La venganza de la Ceo adolescente

El lado obscuro de Verónica

Casi me caigo de la silla. Miré a Leonardo con sorpresa.

  • ¿Qué Verónica qué?
  • Unas semanas antes del accidente, Gil se reunió con Don Rigoberto. Había detectado que faltaba una importante suma de dinero que se fue sacando poco a poco a lo largo de los últimos diez años. Por ser el director administrativo, Gil es quien debe de rendir cuentas de ese dinero. Cuando lo cuestionaron, dijo que ya se había dado cuenta hace unos meses, pero estaba investigando quien era el culpable y había llegado a la conclusión de que había sido Verónica.
  • ¿Y el dueño lo creyó? ¿Tú lo crees?
  • A Don Rigoberto le da lo mismo mientras se recupere el dinero. Yo no lo creo de ningún modo. Ella daba la vida por esta empresa, sería incapaz de traicionarlos o abusar de esa manera.
  • Que bajo han caído, culpar a quien ya no puede defenderse. Al menos no por el momento.

Leonardo se puso pálido. Recordé mi sueño. ¿Entonces era verdad que él sabe algo de lo que pasó? ¿Es cierto que mi cuerpo no está muerto y lo escondió en algún lado?

  • ¿Puedo preguntarte algo?
  • Dime…
  • ¿Tú viste personalmente el cuerpo de Verónica? ¿Sabes quién firmó el certificado de defunción? El funeral fue con el ataúd cerrado, así que no pude verla…

Las venas de su cuello se tensaron y una gota de sudor escurrió desde su frente. Desvió la mirada, nervioso.

  • ¿A qué viene esa pregunta? ¿Por qué te interesa?
  • Siento que nos unimos en su muerte y mi “renacer”. Pero tengo la sensación de que aún está por aquí, como si no hubiera desaparecido…
  • ¿Quién eres realmente y que sabes?

Sus ojos ahora escupían fuego.

  • No te entiendo…
  • ¿Cuál es tu verdadera intención respecto a Verónica?
  • Defenderla, evitar que manchen su nombre. Vengar el daño que le hicieron. Protegerla. Igual que tú. Y si a esas vamos, yo sería la que tendría que preguntar cuál es tu verdadera intención. Ustedes apenas se conocían.
  • No sabes qué relación teníamos.
  • Créeme. Lo sé. No tenían ninguna.
  • A veces hablas como si fueras ella.
  • Para fines prácticos, imagina que es así.

Me miró fijamente a los ojos y no sé porque, me puse nerviosa. ¿Siempre fue tan guapo? Se acercó a unos cuantos centímetros de mi cara.

  • Si es así… ¿Puedo entonces declararte mi amor por fin?
  • Doctor Bianco, le pido que se comporte como corresponde a alguien con su puesto y más en su lugar de trabajo.

Se paró de un salto como si hubiera visto un fantasma. Los de las mesas cercanas, voltearon a vernos por un segundo. Tuve que improvisar.

  • Justo así Doctor. Ahora tiene que replicarlo cuando hagamos el video de promoción…

La demás continuaron en lo suyo. Lo tomé de la mano y lo saqué a uno de los jardines del hospital.

  • De acuerdo Leonardo. Voy a decirte la verdad esperando que no me encierres en el ala psiquiátrica. Es algo que yo sigo sin entender y simplemente lo acepté porque no me queda de otra.
  • Por favor me vas a decir que el alma de Verónica está en tu cuerpo.

Se rio.

  • Pues algo así.
  • Lo que tienes, además de la amnesia selectiva, se llama psicosis reactiva con alucinosis orgánica y suele presentarse algunas veces después de un accidente como el que tuviste.
  • Ojalá fuera así. Entonces Michelle se curaría eventualmente y seguiría con su vida.
  • Tú eres Michelle. Te llevaré con el Doctor Avilés, es el mejor psiquiatra que tenemos y te ayudará a alcanzar la recuperación que mencionas.
  • Sé que mi cuerpo, el de Verónica, está en coma en alguna parte, conectado a las máquinas que la mantienen con vida. Por alguna razón la sacaste de urgencias y recorrieron varios pasillos. Nunca escuché ruido de calle, así que está escondido en este hospital. Lo hiciste para ponerla a salvo. Sabías que Mario y Abril la querían muerta.
  • No sé qué es lo que crees que sabes, pero no prueba…
  • Entraste a este hospital hace 10 años. Estudiaste la carrera en el Politécnico e hiciste tu especialidad en traumatología en la escuela militar de medicina. Hiciste la residencia en el hospital del Pedregal de la empresa, donde te quedaste como traumatólogo de urgencias y hace tres años, cuando te enteraste de la vacante de jefe de residentes, pediste una oportunidad. El comité dudó en dártela porque no tenías tanta experiencia, pero la Dra. Vega te recomendó ampliamente. Por eso es que decidí entrevistarte personalmente, para saber qué era eso especial que había visto en ti. Me hablaste de lo importante que era para ti la medicina, de cómo te cambió la vida tras una adolescencia de rebeldía y que querías retribuirle algo de lo que te dio, ayudando a los más jóvenes porque estabas harto de ver como los trataban con el pretexto de “hacerlos más fuertes y prepararlos para las situaciones de crisis”.
  • Eso está en mi expediente. Entraste en su oficina.
  • Te gusta el café negro con una gota de leche y sin azúcar. Usas una moto Socut Bobber Sixty Sunset que compraste en San Diego y por la que pagaste casi un cuarto de millón de pesos. Yo misma firmé la autorización del préstamo después de pasar una hora tratando de convencerte de que mejor compraras un auto. Pero lo que más te sorprendió fue que supiera que moto era. Amo las Indian. Prometiste llevarme a dar una vuelta un día y te dije que no sería correcto porque era la CEO de la empresa y porque era una mujer casada.
  • No es suficiente…
  • Hace un año, una residente estaba molesta porque no cediste a sus insinuaciones. Decidió acusarte de acoso y llegó directamente a mi oficina. La interrogué y noté varias inconsistencias. Tras un poco de presión, confesó todo. Nadie se enteró, te lo dije para que estuvieras prevenido y no hay registros de nada. Todo quedó entre nosotros tres y a ella la mandé a uno de los hospitales de la ciudad de México donde la jefe de residentes es una mujer, con la advertencia de que al primer comportamiento indebido, termina nuestra relación laboral.




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