La venganza de la Ceo adolescente

La doble cara de la fama

Me enfrento al primer reto. ¿Cuál es la contraseña de esta niña? La computadora se enciende y entra automáticamente. Aparentemente la tiene configurada con reconocimiento facial. Agradezco la habilidad tecnológica de las nuevas generaciones.

Hay cientos de videos y fotos de ella visitando diferentes lugares, en restaurantes, plazas, hablando sobre maquillaje… Me concentro y maldigo haber dejado siempre todo lo referente a crear y buscar archivos a Abril. Un nombre parpadea en mi memoria y uso el buscador. La carpeta está enterrada entre miles más y dice patrocinadores rechazados. Hay una subcarpeta llamada “Historias de Terror”. Me rio. Supongo que a Luz María no le gusta lo referente a ese género y Michelle pensó que, con ese nombre, no había modo que su mamá la abriera aunque la encontrara. Hay varios videos titulados con fechas. Se remonta hasta diez años atrás. En todos, la imagen que se ve primero, es un monstruo, fantasma o criatura tanto de horror clásico como de mitología coreana, japonesa, china... Chica lista. Si el nombre no la espantaba, la primera imagen seguro lo haría. Miro la fecha del último video. Fue de dos días antes del accidente. Me aseguro que nadie esté cerca. Me pongo los audífonos y lo dejo correr…

Pensé que haber ganado la pasantía para la semana de la moda, y más, habérsela ganado a Lina, me haría feliz. Sobre todo, pensando en que eso significaba que podría ir a Paris y Milán. No es que no los conozca, pero por fin iría yo sola, sin mis padres. Los primeros días saltaba de felicidad y hacía mil planes, pero entonces mi mamá empezó a bombardearme con pendientes y reclamos, diciendo que el trato para que yo pudiera estudiar diseño de modas, había sido, primero, que ella viviría conmigo, no permitiría que yo estuviera con todos en una residencia universitaria y segundo, que no dejaría los videos, ni las pasarelas, los comerciales… Si las fechas se empalmaban, siempre debía dar prioridad a mi trabajo, porque no podía decepcionar a mis fans…

La diseñadora a la que asistí durante la semana de la Moda era insoportable. Casi parece que, en lugar de premio, recibí un castigo. De haber sabido, no habría saboteado el trabajo de Lina.

Instintivamente, me doy una cachetada. El dolor me hace cerrar los ojos. No puedo evitarlo. El dolor que vi pasar a mi hija me llenó de coraje contra esta chica en la que vivo. Me tranquilizo y sigo viendo el video.

No dejó de gritarme todo el desfile, esperaba que hiciera milagros cuando mi nombre ni siquiera iba a figurar en los créditos. Por si fuera poco, sus diseños eran horribles, sólo porque tiene un nombre en la industria, le dieron este lugar… Aguanté porque pensaba en el viaje, pero entonces mi mamá me salió con que teníamos que venir a México, porque había firmado compromisos con algunas marcas. De nada me sirvió hacer berrinche y hasta acabar en el hospital por un ataque de ansiedad, igual me arrastró hasta este horrible lugar.

Tuve que fingir mi mejor sonrisa para los videos y vomitar tres días seguidos antes de las grabaciones para verme bien. Estoy muy cansada. Me mandaron mensajes mis amigos de la preparatoria diciendo que irán a Xochimilco. No es como que me emocione verlos, sé que todos me envidian, hablan a mis espaldas y no dudo que muchos de los haters anónimos que dejan mensajes horribles en mis publicaciones, sean ellos mismos. Pero también sé lo mucho que enoja a mi mamá que salga a tomar y divertirme con esa “gentuza”, así que acepté. ¿Cuánto hace que se ahogó alguien en los canales por brincar de una trajinera a otra? Me acuerdo que no pudieron salvarlo porque estaba tan tomado que no pudo reaccionar. Eso sería exótico. Ya me imagino los titulares. “La influencer ElleT, es reclamada por los canales de Xochimilco como tributo” Jajajaja. Me pregunto… ¿A qué se dedicaría mi mamá para sobrevivir si yo no estoy?

Cierro la computadora aterrada. Esta niña no sólo estaba pensando cosas terribles, era terrible en sí misma. Consentida, rencorosa, clasista, altanera, sin escrúpulos… Pero, ¿Puedo culparla realmente? Como dijo Víctor, creció sin tener una infancia real, casi pasó de la cuna a los escenarios, los videos, los comerciales, la fama… Su madre aparenta preocuparse mucho por ella, pero, ¿Realmente le ha demostrado amor? El padre parece ser otra historia, pero no creo que haya sido suficiente.

Alguien habla por teléfono a gritos en el pasillo y se esconde en las escaleras de emergencia. Es típico de los médicos y directivos cuando hay alguna llamada personal complicada o comprometedora. Me levanto y me escabullo para escuchar. Es Guzmán, el Director de este hospital.

  • ¡¿Y todos los años que he dedicado mi vida a la empresa?! ¡No puedes decirme que no me están considerando para el puesto! ¿El accidente? ¡Yo no tuve la culpa de que muriera! Llegó en muy mal estado y como le dije a Estrada, hicimos lo que pudimos. ¿Qué los accionistas ven como negligencia que no la movimos de urgencias? Pero esa fue petición de su marido… Sí, yo soy el director, pero… Ya sé que era la CEO… Se encargaba siempre de restregármelo en la cara después de haber sido mi subdirectora administrativa. Pero… ¡Escúchame bien! ¿Bueno? ¿Bueno?

Sentí asco. Estaba segura que él estaba coludido con Mario y Abril para esconder la verdadera causa de mi muerte. Y todavía tenía el descaro de querer pelear mi puesto. La realidad es que nunca lo han considerado para escalones más altos. Consiguió ser director de este hospital sólo por ser esposo de la hija del dueño. Por eso nunca quise mover mis influencias para poner a mi marido en el puesto que esperaba; odio el nepotismo. Marca otro teléfono.

  • ¿Doctor Estrada? Habla Guzmán… Perdón que lo moleste, pero necesito que me ayude con algo… ¿Me podría redactar un documento diciendo que usted fue quien solicitó que no moviéramos a la Lic. Luna de urgencias? Es que el comité de accionistas… Sólo es una carta… Pero… Creo que se le está olvidando que… ¿Me está amenazando? ¡Escúcheme bien! ¿Bueno? ¡M4ldito imbécil, me colgó! Antes tenía que tratarlo bien por ser esposo de la z*rra, pero ahora… ¿Cómo se atreve a amenazarme? Él tiene más que perder que yo… Pero no puedo darme el lujo de que abra la boca…




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