La venganza de la Ceo adolescente

La nueva inquilina

Me miró con extrañeza y luego se carcajeó. Me dijo que estaba loca y muchas cosas más. Sabía que iba a irse, así que le dije cosas que sólo ella y yo conocíamos, detalles tan íntimos que no había modo de que alguna se los contara a nadie. Dio un par de pasos hacia atrás como si yo fuera un fantasma.

  • No sé quién eres ni a que estás jugando o porque sabes eso…
  • Soy la que nunca le dijo a nadie que a los 17 años el líder de los Ridder States te invitó a su camerino y te diste el lujo de rechazarlo porque estabas enamorada de alguien más, y ese alguien te puso el cuerno y le rompiste la nariz al descubrirlo y a la tipa en cuestión le arrancaste tanto cabello que le quedó un hueco en la coronilla… No tanto por el engaño, sino por la oportunidad que te perdiste por andarle siendo fiel… Y cada que escuchas la canción “She was the one and she runaway” juras que te la escribió a ti…

Ella se llevó las manos a la boca para no gritar.

  • Verónica no pudo haberte contado eso, y menos a ti…
  • No sé lo conté a nadie. Soy yo.
  • Pero eso no puede ser…
  • Yo tampoco lo creía y me ha llevado todo este tiempo tratar de aceptarlo y vivir con ello, pero así fue. Tuve el accidente, desperté en este cuerpo y ya. No sé si es un milagro o una maldición, porque desde entonces me he enterado de cosas que hubiera preferido no saber… ¡Mayra!

Mayra me agarraba el brazo, el cabello, se abría con sus dedos los ojos como para ver hacia adentro.

  • Perdón, es que esto es como de película de fantasmas…
  • Pero no soy un fantasma. Este cuerpo es de carne y hueso, sólo que, con otra alma, la mía.
  • ¿Y por qué precisamente ella?
  • No tengo idea. Supongo que para su mala suerte estaba en el lugar y momento equivocados.

Se le llenaron los ojos de lágrimas y de la nada me saltó encima para abrazarme. Yo no pude evitar llorar también.

  • Sólo a ti te podía pasar una locura de estas, pero no sabes cómo lo agradezco, pensé que te había perdido para siempre… ¿Y qué piensas hacer?
  • No tengo la más remota idea de por dónde empezar. Me deshice de los papás de esta chica porque eran un dolor de cabeza y un lastre. Tomé mi auto de repuesto y vivo en el departamento cerca del hospital. También entré a mi oficina a tomar parte de mis cosas. Necesito saber que pasó realmente…
  • Ah… Tú tampoco te creíste lo del accidente ¿Verdad?
  • No. No me cuadra. Cuando salí la camioneta se sentía rara, como muy suelta y el GPS hizo cosas extrañas, me mandó por ese camino cerrado, pero cuando quise frenar, no reaccionó.
  • ¡Lo sabía! Alguien saboteó tu carro…
  • Eso es lo más probable, pero tú sabes que sólo dejo que lo revise Agustín y no creo que él se haya prestado. Lo conozco desde niño, su papá fue siempre nuestro mecánico de confianza…
  • Y compañero de preparatoria tu marido…
  • Te diría que no es posible que Mario haya hecho algo así. Pero, también me enteré que tiene una aventura desde hace tiempo con Abril.

La mirada de Mayra lo decía todo. “Te lo dije” multiplicado por mil.

  • Sí. Tu intuición era correcta y por ello lamento aún más como quedamos la última vez. Tenías toda la razón.
  • Bueno, eso no importa ahora. ¿Los vas a acusar? ¿Los vas a confrontar?
  • No tengo pruebas aún, sería inútil y más siendo alguien que no tiene nada que ver con la familia. Nada bueno que ver al menos. Chantajeé a Mario amenazándolo con decirle a nuestros hijos lo de Abril para que me de trabajo, a Michelle, en el hospital. Así podré estar más cerca para saber si hay algún registro o llamada o papel o algo que compruebe que están involucrados en el accidente.
  • ¿Ya hablaste con los muchachos?

Mi rostro se ensombreció y sin querer brotaron las lágrimas.

  • Víctor al parecer está enamorado o al menos siente algo por esta chica.
  • ¡iughhhh!
  • No te imaginas. Ha sido terrible e incómodo. Aunque, es raro, como que él también percibe que algo está mal.
  • Será que el incesto no es lo suyo jaja
  • Mayra…
  • Ya, ya. ¿Y Santiago y Lina?
  • A Santiago no lo he visto. Lina me vio en el funeral y me dio una cachetada.
  • Obviamente. Sabes lo que pasó contigo, bueno, con ella.
  • Sí, lo sé. Lo peor, hay un video de ella confesando que saboteó los diseños de Lina.
  • ¡Lo sabía! Víctor la defendía con uñas y dientes, pero yo sabía que si era culpable.
  • El caso es que no me puedo acercar a ellos por lo mismo. Me siento terrible pero estoy aprovechando lo que siente Víctor para poder entrar a la casa y tratar de arreglar las cosas con Lina.
  • Lo veo muy difícil amiga, pero al menos en eso si te puedo ayudar. Sabes que ella me considera su tía y toma en cuenta mí opinión y no hemos dejado de hablar.
  • ¿Cómo está? ¿Te ha dicho algo desde mi muerte?
  • Destrozada. Y para colmo, no pude estar con ella ni el tiempo que estuviste en coma ni en el funeral. Tu cucaracho hizo que me prohibieran la entrada con el pretexto de que “es lo que Verónica hubiera querido” y como nos habíamos peleado, obviamente le creyeron.
  • Lo lamento… ¿La has visto?
  • Sí, hace unos días. Le pregunté si regresará a la escuela, pero no está muy segura. Dice que como tú no estás, alguien tiene que estar al pendiente de la casa, no confía en su padre.
  • Siempre pensé que mis hijos me querían como yo a ellos y que éramos inseparables. Pero el día del funeral, Víctor me dijo, bueno, a Michelle, que yo siempre puse primero el trabajo y que sentían que apoyaba más a otros, cómo Abril por ejemplo, que a ellos.
  • Verano… Quisiera decirte que no le hagas caso y que fue el dolor, pero sabes que no se mentir y algo hay de cierto en sus palabras por mucho que duela…




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