La Última Carta

3. La fiesta

Volví a mirarme en el espejo, repasando mi aspecto. Había logrado un buen outfit, un poco arriesgado por el frío, pero eso ahora mismo queda en segundo plano.

Pensé el hacerme ondas como ayer, pero al final opté por dejarme mi pelo lacio natural.

Terminé de colocarme brillo en los labios y sonreí feliz con el resultado.

Una figura apareció a mis espaldas la miré a través del espejo con una sonrisa de admiración. Mamá era guapísima. Entiendo por qué mi padre se fijó en ella. Sus ojos chocolate contrastaban con el color caoba de su cabello.

Era verdad que no había heredado nada físicamente de ella, pero sí de actitud hablábamos, se puede decir que tenemos el mismo carácter.

—¿Como me veo?

Mi madre esbozo una de sus cálidas sonrisas.

—Muy bonita, mi vida. Solo... —comenzó a rebuscar en mi armario murmurando algo que no logré entender y después extrajo un abrigo azul oscuro—. Este te conbina, hace frío y no quiero que te enfermes. ¿Segura que no sería mejor un pantalón?

—No, mami. La falda está bien, me gusta cómo me queda y tú me la compraste.

—No para esta ocasión claro está.

Reí y tome mi bolsa para guardar algunas cosas que podría necesitar.

Mujer precavida vale por dos.

—¿Va Enrique? —preguntó de repente.

Quique y mi madre se llevaron bastante bien desde el principio, cosa que no logro entender por qué pasó. Y no ayudaba nada a mi situación actual con él, aunque definitivamente lo peor fue al principio de la ruptura. Ahora ya me he acostumbrado. Mamá sigue pensando que él es bueno para mí, dice que es buen chico y que, aunque no seamos pareja siempre le agradara, así sea como un amigo porque llego a tenerle mucha confianza.

Y no, no estuvo nada de acuerdo cuando empecé a salir con Justin, me dijo que no le agradaba ni un poco.

Tiene cierta capacidad para ver a través de las personas, cosa que no poseo. Es bastante buena deduciendo cosas y desde el principio me dijo que Justin no le agradaba para mí, que no se veía como alguien de fiar y al final sus predicciones se volvieron realidad.

Claro que me afecto de una forma u otra lo que me hizo mi exnovio y como siempre mi madre estuvo para mí.

En ese aspecto es comprensible, trata de hablar conmigo y aconsejarme en lo que puede. Es una persona muy racional, deduzco que es por su oficio como trabajadora social, por años a tenido que tratar diversos casos y eso le ha hecho una persona más condescendiente.

Es buena controlando lo que siente, sabe manejarse ante cualquier situación y controlar sus emociones. Es de esas personas que piensan bien y calculadora todo antes de actuar. Normalmente no se deja llevar por sus emociones, aspecto que también me caracteriza. Somos bastante prudentes y rara vez nos dejamos llevar de nuestros impulsos.

A pesar de todo esto cuando mi madre ocupa su faceta terca es imposible de cambiar sus pensamientos. Y si consideramos los niveles de enojo que puede llegar a mostrar, hasta miedo da.

A final de cuentas sigue siendo madre y por muy tolerante e indulgente que sea cuando se trata de Zoe o de mí, llega a ser otra persona. Sí por ella fuera no permitiría que jamás nos hagan daño, posiblemente nos encerraría en una caja de cristal, pero por otro lado como ella mismo dice: «hay dolores que como madre no te puedo evitar y cosas que tendrás que vivir tu misma para que desarrolles tus propios conceptos». Y estoy totalmente de acuerdo. Hay cosas que no podrá evitar, pero no por eso me dejará de aconsejar o estar a mi lado para cuando el mundo me dé una patada en el culo.

Definitivamente no pude haber pedido mejor madre.

—Dijo que no podía. Y no, no me dijo por qué.

«Ni siquiera se lo pregunté, porque no tiene que darme explicaciones que no me interesan» quise decir, pero hay cosas que prefiero conservar para mi misma, sobre todo frente a mamá.

—Entonces solo van Yajaira, Zeki y tú.

—Hasta donde tengo entendido sí. Yaja llevará a su prima, fue la condición que le pusieron para mandarla. Mat ya nos dijo que no podría y Tiago nunca confirmó y si él no va Ryk tampoco.

Abrió su boca para responder algo, pero la interrumpió el claxon de un carro que sonó a las afueras de mi casa.

—Debe ser Zeki —me coloque rápido el abrigo y después el pequeño bolso.

—Bueno vamos saliendo las dos.

Los sábados y domingos pasamos donde mi tía Vicky. Así que ella iría bajando. Zoe ya está allá.

—¿Si le diste de comer a los conejos?

—Sí. Todo listo.

Salí y una brisa fría paso por mis piernas haciéndome tiritar.

—Buenas noches, Gaby —saludó Zequi animado a mi mamá que seguía cerrando la puerta.

Ezequiel era como otro hijo para mamá y le tiene mucho cariño. Sobre todo, después del divorcio de sus padres. Pasamos mucho tiempo juntos así que prácticamente forma parte de la familia.

Al principio mi tía juraba que terminaría siendo novia de Zeki pero eso nunca pasó. Desde el principio tuvimos una buena conexión, pero siempre fue amistosa. Y mi amigo es guapo no lo puedo negar, sin embargo, jamás lo podría ver de otra forma. Como siempre digo, él es el hermano que nunca tuve.

—Hola, mijo —respondió a su saludo dándole un abrazo.

—Hola a ti también Ezekielito —digo para darme a notar.

—Hola, Liserli —canturreó en un tono burlón y me abrazo.

Reímos al mismo tiempo y mamá negó divertida al vernos.

Zeki era el único aparte de mi tío Frank en llamarme por mi segundo nombre. Siempre me dice que le agrada más y que en efecto tengo cara de Liserli —cosa que me parece completamente estúpida.

—Con mucho cuidado Zeki. Me la cuidas —habló mamá apuntándole con un dedo a mi mejor amigo.

—Siempre. Sabe que es como mi hermana, no dejaría que nada le pasara —me abrazo de lado y dejo un beso en mi cien.

—Confío en ti. ¿Es tu tía? ¿Yamileth? —cuestiona señalando el carro con la mirada.

—Si. Ella nos llevara.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.