Agustín
—Y recuerda por favor que debes ir a ver a la hija del señor Max —me recuerda papá por milésima vez y frunzo el ceño por milésima vez no contento aún con la petición
—No quiero ver a esa mujer —digo de forma clara ya que al parecer mis formas respetuosas, mis esquivadas y demás técnicas parecen no haber dejado en claro el mensaje
—¿Por qué no? Es una mujer hermosa, joven, educada, trabajadora y se conocen desde niños ¿Por qué no querrías cenar con ella? —pregunta mi padre extrañado y suspiro
—Sé que Vanessa es todo eso y no lo voy a negar, es una mujer increíble pero no es la mujer que quiero en mi vida papá —respondo y la línea queda en silencio un segundo antes de que se escuche su respiración nuevamente
—¿Tienes a alguien más en tu corazón hijo? —interroga y niego con la cabeza como si él pudiera verme
—No papá, no tengo a alguien en mi corazón pero sé que Vanessa no es esa persona que quiero para mi vida y quiero descubrir quién es esa persona a su tiempo —contesto y lo escucho suspirar como hace cuando no está de acuerdo
—No te haces más joven hijo y quiero morir dejándote ya establecido no solo en el trabajo y como persona, sino también con una esposa y familia que te ame y que tú ames —susurra él, soy consiente que es su mayor deseo desde que pise los 25 años y entré a trabajar
—Lo sé papá pero estoy seguro de que pronto encontraré a esa persona destinada a estar en mi vida —lo tranquilizo
—Bueno, hablaré con Max para decirle que la cena no va —es todo lo que dice y sonrío
—Gracias por entender papá.
—Solo quiero que seas feliz hijo —es toda su respuesta
—Lo sé —susurro estacionando en el edificio en construcción —Te hablo luego papá que ya llegue a la obra en construcción.
—De acuerdo, ven luego a casa —me pide
—De acuerdo, adiós —me despido y cuelgo la llamada
Salgo del auto agarrando mi casco de seguridad y miro el pequeño edificio en construcción que ante mí se encuentra.
Hace 5 años cuando estaba por cumplir los 26 y me gradué de la universidad decidí montar con la ayuda de mi familia una pequeña empresa de construcciones la cual poco a poco fue ganando renombre y confianza hasta convertirse en lo que es ahora y todo gracias a mi familia, a mis empleados que se animaron a confiar en mi para ese proyecto que no sabía como terminaría pero me daba buena pinta y a mí que me tuve la confianza suficiente para animarme a intentarlo y a no abandonar el proyecto en los malos momentos.
—Buenos días señor ¿Viene a supervisar la obra? —me pregunta Marcelo, mi mano derecha en el negocio
—Deja de decirme “Señor” Marcelo —le vuelvo a decir haciéndolo reír ya que es consiente que no me gusta ser llamado así pero lo hace por molestarme
—Ay pero señor es el jefe —sigue y lo miro con cara de fastidio —Está bien, está bien —alza sus manos en señal de calma —No te diré más así pero no te enojes.
—Gracias ¿qué tal todo? —pregunto caminando con él a mi lado
—El primer piso está listo y aprobado, el segundo igual pero el tercero está causando problemas —me informa y lo miro confundido
—¿Por qué? —interrogo caminando directamente hasta ese nivel donde el equipo se encuentra trabajando
—Parece que alguien cometió un error y uno de los pilares esta inestable, lo vamos a derribar para volverlo hacer ya que seguir con la construcción con ese pilar así puede causar que todo el piso sea inestable —me informe y asiento
—Está bien, es lo mejor —opino de acuerdo
Seguimos caminando mientras examino todo y veo los planos del edificio mientras derriban el pilar para hacer el arreglo, me quito mi casco al sentirme un poco acalorado siendo consciente de que es peligroso pero estando lejos de cualquier peligro no le veo problema por lo que sigo en lo mío hasta que el teléfono suena.
—¿Hola? —pregunto pero no hay buena señal por lo que dejo todo en una mesa plástica ubicada con las cosas de los demás y me muevo —¿Papá? —intento nuevamente pero no logro escucharlo
Sigo caminando intentando y bajo a lo que será una terraza del segundo piso cuando entonces se escucha algo derrumbarse y al mirar arriba veo como pedazos del pilar caen por lo que sin pensarlo me lanzo al lado para evitar caigan en mi cabeza desprotegida pero al tirarme unos clavos tirados en el suelo se entierran en mi pierna haciéndome gritar de dolor.
—¡Agustín! —grita Marcelo que corre hasta mí
Kelly
El ambiente aquella mañana del mes de enero se encontraba frio gracias a las oscuras nubes grises que anunciaban la pronta llegada de la lluvia, cada que comenzaba la temporada de lluvia esto siempre se encontraba presente en la ciudad y para mí era fascinante y al mismo tiempo placentero pues esta era mi estación favorita a pesar de que el clima frio y la lluvia solían traerme algunos problemas pero para mí, el ver caer la lluvia, era algo sin igual.
Todo parecía normal en la ciudad a primera vista, como cada mañana las personas caminaban de un lado a otro de forma rápida para llegar al trabajo, la escuela o cualquier destino que tuvieran esa mañana y no importaba si era a pie, en auto, moto o en el transporte público, todos llegarían excepto dos hombres que chocaron justo en la avenida dando pie a un espectáculo que desde la ventana del hospital podía apreciar aunque no escuchar.