Abrí la puerta de mi oficina. Todo estaba aún justo como lo dejé. Las fotos individuales de mis hijos, una donde estamos todos juntos en unas vacaciones, la de mis padres. Una pila de expedientes que tenía que revisar… Y no, no había un solo documento del proveedor que supuestamente le había gritado a Abril buscándome el día de mi accidente. Pensé que quizá habrían pasado después por algunas cosas, pero la taza que había usado un día antes seguía ahí, con restos secos de café. ¿A qué estaban jugando?
Ya lo averiguaría, pero ahora no tenía tiempo. Abrí mi caja fuerte y saqué mis papeles personales, mis hojas membretadas, mi computadora personal, mi agenda electrónica, mi dinero y documentos confidenciales de la empresa. Volví a cerrar y limpié los lugares donde podría haber dejado huellas. En mis pocos tiempos libres me gustaba ver programas policiacos, así que algo había aprendido. Bajé de nuevo y la enfermera andaba como loca corriendo de un extremo a otro.
- Ya, muchas gracias, es que no iba a aguantar hasta el hotel.
- ¿!Dónde te metiste?! Te busqué en el baño pero…
- Es que estaba lleno y me fui al de otro piso, pero ya estoy lista. ¿Vamos?
Supongo que no me creyó mucho, pero eran más sus ganas de deshacerse de mí. Al llegar al Lobby, Luz María y Edgar me esperaban. Me adelanté a abrazarlo. Ella hizo una mueca, pero se aguantó.
- ¿Lista? Vamos primero a que comas algo y de ahí a la casa.
- ¿Casa?
- Si, rentamos una casa porque no sabíamos cuánto tiempo estarías aquí, es más práctico que el hotel y además tendrás tu propia habitación en lo que arreglamos todo y podemos regresar a la ciudad.
- Le dije a la maestra Camila que si podía hacer una excepción y ayudarte a retomar tus ensayos en línea. Lo mismo con la coreógrafa, Katerina.
- Luz María…
- ¿Qué? ¡Mírala! Ya tiene color, se ve bien. Retomar sus actividades es lo que necesita para volver a la normalidad y distraerse de cualquier pensamiento negativo…
Normalidad. Eso es lo que menos tenía esta chica. No iba a discutir así que simplemente me dejé llevar. Comimos algo camino al lugar que estaba en uno de las colonias más exclusivas de la zona, parecida a donde vivía yo. Mi habitación daba al jardín, así que abrí las puertas de cristal para respirar aire fresco. Me senté un rato a mirar la luna, el pasto, las aves… Cuando me paré para entrar, alguien me tomó por la espalda mientras me tapaba la boca para que no gritara. Yo empecé a retorcerme para soltarme.
- Tranquila tigresa baby…
Reconocí la voz y el apodo ridículo. Era Lucio.
- ¿Estás loco? ¿Qué haces?
- Necesitaba verte a solas y aclarar las cosas.
- Como te dije, no recuerdo mucho…
- ¿Recuerdas esto?
Me besó apasionadamente mientras apretaba mi trasero contra su cuerpo y yo sentí como despertaba su virilidad.
- Se nota que me extrañabas…
Susurró a mi oído y me di cuenta que era verdad porque este cuerpo se humedecía a su contacto, pero para su mala suerte, ahora estaba yo. Lo aparté con todas mis fuerzas. Alguien intentó abrir la puerta, pero la había cerrado con llave. Era Luz María.
- Michelle, ¿Estás bien? Escuché como un golpe…
- Todo bien mamá. Es que moví mi maleta.
- Ya está servida la cena, así que sal rápido.
- Sí, ya voy…
Lucio se detuvo entonces, porque iba intentar someterme de nuevo, pero yo estaba lista. Las clases de kickboxing no habían sido en balde, y con un cuerpo más elástico y mi experiencia… Supongo que aun con su poca inteligencia, percibió la resistencia y se fue tal como llegó. Se notaba que estos dos tenían una relación meramente pasional, pero para mala suerte del chico, se acababa hoy. Casi me vomito pensando que algo así pudiera pasar con Víctor.
La cena fue un verdadero martirio. Luz María bombardeando con todos los pendientes de la agenda de Michelle, Edgar resoplando molesto, yo con la cabeza en otro lado. Pensando en que intenciones había tenido Abril para hacerme ir el día de mi descanso al hospital cuando en realidad no había ninguna necesidad. Pero si habían saboteado mi camioneta de alguna manera, eso significaría que habían sobornado a mi mecánico, porque yo dejaba que nadie más la tocara… Me dolió el corazón. Conocía desde niña a toda su familia…
- ¿Escuchaste Michelle?
- ¿Qué?
- ¿Dónde tienes la cabeza?
En cómo deshacerme de ti para que permitas que tu hija viva su vida como mejor le parezca y no como tú quieres…
- En nada. ¿Me decías?
Insistía con lo de la audición. Me di cuenta de que tenía que tomar una decisión. No puedo ser Verónica de cuarenta y cinco años en el cuerpo de Michelle y no puedo ser Michelle porque no la conozco del todo y porque, al parecer, ni ella misma sabía quién era. Tendré que ser una nueva yo y una nueva ella. Hoy será mi cumpleaños y una nueva mujer joven con la experiencia de una que le dobla la edad, tomará las riendas de todo esto.
- La audición es dentro de una semana. ¿Ya pensaste que canción vas a cantar?
- Sí. Ninguna.
Luz María casi se atraganta con lo que estaba comiendo, Edgar sonrió por lo bajo, satisfecho.
- ¿Qué quieres decir con ninguna?
- Qué no pienso participar. Y todos esos comerciales que dices que tengo pendientes, cancélalos. No me pienso mover de aquí hasta que me toque regresar a la escuela.
- ¿! Estás loca?! ¡No te mandas sola!
- De hecho, considerando que tengo 21, si me mando sola, aquí y en Estados Unidos.
- ¿Y quién crees que te paga la escuela y tus cosas?
- Yo, con mi trabajo al parecer.
- No sé quién te piensas Michelle. Pero tú eres quien eres gracias a nosotros, a mí, y no puedes dejar todo tirado, así como así. Te puedo demandar como tu manager y correrte de aquí en este mismo instante y a ver dónde te metes. Veremos cuánto duras tú sola que no sabes hacer nada.
Los ojos casi se le salían y hasta empezaba a faltarle el aire por el esfuerzo. Sonreí levemente.