«No sabes lo que es, hasta que lo ves» Repites constantemente dentro de tu cabeza. Intentas mantenerte cuerdo, sin pensar en lo que se viene, sin tener en cuenta la gravedad del asunto.
La radio está encendida, transmitiendo noticias de lo que sucede en vivo y en directo, como si eso fuese algo que nos interesaría saber. El locutor no está, es una computadora que va comentando de forma electrónica el avance de la situación.—Urano, ha sido exterminado —La máquina actualiza la información.
Muchas personas intentan aparentar ser escépticas, aunque ya todos saben lo que les espera. Cada vez sienten más calor, algunos hasta han llegado al punto de quitarse la vida, no quisieron ver las barbaridades que se avecinan.
El planeta completo tiembla, un rugido proveniente de la nada misma se hace escuchar. Como la furia encarnada en algo demencial, algo que supera la realidad como la conocemos. Como si fuese tan sencillo sobrepasar la barrera de lo increíble.
—Saturno y Júpiter, exterminados.
Todos miran hacia el cielo. Comienzas a notar como las facciones de los rostros de los presentes que te rodean comienzan a cambiar. El celeste del cielo resalta con mayor claridad a la bestia. Está detrás del sol. Una sombra rodea a la estrella, es colosal, es aterrador, es... El fin.
—Marte, exterminado —La radio culmina el seguimiento en vivo de la escalofriante verdad. Luego de eso, la transmisión llega a su punto final.
Está en frente de todos, la sombra se hace más y más grande. La luz se apaga, el sol es devorado, pero en vez de caer en una era de hielo espontánea, es como si el mismo infierno se hubiese apoderado de la tierra.
Todos corren sin sentido, tu estás inmóvil, tus sentimientos se borran, es tanto el impacto que se fueron tus ganas de llorar, no sientes que eso fuese a solucionar algo.
En la oscuridad, logras ver cómo es ese monstruo. Un anillo de fuego titánico, sus ojos son dos manchas pequeñas que oscilan de un lado al otro dentro de ese espiral. Su centro, un abismo infinito de penumbra total, de muerte y destrucción. Aprecias los bordes de su boca, solamente con mirar hacia los lados.
El calor se transforma en frío de inmediato, todo es consumido por una noche que durará por siempre. Ruidos indescriptibles recorren como ecos cada rincón de lo aún existente, pero se ahoga en los gritos de todas las personas que están a tu alrededor.
Los latidos se convierten en silencio puro en la definición exacta de nada. El oxígeno se extingue, pero rápidamente desapareces antes de asfixiarte, junto con todo lo que te rodea, con todo lo que una vez amaste, con toda esa vida que conociste.
La criatura continua su ruta, alimentándose de todo lo que encuentra. Nada se escapa a su titánica boca circular envuelta en llamas, nada queda fuera de... La Verdadera Oscuridad.
Gabo Fachinetti