La Última Carta

5

LOS INTERCOLEGIALES

Era la séptima caída en el día. Contando.

¿Qué me estaba pasando?

Ósea es normal caerse durante los ensayos, pasa siempre. Lo que no es normal es que lo haga con una rutina que la semana anterior realizaba sin la más mínima dificultad. Me estaba desmotivando y hartando. «¿Y si mejor me quedo tirada aquí?» No era mala idea.

Hasta podía ver la cara de Juampa contraída. Se debía estar preguntando qué pasaba conmigo.

«Querido Juampa, no es qué me está pasando, sino quién me está pasando»

En ese momento llegó mi salvación y se puso de cuclillas frente a mí. Primero vi sus patines negros, alcé mi mirada para dar con sus ojos caramelo y después ver una mano extenderse hacia mí.

—Es la séptima vez que te vas de culo al piso. Vamos, Kendylu.

Recibí su ayuda y nos pusimos de pie.

—No te preguntaré qué te sucede. Lo sé perfectamente. Lo que te está pasando tiene nombre y apellido que no me encargaré de recordártelos porque de seguro tu conciencia ya hace ese trabajo por mí.

—Tú y ella joden mucho —dije sin muchas ganas.

—Debe ser, me puse de acuerdo con ella para fastidiarte, pasó hace unos años mientras dormías felizmente —tenía las manos en jarras.

—Vaya.

—Quita ya esa cara de culo, la que normalmente la tiene soy yo, no me quites el papel en esta historia. Por lo menos podrías decir un "gracias, mejor amiga del mundo mundial".

—¡¿Todo bien, Kenda?! —preguntó Juampa, alcé mi pulgar en su dirección para afirmar—. Muy bien, vamos a hacerlo una última vez, hemos ensayado esta coreografía durante semanas, ya no quiero errores tan básicos. ¿Entendido? —su mirada puesta en mí.

Asentí y volví a colocarme en mi puesto. Salió mucho mejor que las últimas once veces por lo menos. Aunque no puedo decir que no volví a caerme porque en efecto lo hice, cabe aclarar que no fue mi culpa. Wendy, una compañera, se había cruzado y para no chocarnos me desvíe, al hacerlo no me prepare bien para la media luna que tenía que dar y caí descuartizada. Suerte que después de eso pasaron seis segundos y terminó la canción.

—Chicos, necesito que ensayen en sus casas también. Ahora, den veinticinco vueltas por la pista y estiren. Les comento que afuera están unas personas, son los encargados de una competencia que habrá en Julio, lo más probable es que nos inviten y si es así habrá de prepararnos para ir a Quito, y hacer muchas rutinas nuevas. Necesito que se esfuercen. Iré a conversar con ellos, mientras tanto ustedes hagan lo que tienen que hacer, rápido.

Juampa salió y me puse de pie. Al rato ingresó con dos personas a la oficina. Beth llegó y halo de mi mano para seguirla y dar las respectivas vueltas.

—Muy bien, tenemos que hablar.

—No me apetece.

—¿Dónde está la Kenda de todos los días? —exclamó y giró los ojos—. Tú y yo sabemos muy bien lo que te pasa

—Sí lo sabes tú, dímelo.

—Tú también lo sabes y no te sigas negando. Mira esa cara de... —analizó mi rostro sin detenerse— digamos afligida, trastornada, aturdida y desconcertada.

—Acabas de decir puro sinónimo. Y para que lo sepas mi tío me ajustó los brackets hace unas cuatro horas.

—Esta no es tu cara de cuando te ajustan los brackets, más bien esa cara es de no querer aceptar la realidad.

—Pero.... —fruncí el entrecejo—, ¿qué dices, Beth?

—Lo sabes bien. Admite de una vez que Ryker te gusta, siempre te ha gustado y ahora que lo besaste se clavó en tu mente como lo hace un clavo en una madera de un martillazo. ¡Oye, eso rimo!

—No, no rimo y para mi suerte el martillo tiene esa cosita para sacar los clavos. La utilizaré.

—No me refiero a eso, Kenda.

—Beth, sé perfecto a lo que te refieres.

—Obvio que lo sabes, pero no quieres admitir algo que para ti era imposible, pues fue más posible de lo que tu o yo esperábamos...

—Ya cállate.

—No me callo nada... ¿Cuántas vueltas vamos?

—Nueve.

—Bueno, sigo, acepta que siempre te gusto Ryker, me lo dijiste desde el primer día que llegó a tu colegio y lo cito: "No te puedes imaginar lo guapo que es, te juro que esta bellísimo y tiene uno rulos muy lindos, oh y una voz que esta de infarto. Te lo prometo amiga esta para morirse y tiene un primo que tampoco está nada mal, podría presentártelo y salir los cuatro". Lo recuerdo perfecto, aunque cuando teníamos catorce años eso sonó menos... cursi. Puaj, guacala —saco la lengua y fingió tener una arcada—. ¿Sigues pensando lo mismo?

Sí, solo la primera parte, y ya no lo diría con esas palabras.

—Amiga, él te gustó siempre solo que quedó en el olvido después de un tiempo que no pasó nada y tras eso llegó Quique a tu vida... En fin, Ryk quedó en segundo plano, tipo lo dejaste abandonado en algún lugar de tu cabeza y te acostumbraste a ser su amiga. Lo escondiste, podríamos decir, y tras el beso todos los sentimientos que alguna vez tuviste volvieron a aparecer, como que renacieron. Un gusto es un gusto, no se quita así de fácil y mucho menos se ignora.




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