La última Victoria ( Bilogía Familia #2) (2016)

CAPÍTULO 8

En los días sucesivos, Alma pensó que su madre se había vuelto loca, se habían recorrido todas las tiendas para niños de Volendam y parte de Ámsterdam.

—¿No crees que con todo lo que has comprado es más que suficiente?—Alma se sentó en el sofá agotada—Aquí hay cosas como para diez niños y que yo sepa sólo viene uno—bromeó.

—Los niños necesitan muchas cosas, y sobre todo ropa, cuando llegue el momento me lo agradecerás—soltó las bolsas sobre la mesa y se sentó junto a su hija mientras le acariciaba la tripa—Tengo muchas ganas de que nazca ya…

—Pues imagínate yo—resopló—Ya no me veo nada de barriga para abajo.

—¿No crees que deberías ir a que te vea el especialista? No sé ya que va a nacer aquí sería bueno ir… No me quiero meter en tus cosas, yo sólo me preocupo por vosotros.

—Tienes razón, a mí ni siquiera se me había pasado por la cabeza—se sintió mal por no haberse preocupado sobre ello—Haz la cita el día que te venga bien.

—Entonces llamaré ahora mismo—se levantó del sofá para dirigirse a su despacho.

Alma hizo lo propio, pero un poco más despacio, hurgó todas las bolsas para ver sus compras. La puerta de casa se abrió y sintió un escalofrío, como si alguien la estuviera observando. Se giró lentamente para encontrarse con una fría mirada que le resultaba conocida.

Recorrió al recién llegado de arriba abajo y seguía sin poder creerlo.

—¿Tanto he cambiado que ni siquiera me reconoces?—preguntó una voz madura y grave—Tú tampoco estás como la última vez que te vi, Alma.

—¿En serio…eres tú?—se acercó hasta él para corroborarlo y cuando él le dedicó una sonrisa, se convenció—¡Dios! ¿Cuántos años han pasado Bradley?

—Unos cuantos. La última vez que me viste era un crío de catorce años. Todos nos hacemos mayores, supongo.

—Y que lo digas…—seguía boquiabierta—Perdóname pero es que estoy bastante sorprendida, has cambiado muchísimo.

Y tanto que había cambiado. Ella lo recordaba como un niño, era cierto que entonces ya le sacaba una cabeza de alto, era delgaducho y con un carácter demasiado serio. Sin embargo ahora era todo un hombre, aún más alto y con un cuerpo totalmente definido. El único defecto que encontró si es que podía llamarlo así, era que tenía muchas similitudes con su progenitor, sobre todo en la forma en la que sonreía o en la expresión de su mirada.

—Enhorabuena por tu bebé, no tenía ni idea—le dijo mientras fisgaba en las bolsas de la mesa.

—Gracias—se sentó de nuevo y respiró profundamente antes de volver a mirarlo—Marta está en el despacho, ve a saludarla.

—No sabía que ya vivías aquí con tu madre, me alegra muchísimo que la hayas perdonado, es una buena mujer.

—No vivo aquí—le aclaró—Vine unos días y cuando quise volver a casa, ningún avión me dejaba subir así.

—Menuda faena ¿Y te queda mucho?—le tocó el vientre con una familiaridad impropia del Bradley que ella conoció—¿Sabes ya que es?

—Me quedan unos dos meses o quizá menos y no, no quiero saber qué es hasta que nazca.

—¿Por qué te cuesta tanto mirarme a la cara? Pensaba que éramos amigos, nunca nos costó mantener una conversación.

—Claro que eras un amigo, y un niño, ahora es…diferente—respondió con la mirada fija en el suelo.

—No me cuentes historias, sé lo que pasa. ¿Y sabes qué? Yo no tengo la culpa de parecerme a él—replicó molesto—Pero por fortuna yo no soy él, soy Bradley una persona totalmente distinta a mi padre.

—Lo siento…no te enfades es que yo…simplemente soy tonta. Tienes toda la razón del mundo, perdóname—se disculpó.

—No, perdóname tú a mí—le alzó la barbilla para que lo mirara por fin—Estoy un poco cansado, ya sabes el jet lag y eso—cuando la miró lo recorrió el mismo nerviosismo que le producía cuando era niño y se arrepintió de haberle hablado mal.

—Bueno y cuéntame—se serenó poco a poco—¿Qué es de tu vida? ¿Estudias, trabajas? ¿Algún amor a la vista?—bromeó para rebajar un poco la tensión del ambiente.

—Pues fui a la facultad de medicina un año y medio, y luego lo dejé. Me di cuenta que la medicina no era lo mío. Todos se enfadaron mucho conmigo pero está superado.

—¿Y qué es lo tuyo si se puede saber? No creo que vivas del aire ¿No?

—Tengo un grupo de música, llevamos poco tiempo, pero en Argentina somos más o menos conocidos, soy uno de los vocalistas y también el bajista. Nos llamamos Moonlight. Hemos dado unos cuantos conciertos en Rosario, Córdoba, Mar del Plata y algunos sitios más.

—No sabía yo que tenías esa faceta de cantante, pero si es lo que tú quieres y te hace feliz, adelante, los sueños están para seguirlos, si son más o menos asequibles, claro.

—Eres la primera persona que no sean mis amigos que me apoya, no sabes cómo te lo agradezco—cogió una de sus manos y le dio un apretón cariñoso—Si esta aventura nos sale bien, serás la primera en recibir el disco autografiado y por supuesto serás más que bienvenida al concierto que tú quieras.

—Bueno, despacito y buena letra, que decía mi padre. No tengas prisa, eres muy joven y si no es este proyecto, ya saldrá otro, lo importante es no rendirse—se le escapó un bostezo—Perdón, es que estoy que me caigo de sueño—se levantó torpemente y Bradley la ayudó—Gracias, voy a descansar un poco antes de comer.




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