablemente ella me ha estado envidiando todo este mes. No quiero ser más egoísta conmigo mismo, pero Aleska tenía razón, el tiempo es demasiado corto, pero no puedo dejarme guiar por sentimientos que no se si son buenos o malos. No quiero hacerle daño ya que si se lo hago jamás me lo podría perdonar.

Se me está yendo la vida pensando en cómo coño debería de sacarla ya de mi mente. Desde que nos fuimos, no soy capaz de ir a una fiesta, ni a ir a reunirme con los productores, no existe nada que me pueda retener tanto como el no poder dejar de pensar en ella.

Salgo de una vida solo esperando a cómo será el golpe de la siguiente, pensaba que podría llegar a ser diferente, pero al parecer termine siendo igual de corriente que los demás hombres.

Y ahora mismo me quiero morir, no paro de pensar que ella ha regresado con él. Me aleje porque sí, y no quiero estar detrás de ella como otros deberán de estarlo haciendo. La única opción que me queda es volver a huir a una maldita realidad en donde ninguno de los dos pueda escapar, porque claramente me sobrarían las preguntas y sé que ella tendría todas las respuestas que yo buscara. Tal vez ella solo quiera saber si volveré.

Tarde un rato más en dejarme llevar por el sonido de las gotas golpeando la tierra, el olor a tierra mojada que disipa el olor a la sangre, pero acentúa más otra clase de olores repugnantes como la del pelo de los perros mojados (y no me refiero a esa clase de perros). Observe la figura de Padme pegada a la ventada observándome, pareciera que esta vez al que deben de estar vigilando es que mí. No haré nada que no me haga sentir orgulloso de lo que estoy haciendo, tomar un vuelo de regreso a California sería tomar una salida apresurada. Tan solo ha pasado un mes desde que deje de responderle. Un mes de seis meses que eran, únicamente cinco meses más y seré libre de las cadenas de quedarme sentado en un mismo lugar. Pronto tomaremos un vuelo a Madrid para dar una entrevista que posiblemente ella vera en la televisión y yo tendré que ignorar el hecho de que la cámara este clavada en todas y cada una de mis actitudes. Los periodistas siempre buscan cualquier expresión facial para hacer ya sea una buena o una pésima nota para llamar más la atención y ganar más dinero. Si por mí fuera les regalaría los millones que tengo para que nos dejen en paz por un momento.

Regrese al interior de la casa por la puerta de la cocina. La puerta de mi habitación queda al otro lado del jardín y no tenía ganas de rodear la casa para entrar desde ahí.

Comencé a caminar en silencio hacía mi habitación con algo de prisa. Sobre todo, por quererme quitar el agua de lluvia del cuerpo. Debería de decir que es nieve, en estos meses regularmente siempre cae nieve, pero estar dentro del submundo significa que la nieve se convierte en lluvia y cuando menos te lo esperas un día soleado se convierte en un día nevado. Las estaciones son un poco extrañas en nuestro mundo.

Mientras más me acercada a mi habitación más podía percibir la respiración agitada de Mitchell llegando a mi encuentro. Lo observe con los ojos abiertos como dos platos. Su forma en la que me observa no me agrada en lo absoluto peor no puedo negar que mi intuición creo que no falla y se por qué está de esta forma.

—¿Paso algo? —pregunte mientras entrabamos a mi habitación.

—¿Cuándo pensabas decírmelo? —casi me grito la pregunta.

—¿Decirte que? —volví a preguntar algo confundido.

Mitchell soltó un gruñido que me sorprendió.

—Decirme que Ximena regreso con el imbécil de su ex novio.

Mi expresión fue demasiado genuina como para que él creyera que yo ya lo sabía.

—No tenía idea —hablé con sinceridad— pero yo te lo dije, nadie puede ayudarla si ella misma no se ayuda a sí misma. Si ambos regresaron ni tú ni yo podemos hacer nada para cambiar su decisión, aunque moriría por hacerlo no puedo y tampoco tú puedes hacerlo. Intente ayudarla, pero ella no lo dejara tan fácil.

—¡Es que…! ¡Ha! ¡Los voy a matar a los dos!

—Enojarte no sirve de nada, Mitch —intente tranquilizarlo—. Elaine podrá enamorarse de miles de hombres, miles de hombres que jamás la harán sentir nada como él lo hizo en un principio. Yo quise entrar en su vida como un desconocido, pero terminé siendo demasiado idiota como para no darme cuenta que desde la primera vez que la mira directamente a los ojos fue amor a primera vista. Quise saber más cosas de ella, pero no soy capaz de pensar en las consecuencias de cuando tenga que dejarla ir. No podría darle una vida plena, no una vida en donde su sangre no sea un peligro para mí, no en una vida en donde ella quiera tener una familia hacer eso sería condenarla a morir.

Creo que mi explicación se me salió de las manos y dije cosas que jamás hubiera admitido enfrente de Padme o de otra persona.

—Pero Lu… —siento que si sigue hablando de esa forma romper en llanto—… no quiero que ese cabrón la vuelta a tocar y le vuelva a ser el mismo daño que antes. Jamás me podría perdonar si la vuelve a mandar al hospital, Lu…

Por un momento me olvide de las cosas que iba a hacer. Únicamente quiero apoyar a mi amigo.

—Mitch… —lo llame en voz baja—. No puedes meterte en su vida. Tampoco puedes pretender volverte a meter dentro de ella y reformarla; recuerda que fuiste tú quien se alejó, recuerda que fuiste tú quien termino en coma y después de un mes fuiste tú quien quiso cambiar su vida sin el consentimiento de nadie más que el tuyo. Ahora es la vida de ella, quien decide es ella, quien lo conoce mejor es ella, quien tiene la vida pasándole por enfrente de sus narices siempre será ella. Tu trabajo como hermano mayor (hermanastro) —enfaticemos esa parte—, es aceptar las decisiones que ella toma. Ya no es una niña de trece años que se enamoró del chico que le juro amor eterno y termino siendo un cabrón que cada que la ve mejor regresa y la hace sentir mucho peor. Y cada que ella regrese llorando tu trabajo es consolarla, apoyarla y no regañarla, Mitch, de nada servirá si tú te enojas con ella y la terminas perdiendo; Elaine no está del todo sola, tiene a sus mejores amigas y a Jack, ese chico es increíble.




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