Lo de salir con Eric de vez en cuando empezó hacerse costumbre. Siempre que el piloto no trabajaba ni tenía ningún evento pendiente, sacaba tiempo para viajar hasta Málaga para ver a Alma.
Las semanas se convirtieron en meses, y los meses, en años, Eric esperaba pacientemente a que Alma se decidiera a dar el paso de aceptarlo de nuevo, pero la cosa no estaba muy clara, ya que cada vez que él sacaba el tema, la chica intentaba evadirlo.
—¡Muchas felicidades Noel!—Alma abrazaba a su sobrino con cariño.
—Me cuesta tanto creer que mi renacuajo tenga ya seis años…—suspiró Andy con nostalgia.
—La verdad que parece que fue ayer—añadió Alina.
Noel era un clon de su padre, pelo negro y espesísimo, con ojos azabaches, era igual de zalamero que su progenitor. En cambio Carla era un bebé de un año y medio con cabello castaño y ojos azules como su madre, con el paso de los años Andy y Alina consiguieron construir una bonita familia.
—¡Hala que chulo!—gritó Noel tras desenvolver el regalo de su tía—¡Es una pista de motos, que pasada! Eres la mejor tita del mundo—se echó encima de Alma.
—¡Sí, ya me imagino! En cuanto Melissa te envíe su regalo te olvidarás de mí—el timbre de la puerta sonó—Ya abro yo.
Cuando abrió la puerta su sonrisa se esfumó, ni siquiera la había abierto del todo cuando retrocedió sobre sus pasos y volvió con los demás.
—¡Es el tito!—gritó el pequeño emocionado—¡Mamá, mamá, es el tito Yahir!—otra de las virtudes del niño era lo cariñoso que se mostraba con todo el mundo, también se abrazó a su tío, y éste lo cogió en brazos.
—¡Feliz cumpleaños campeón!—lo bajó al suelo y se dio cuenta como lo miraba su sobrino—¿Te pasa algo?
—No, nada…solo qué…pensaba que tú también me habías traído un regalo. Papá y mamá me han regalado una bici, la abuela me ha dado dinero para comprar muchas chucherías, y la tita Alma me ha regalado una pista de motos chulísima…—el niño agachó la mirada—Pero tengo muchas cosas para jugar, no importa si no has traído nada.
—¿De veras piensas que no te he traído nada?—le preguntó al pequeño—Te he traído algo que te va a encantar, pero está abajo ¿Quieres saber qué es?
—¡Sí, sí, quiero verlo ya! ¿Puedo ir?—pidió permiso a sus padres.
—¡No habrás sido capaz!—Alina fulminó a su hermano con la mirada mientras que Yahir asentía sonriente—Te dije que es muy pequeño aún.
—No pasa nada, porque no va a estar solo cuando utilice su regalo. Vamos Noel, te mostraré lo que te he traído.
Ambos bajaron hasta la calle, cuando Yahir bajó el regalo de su sobrino, Noel saltaba de alegría a su alrededor.
—¿Te gusta o no? Si no te gusta la devuelvo ahora mismo.
—¡Es la moto más chula que he visto nunca!—se montó en ella muy emocionado.
—Pero antes de poder usarla, tienes que prometerme algo—Noel lo miraba expectante—Primera norma, siempre usarás el casco y las protecciones, y cuando digo siempre es siempre. Y la segunda norma es que nunca, jamás montarás si ningún adulto está contigo ¿Las cumplirás?
—Sí, tito te lo prometo, gracias, eres el mejor tito del mundo—miró a Alma que estaba asomada a la ventana como todos—No te ofendas tita.
—Tranquilo cariño que tú nunca me ofendes.
—¿Podrías enseñarme a montar? Ya que el tito no vive aquí, podrías hacerlo tú que eres la héroa de las motos.
—Se dice heroína, cielo—le corrigió su madre—Bueno ya veremos lo que hacemos con la moto, de momento es mejor que la guardes en el taller.
—¡Jo mami, yo quería dar una vuelta!—se quejó Noel.
—He dicho que ya veremos, cielo. Será mejor que subáis, hace mucho frío ahí fuera.
Los chicos subieron y Noel enseguida se fue a jugar con unos amigos a los que había invitado.
—¿Cómo se te ocurre regalarle una moto de gasolina a mi hijo? ¡Sólo tiene seis años!—le reclamó Alina.
—Yo a su edad ya montaba y nunca me pasó nada, mírame—se defendió.
—Por eso lo digo. ¿Y si resulta que Noel hereda tu «pasión» por ellas? No creo que pudiera volver a eso.
—Si eso ocurre yo estaré encantado de enseñarle todo lo que sé. Sobre todo ahora que ya tengo todo el tiempo libre del mundo—hacía dos años que se había retirado.
—¡No me gustaría que mi hijo corriera peligro cada día! Se sufre demasiado, créeme.
—Estás haciendo una tormenta de un grano de arena, rubita—intervino Andy—A lo mejor el renacuajo ni siquiera se interesa en serio en eso, tranquilízate ¿Vale?
—Está bien, lo único que me consuela es que Alma no dejará que le pase nada malo ¿Verdad?
—Puedes estar segura de eso—respondió la aludida que todavía no había dicho nada al respecto—Alina si tu hijo quiere dedicarse a esto y tiene el suficiente talento, no le cortes las alas o de lo contrario se empeñará más, tienes que dejar que elija lo que quiere ser.
—¿Quién te ha pedido tu opinión, españolita?