La última Victoria ( Bilogía Familia #2) (2016)

CAPÍTULO 14

El hombre cada vez se acercaba más a ella, se notaba que se cuidaba ya que no recordaba que estuviera tan en forma la última vez que lo vio, tenía barba de dos o tres días y su mirada clara mostraba la gran alegría de verla allí sentada.

—¡Madre mía casi ni te reconozco!—exclamó Alma.

—¡Qué exagerada!—Bradley la abrazó con cuidado ya que tenía a Victoria en brazos—¿No me digas que esta preciosidad es tu hija?—le sonrió dulcemente.

«Cada día se parece más a él» pensó.

—Sí, ella es Victoria—la besó y se la dejó para que la cogiera—Te presento al tito Bradley.

—Yo encantado de serlo. Hola guapa ¿Sabías que pareces una muñeca?—le hablaba a la niña mientras la pequeña le hacía gorgoritos.

—Bueno ¿Qué tal todo? ¿Qué pasó con tu banda?

—Va todo bastante bien, estuvimos de gira por Latinoamérica y fuimos un éxito, ahora vamos a empezar la gira por Europa, y tal y como te prometí—se sacó un sobre del bolsillo—Entradas para el concierto de Ámsterdam para dentro de una semana. No me puedes fallar.

—Bradley ¡Enhorabuena! Me encanta saber que por fin estás haciendo tu sueño realidad, muchas gracias por venir a verme y traer las entradas. ¿Cuántas has traído?

—Supuse que mis tíos no les va ese rollo y Alina y Melissa no creo que puedan venir, aunque les mandé entradas a ellas también para Madrid y París, así que he traído dos, supongo que no irás sola.

—¿Y a tu padre no le has dejado ninguna?

—No. Él no está de acuerdo con lo que hago, así que no espero que venga, es lo mejor.

—¿Lo mejor para quién? Bradley, ya no eres un niño, no puedes seguir comportándote así con él, por el amor de Dios ¡Es tu padre! Nunca has intentado acercarte a él, sé que soy muy pesada con este tema pero de verdad me haría muy feliz veros juntos. A mí me hace mucha falta mi padre y ver que tú lo tienes y no lo aprovechas me da mucha rabia, tanto por ti como por él.

—Alma, no quiero ser borde pero ya está, no quiero hablar de este tema, voy a saludar un momento y me vuelvo al hotel. Si quieres venir al concierto avísame y te conseguiré un buen sitio, sé que aún no estás bien del todo—le devolvió a la niña que se había quedado dormida y se fue sin decir nada más.

Se quedó embobada mirando a su hija, si Victoria alguna vez dejara de hablarle, se moriría. Ahora podía entender mucho mejor lo que Marta sintió cuando se enteró que era su madre y lo mal que la trató. Por lo menos enmendó su error y ahora su relación era mucho mejor, aunque en todos los meses que llevaba allí aún no había conseguido llamarla mamá. Minutos después Bradley salió de nuevo, se acercó hasta ella y la besó en la mejilla.

—Soy un capullo, siento haberte hablado así—se disculpó—¿Saldrás conmigo esta noche?

—Estoy medio lisiada, no puedo salir de casa—puso su peor cara  para hacerlo sentir mal.

—¿Y? A mí no me importa que estés lisiada ni que finjas que estás enfadada conmigo—le volvió a sonreír y a Alma se le puso el vello de punta ¿Por qué tenían que parecerse tanto?

—Eres un jodío insoportable ¿Sabes?—se volvió para mirarlo a los ojos.

—Lo sé—respondió con falsa prepotencia—Vamos di que sí—se arrodillo delante de su silla poniéndole cara de pena.

—No me pongas cara de perrillo apaleao–intentó reprimir una carcajada, pero no pudo hacerlo—¡Venga vale! Pero que sepas que te va a tocar empujarle a esta magnífica carroza—dijo señalando su silla.

—No va a ser necesaria la carroza, yo mismo te puedo servir. Nos vemos luego—le guiñó un ojo y salió de allí. Odiaba sentirse así con Bradley, a comparación de ella era un crío y no estaba bien lo que pensaba cada vez que lo tenía cerca.

Pasó toda la tarde de los nervios intentando buscar una excusa absurda para anular la salida con Bradley, pero era incapaz de pensar en nada. A las nueve llegó el muchacho a buscarla.

—Su carroza la espera señorita—Alma se levantó de la silla y se quedó de pie ante un asombrado Bradley—¡Si puedes ponerte de pie!

—Hombre claro, y andar, pero muy poco y muy despacio, eso sí necesito algo en lo que apoyarme.

—Encantado de servirte de apoyo—ambos se despidieron de todos y salieron al jardín—Si te cansas dímelo y te ayudaré a llegar a donde quieras.

—De momento estoy bien, vámonos.

De la casa hasta el coche le había costado bastante llegar, pero no diría nada, no quería que Bradley se preocupara, fueron a un pequeño bar cercano a picotear algo y después al cine a ver una comedia de la que todo el mundo hablaba.

Los dos lo pasaron bien, hablaron de todo un poco y después de la película la estuvieron comentando entre risas. Cuando llegaron a la casa, se sentaron en el porche, a pesar de estar a mediados de Abril, la noche seguía siendo fresca.

—Tengo que pedirte una cosa, pero me da vergüenza hacerlo—confesó.

—Sabes que puedes pedirme cualquier cosa menos dinero—bromeó Alma—Vamos ¿Qué pasa?—puso un dedo en su barbilla para que la mirase a los ojos.

—Sólo quiero que no te enfades conmigo, es que quiero demostrarme algo a mí mismo.




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