La última Victoria ( Bilogía Familia #2) (2016)

CAPÍTULO 11

Alma seguía sin poder recibir visitas por lo cual, ya ni siquiera Yahir se quedaba por las noches en el hospital, llevaba más de una semana allí y no le había valido de nada, así que todos acordaron turnarse por el día para poder cuidar de Victoria que ya estaba en casa.

La pequeña se portaba muy bien, había ganado peso y el pediatra les dijo que no tenían de qué preocuparse, Victoria estaba perfectamente y los tenía embobados a todos y particularmente a Yahir que era quién se ocupaba de ella casi siempre.

Decidieron que la niña dormiría en la habitación de Alma, y por supuesto Yahir también se cambió de habitación para que Victoria no estuviera sola. Cuidaba de ella como si fuera su propia hija, y en el momento tan agónico en que él se encontraba era una gran luz de esperanza.

Había pasado cerca de un mes y la situación seguía en el mismo punto, pero toda la familia se empezó a desesperar porque no dejaban entrar a nadie a ver a Alma. El doctor que llevaba su caso se apiadó de ellos y consiguió que durante un par de horas al día, pudieran estar con ella.

La primera que entró fue su madre acompañada por Milek. Marta, que al verla tan quieta y con un color tan apagado en su cara no pudo reprimir las lágrimas. Se acercó hasta la cama y besó su frente mientras le acariciaba la cabeza dulcemente. Era incapaz de parar de llorar, no concebía una vida así para su hija. Minutos después entró su hermana, repitiendo los mismos gestos de Marta.

—¿No vas a entrar hijo?—preguntó Milek a su sobrino.

—No puedo… y me odio por hacer esto, pero no podría soportar verla tan mal—recibió un mensaje a su móvil y una sonrisa triste apareció en sus labios—Debemos ir a casa, nos están esperando.

Por más que intentaron sonsacarle que era lo que les esperaba en casa, Yahir guardó silencio absoluto. Al llegar a casa, estaban Gerard, Olaya con Victoria en brazos, los padres de Eric estaban echando chispas.

—¿Qué hacéis vosotros aquí?—Marta le arrebató la niña a Olaya—Si venís a llevaros a mi nieta os la veréis conmigo.

—No te pongas así, sabes de sobra que no nos la podemos llevar… Por ahora. Pienso luchar por mi nieta legalmente.

—¿Qué estás diciendo? Pensaba que eso ya lo habías hecho ¿Por qué si no ibais a estar aquí?

—Eso puedo explicarlo yo—respondió Yahir—He reconocido legalmente a Victoria como mi hija, nadie que no sea su madre o yo puede llevársela a ninguna parte.

—No deberías haberlo hecho muchacho—le increpó Gerard—Su padre es Eric, no tú.

—¿Y de qué le sirve tener un padre que está muerto?

—Con una simple muestra de ADN se demostrará que tú no eres su padre y nos darán la razón a nosotros.

—Puede… Pero igual cuando me case con su madre pasaré a ser su tutor legal, no podéis hacer nada. Lo mejor para todos es que os marchéis sin hacer ningún tipo de escándalo.

—Tenemos derecho a ver a nuestra nieta—dijo Olaya.

—Podréis venir a verla cuando queráis, pero antes debéis avisar para que no interferíais en sus actividades.

El matrimonio se fue de casa de los Nowak hechos una furia, mientras que todos miraban a Yahir con la boca abierta.

—Qué calladito te lo tenías primo, pero me alegro que lo hayas hecho por el bien de las dos.

—Sí, sólo espero que cuando Alma despierte no me mate cuando se entere de que a su hija le ha salido un padre, dudo que se quede tranquila con este asunto.

—No lo hará, te lo aseguro. Mi hija haría lo mismo si la situación fuese al contrario—le pasó a Victoria—Ve con papá cariño. ¡Enhorabuena Yahir, ya tienes la parejita!

 

Pasaron dos meses más en los cuales Victoria parecía crecer por minutos, era un bebé adorable y risueño, de pelo negro igual que el de su madre y los ojos claros, aún no se habían definido pero todo apuntaba a que serían azules o grises y tenía a todos embrujados. Al menos esa pequeña criatura los mantenía distraídos del drama en el que vivían.

Los médicos le volvieron a hacer pruebas a Alma y al parecer, reaccionaba a los estímulos pero por alguna razón aún no conseguía despertar.

Un día en el que Marta fue a visitarla, se sentó a su lado y le tomó de la mano mientras le hablaba de Victoria, Marta tenía la esperanza de que escuchara todo lo que ella le contaba. Guardó silencio un momento mientras miraba distraída por la ventana, de repente, sintió una levísima presión sobre su mano y se sorprendió muchísimo.

—¿Alma, me oyes? Si puedes oírme hazlo de nuevo—esperó unos segundos y volvió a sentir una leve presión—¡Yo sé que te vas a despertar muy pronto cielo!

La visita terminó desgraciadamente para ella, cuando llegó a casa se encontró a Yahir y Victoria en el jardín dando un paseo, él la sostenía entre sus brazos mientras que la niña miraba todo con curiosidad.

—Hola cielito—besó a la niña en la sien—¡No te vas a creer lo que ha pasado!

—Pues si no me lo cuentas no puedo saberlo—se sentó en el porche mientras se cambiaba a Victoria de brazo.

—Alma apretó mi mano. Y ya sé lo que me vas a decir, no fue un acto reflejo, cuando le dije que si me escuchaba lo hiciera de nuevo, ella lo hizo. Eso tiene que significar algo.




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