La venganza de la mejor amiga

[1] Best Friends Forever

Desde pequeña he sido un ejemplo a seguir, todos los niños querían ser como yo, los padres querían una hija como yo, y es que aparte de bella e inteligente, soy un alma pura, bondadosa, sin un rastro de maldad en su pequeño cuerpecito, estoy segura que cuando muera el vaticano me canonizará convirtiéndome así en una santa más. Mi foto aparecerá en cada casa de los devotos, van a venerar mi imagen en cada iglesia y harán altares en mi nombre, quedaré plasmada en la historia como la madre de todos los santos. Tan pura y Virgen que... Ah no, ¿creo que esa es María?.

 

¿En serio? ¿Seguirás con esto?—alza la voz mi conciencia.

 

Está bien. Quizás no sea tan pura y buena, pero lo de bella e inteligente nadie me lo quita.

 

"Como quieras, iré a dar un paseo, cuando te canses de alardear me avisas."

 

¿En que estábamos? Ah sí, ya recordé, hablamos de mi singular belleza. Soy de tez blanca, cabello castaño, alta y delgada con las curvas necesarias donde deben estar. Afrodita no me llega a la suela de los zapatos.

 

"Sigue así, las personas que están leyendo tu historia se llevarán una idea estupenda sobre de ti" —aparece nueva vez mi conciencia.

 

¿No se supone que te hubieras ido? —Cuestiono.

 

¡Bien! Adiós—. Ahora se ofende. Ruedo los ojos por su actitud. 

 

Mi amistad con Valery inició cuando solo éramos unos bebés que su única misión en la vida era comer, eructar, dormir y cagar—cito textualmente a mi madre, no me culpen.

 

Mamá conoció a la señora Maribel hace veinte años en el centro de vacunas cuando yo contaba con tres meses y Valery con cinco.

 

Al llegar al centro un llanto incontrolable se apoderó de mi angelical cuerpo al instante. Es que desde pequeña he sido torpe, no idiota, sabía que ese lugar no convenía.

 

El llanto provocó el del resto de los niños que allí se encontraban, sin embargo, sus madres lograron calmarlos rápidamente. Claro está, a excepción de Valery y yo,  ella decidió acompañarme en mi pequeña rebelión cuyo objetivo fue que exterminen todas las vacunas del mundo, aquella arma mortal cuyo fin es hacer sufrir a seres pequeños e indefensos, estoy segura que si los bebés en la sala de espera hubieran tenido idea de la causa de nuestro llanto de protesta, nos apoyan, uniéndose a uno de los piquetes más noble a favor de la humanidad, o en todo caso, al cese de la violencia infantil, no importa qué tanto maquillaje le pusieran, para mi, aquello era un abuso no consensuado, nadie me preguntó si quería vacunarme, me obligaban hacerlo contra mi voluntad.

 

No tenía un gran conocimiento sobre el tema, armar una rebelión no parecía ser tan fácil, por lo que opté por seguir mi instinto de supervivencia que me decía que tenía que escapar de ese lugar y Valery se había convertido en mi única aliada, lamentablemente al depender de otras personas no podíamos hacer mucho. Nuestro destino había sido sellado. 

 

El llanto de ambas persistía sin que nuestras madres pudieran ser capaz de hacer algo—es que podíamos dedicarnos a la ópera después de aquello, la fuerza de nuestros pulmones se estaba desarrollando para un futuro prometedor en aquel mundillo—supongo que tanto Maribel como mi madre muertas de vergüenza por el show que estamos brindando, y dicho sea de paso, gratis—, se acercaron la una a la otra con nosotras en brazos, la mirada de Valery conectó con la mía en un hecho mágico con música ambiental de fondo. En aquel momento de manera poética quedó plasmado en la historia de la humanidad el hecho más trascendental de todos, el Best Friend Forever a primera vista, porque al observarnos el llanto cesó y en el rostro de Valery y el mío se formó una hermosa sonrisa, al menos el intento de una.

 

Como podrán darse cuenta ante ese milagro divino nuestras madres siguieron en contacto, por ende Valery y yo también.

 

Me encantaría seguir contándole lo grandiosa que soy y de cómo ha evolucionado mi amistad con ella, pero tengo que irme a la universidad.

 

A lo mejor más tarde me animo y sigo con la historia de mi apasionante vida.

 

Porque definitivamente creo que el mundo me odia, la vida me regaló belleza, inteligencia y hasta sentido del humor, pero no todo es perfecto, y en la misma medida me otorgó mala suerte, créanme cuando les digo que eso de tirarse en el mar de cabeza no funciona, yo lo hice alrededor de diez veces y quedó demostrado que es una falacia, la constancia quedó en mi brazo izquierdo como señal al fracturarse en mi último intento.

 

En fin, ahora si tengo que irme, no quisiera tentar a mi mala suerte.

 

 



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En el texto hay: universidad, mejores amigas, arte

Editado: 03.06.2021

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