[8] Probar tu cuscús

Un incómodo silencio se hace presente entre nosotros, tengo la sensación que en cualquier momento la niña del pozo puede aparecer y convertir esta escena en la película de terror más abrumadora de la historia. Josh observa a cada una de las chicas sin emitir palabra, sus ojos se abren al punto de casi salirse de sus órbita al reconocerlas, aún así, el muy cobarde no hace el intento de admitir que la conoce y que la presentación no hace falta. 

Reacciono comenzando a recoger nuestras cosas de la mesa con la excusa de que llegaremos tarde a nuestra próxima clase, pellizco a Deborah disimuladamente y ella se encarga de hacer lo mismo con las demás atrayéndola de vuelta al presente. Al igual que Josh han sido tomadas por sorpresa dejándola en un estado de limbo temporal. Una vez he recogido todo, camino fuera de la cafetería con las chicas detrás de mí, no he avanzado lo suficiente cuando estoy siendo detenida por una mano sujetando mi antebrazo. 

—¿Podemos almorzar juntos mañana otra vez?—pregunta Ramsés. No parece ser consciente de la tensión en el ambiente. Miro a su primo y al final niego. Él pertenece al bando contrario, aceptar lo que propone es considerado traición en cualquier parte del mundo. 

Pero que dramatica me saliste. 

Me termino zafando de su agarre y salgo de allí con prisa dándole alcance a las chicas, ellas me esperan al inicio de las escaleras que permiten subir al segundo nivel del edificio. 

—Era demasiado bueno para ser cierto—exhalo al llegar a su lado. No se atreven a decir nada, pero sé que la conversación saldrá a colación en algún momento. Lo único que deseo en este instante es que las clases terminen e irme a casa para ver "Dos hombres y medio" Charle Sheen siempre logra alegrarme. 

 
 

Ha transcurrido una semana desde que nos enteramos que Ramsés es primo de Lucifer Junior, hasta ahora lo he estado evitando. No he ido a la cafetería, las chicas han intentado lo menos posible ir también allí. 

Sé que ha preguntando por mi, hace dos días se encontró con Valery en los pasillos y directamente lo hizo. Mi amiga como la mala mentirosa que es optó por huir confirmando de manera patética su pregunta. 

Es que hasta parezco ninja, he evitado cada encuentro como lo haría uno muy entrenado, lamentablemente no me puedo seguir escondiendo.  Hoy tengo clase de dibujo con la señora Juls y compartimos la materia. Por primera vez desde que inició el semestre llego temprano a esa clase. Al ingresar, la maestra ya está en el lugar, cuando me ve se retira los lentes y achica los ojos en mi dirección—sí, señora Juls yo también estoy sorprendida —, pero no conforme con eso toma un pequeño paño y lo pasa por el cristal de sus lentes para limpiarlo, una vez ha terminado se los coloca y con ellos puestos vuelve a entrecerrar sus ojos hacia mí, intenta decir algo, pero la interrumpo en el acto. 

—Antes que nada debo confesar lo ofendida que me siento al ver la poca fe que me tiene. Es cierto que no suelo llegar temprano a su clase...—Busca refutar, pero vuelvo a interrumpirla—. Bueno, está bien. Nunca he llegado temprano a su clase, no obstante, siempre hay una primera vez para todo y,  hoy es mi día, hoy es mi día para triunfar ¿no hay acaso un dicho que dice? ¡A quien madruga Dios lo ayuda! Créame señora Juls, voy a necesitar toda la intervención divina necesaria para pasar su materia, pero no vaya a ofenderse, usted es una excelentísima maestra, además muy bella, sin embargo, el día en que estaban repartiendo el talento para saber dibujar yo me fui de juerga, amanecí resacada y perdí mi turno...—Continúo hablando mientras la maestra me contempla como si estuviera loca—eso no es su culpa, como le dije; usted es una excelente...

—¡Callese y siéntese, por favor!—exclama hastiada de mi monólogo sin sentido.

La observo con detenimiento dándome cuanta la molestia que le ha producido mi palabrería, por lo que descarto seguir con mi patético discurso, así que obedezco y tomo asiento. Me acomodo lo más cerca de la puerta posible, de esa manera cuando termine la clase tendré la oportunidad de escapar sin tener que encontrarme con Ramsés. 

Quince minutos más tarde la sección va llenándose poco a poco sin rastro de él, casi siento alivio creyendo que no va a venir, pero cuando la maestra empieza a impartir la materia la puerta es abierta una vez más dejando ver al causante de que por primera vez haya llegado temprano a la clase de la señora Juls.

—Observe, señorita Suárez, tiene un reemplazo muy bien entrenado—comenta llena de ironía mi maestra—. Ahora retrasar mi clase se ha convertido en deporte nacional gracias a usted—todos ríen en aceptación al mal chiste, yo solo ruedo los ojos. 

Es que no me salvo de su regaño ni porque hoy madrugué para llegar a su sección. Sin poder evitarlo mis ojos lo buscan para encontrarlo observarme con diversión. 

—Como les resulta divertido llegar tarde a mi clase—todos guardan silencio en el instante que la señora Juls pronuncia esas palabras—, para la próxima semana trabajarán en un ensayo de diez páginas sobre las ventajas y desventajas de los programas de edición, a esto le agregaran un dibujo ilustrado sobre alguna afición en común que tengan con su compañero—la queja generalizada de los mismos no se hace esperar—. ¡Silencio!—exclama haciéndolos callar al instante—. El joven Torres y la señorita Suárez trabajarán juntos—determina. 

—¡Qué! No, no—me levanto como resorte de la silla llamando la atención de todos en el salón, incluso la de Ramsés quien me observa con una ceja alzada—. Señora Juls, yo no puedo...

—Usted nada, señorita Suárez— interrumpe mi queja. 

—Pero, pero...

—Como me vuelva a interrumpir le aseguro que no llegará a terminar el semestre en mi clase—amenaza obligándome a callar y aceptar el mandato—. Torres ¿Quiere tomar asiento o seguirá haciendo de seguridad en la puerta?—cuestiona con sarcasmo. 

Veo a Ramsés moverse por el salón hasta dar con un lugar vacío. Entre todo el desastre de esta mañana, verlo tomar asiento alejado de mí me llena de calma.