La Última Carta

1

UN CONSEJO DE AMIGA

—¿Entonces si te pusieron los cuernos?

Creo que fue la décimo octava vez que me lo preguntaban durante los últimos cuatro días. Lo que más me enoja es que ya todos lo sabían y aun así me llenaban de las mismas preguntas.

¿Con qué intención?

Informarse claro está.

Lo que pasa es que en el colegio todos son unos chismosos que van diariamente a clases, pero no para estudiar si no para informarse de la vida ajena. ¿Pero qué digo? Yo soy una de esas personas, pero ahora se siente diferente.

Ignorando todo esto. La persona que me lo está preguntando debe de saber la historia, tiene de novia a la tipa más frívola que he conocido. Y muy aparte de eso ¡caray es mi maldito amigo!

Ryker sigue viéndome con esa expresión a la que ya me acostumbré, una mezcla de lástima y duda. A su lado Santiago me observa con la misma cara. Los dos son amigos míos, no de los más cercanos y entiendo aprovecharán en preguntarme, he intentado mantener el perfil bajo desde el lunes cuando todos se enteraron. A pesar de enojarme un poco se supone hay confianza, los conozco ya tres años así que asiento y a diferencia de como he hecho con otras personas, suspiro y me preparo para hablar.

—Estoy segura de que el lunes ya lo sabrán los de octavo y para el miércoles los profesores —blanqueé los ojos y tomé aire—. Trato de manejar las cosas lo mejor que puedo. Oficialmente soy la cachuda del cole.

—Por ahora, ya aparecerá otra u otro y se les olvidará lo tuyo —Santiago me dedicó una sonrisa tranquila—. Dales una semana más.

—Tienes cara de querer matar al que lo difundió —elevó las cejas, a lo que Ryker se apresuró a añadir—: Porque yo quisiera hacerlo.

Y eso es lo peor de todo. Claro que quiero estrangularlo. La maldita página de chismes del cole, que es anónima por obvias razones, gracias a ellos todos saben la vida de todos. Seguramente el engaño se habría quedado entre Justin y yo, claro lo hubiera mandado a la mierda —como lo hice— pero todo solucionado. Pero las cosas no son perfectas y un metiche grabó como me era infiel y lo subió, prácticamente ni me hubiera enterado.

—Si, pero de qué serviría, además gracias a ellos me enteré. Ahora solo quiero dejarlo ahí, como dice Tiago para la próxima semana habrá algún otro chisme y quedaré en el olvido.

—¿Hablaste con él? —Ryker miró algo o a alguien detrás de mí y lo imité, al fondo en una de las entradas estaba mi, para eso, exnovio y su pandilla de amigos.

—El martes se acercó y me dijo que lo sentía, a lo que yo me reí y le pregunté si de verdad lo sentía y se quedó callado.

—Mucho cabrón —espetó Santiago.

—Lo era. En fin, ahora estoy en la boca de todo el mundo y saben lo jodido que es que apenas llevábamos dos meses de novios.

—Estabas enamorada...

—No, eso no —interrumpí a Ryker— estaba ilusionada —lo corregí—. En el fondo sabía que no era para mí, no había conexión y ya empezaba a sentirse de la mierda. Estaba pensando en terminarlo, pero bueno se podría decir que alteraron mis planes...

—¡Señor Santos! —gritó una voz que reconocí perfectamente, era la inspectora Sánchez. Santiago se giró al escuchar su apellido—. ¡Podría por favor ayudarme con la disciplina de su curso, le recuerdo es el presidente y todos están dando una mala imagen de nuestra institución! —Santiago solo asintió, pero por su cara preferiría callarla—. ¡Que hagan una fila porque en poco ingresamos, ya no importa si no están en orden de lista y asegúrese de que estén todos...! —se espantó al notar algo a nuestras espaldas— ¡Señorita Gómez ya le he dicho que...!

Desaparece en esa dirección gritando apellidos al azar.

—No entiendo el porqué de estas charlas y además esa vieja ya me tiene arrecho. Santiaguito esto y Santiaguito el otro.

Ryker y yo empezamos a reír.

—Tranquilo presi, falta poco para la graduación.

—Y las charlas son solo para alardear las carreras que otras universidades no tienen, todos van a entrar a ese auditorio y quedarse dormidos —Ryker me miró y sonrió—. Tú primera de seguro.

Antes de que pueda responderle Tiago nos tomó del brazo a los dos y nos acomodó, haciéndome quedar delante de Ryker. Después empezó a gritar los nombres de todos los demás para que se coloquen en fila y al girarme lo entendí, la inspectora está regresando a donde estamos.

—Santiaguito mijo, rápido que los del A ya empezaron a ingresar.

—Kenda —me llamó Santiago.

—¿Te ayudo?

—No, ya están acomodándose. ¿Dónde están Yajaira y Ximena?

—Fueron a comprar poco antes de que empecemos a hablar, de seguro están por volver.

—¿Zeki, Quique, Criss y Mati?

—También fueron a comprar —respondió Ryker.

—Carajo, faltan ellos seis y los del B ya empezaron a ingresar. Ya nada ahí que se las arreglen...

—Ya llegamos —anunció Yajaira con la voz agitada—. No me mires con esa cara Santiago, fue culpa de Ximena que no se decidía...

—Yaja, ya no importa. ¿Vieron a los chicos?




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