La Vida Cabal Tomo 1 Terminado

Capítulo 5 ✔

 

LUISA

Ha pasado dos días desde que descubrí que el valle tenía otra entrada, dos días donde el insomnio y las pesadillas se han apoderado de mí, dos días evadiendo a Lucas y a Sergio. Y todo esto es causado por la sensación que tenía de niña, ya no es suciedad lo que siento es miedo puro, ya no puedo decir que el valle es mi protección o al menos hasta saber si solo tiene dos entradas y no más.

No he asistido al colegio y a Laura no le interesa saber el por qué, simplemente discutimos por “vagar” de José no sé nada el último día que lo vi fue cuando golpeó a Laura; en este tiempo lo único que he hecho es llorar, fumar, leer, escuchar música triste y sobre todo pensar en el poco avance que tengo en estos momentos. Si tan solo tuviera dinero para buscar a un profesional que me ayuda con todas las heridas que tengo por sanar.

Pensar en las palabras de Sergio cuando dijo que la vida era cabal o perfectos no tiene mucho sentido ahora, aún me pregunto porque no soy feliz o porque no me río de esta situación. Cuando creo y pienso que pronto se acabará todo esto, ocurre todo lo contrario y no es que quiera ser negativa pero ya me estoy acostumbrando a pensar en lo peor a veces es mejor recibir el golpe con más preparación a quedar desencajada. No me quiero hacer ilusiones o pensar en positivo en estos momentos cuando acepto la realidad que para ello tienen que pasar más cosas.

Meto la mano debajo de la cama para buscar mi cofre, en donde guardo la droga y veo que no queda nada quisiera llamar a Lucas por la droga, pero no es momento de dar explicaciones a parte ni me la vendería por mi condición. Estar a punto de convertirme en una drogadicta de verdad. Pero en serio quiero alucinar y salir de esta realidad y el valle no me ayuda de a mucho, pensar en mi vida es agotador y eso es lo que ya no quiero hace.

Cojo mi celular y llamo a mi anterior proveedor, le prometí a Lucas que no lo volvería a llamar, pero esa promesa no la podre cumplir de hecho es como si le dijeras a un alcohólico que deje de beber, deja de hacerlo por un día o dos por mucho y luego vuelve a caer en las mismas. Busco entre mis contactos a mi proveedor este señor es muy profesional porque ni nombre me pidió, solo recibe dinero y entrega la droga. Lo encuentro y marco su número.

- Hola

- ¿Qué quiere? preguntan en la otra línea

- Tienes alguna sustancia que me haga alucinar

- Obvio, le sirve LSD pregunta

- Bueno, ¿cuánto vale? —pregunta mientras saco de mi alcancía el dinero que tengo y son cuarenta mil

- Vale treinta mil, ¿cuántos quiere?

- Quisiera dos, pero solo tengo cuarenta mil será que le puede deber veinte mil

- Está bien, pero el dinero lo necesito para la otra semana y si no paga se las verá conmigo ¿entendido?

- Si señor, tratare de pagarle lo más pronto

- Cuento con eso señorita, tenga en cuenta que le vendo la droga porque anteriormente me ha comprado, eso sí no se de él lujo de pedir siempre prestado. dice y yo suspiro tendré que conseguir ese dinero lo más rápido

- Está bien

- En 10 minutos la espero en el mismo lugar de siempre

- Por supuesto —me cuelga y me pongo mi saco gris junto a mis zapatillas, debo caminar rápido al basurero en donde recibí por primera vez mi pedido, ahora la mayor pregunta es cómo conseguiré veinte mil para la próxima semana, normalmente recibo diez mil semanales.

«No debí aceptarlo, pero ya es muy tarde para arrepentimientos. Ya encontrare algo» pienso

Llegó al lugar acordado y me pongo mi capucha antes de recibir la droga le pago y me doy media vuelta rápidamente para no levantar sospechas, la verdad no me gusta estar en este lugar porque es muy solo, pero qué más da. Cuando regreso a casa miro a algunos jóvenes que van sonriendo y se ve que en sus vidas no tienen muchos problemas, un muchacho se me queda mirando sus ojos son de color café, piel canela y cabello castaño. Se detiene un momento para observarme y prefiero ocultar mi rostro en el saco. Cruzo la cera y siento que aún me observa y eso me intimida mucho, por dos razones, la primera por su belleza y la segunda porque parece que me conociera.

Llego a la casa y abro la puerta encontrándome con José

- ¿Qué haces aquí? —pregunta y noto que está de mal humor

«Como raro»

- Aquí vivo —respondo y giro mis ojos

- Me vas a aprender a respetar —dice esto y me agarra del cabello adentrándome a la casa de un solo tirón, cierra la puerta con una patada que produce un estruendoso sonido.

«Ojalá algún vecino escuche y me salve de esta bestia. Aunque no lo creo, pero puede ser este mi fin» pienso mientras el sostiene mi cabello, el dolor es impresionante mi cuero cabelludo está demasiado tensionado.

- Suéltame ya —chilló

- No, niñita, hasta que aprendas que me debes respetar —dice esto y me lanza al suelo, en el suelo me pega una patada cuando caigo al suelo otra patada en mi estómago que me hace perder todo el aire, comienzo a toser y me contraigo por el dolor. Me agarra nuevamente del cabello para que yo lo mire mientras dejo que mis lágrimas salgan porque esto no lo puedo soportar más. En un descuido su puño choca en mi mejilla haciendo que pierda la noción del tiempo

«Cuánto más tendré que soportar querido dios, destino o vida ¿cuánto más?, llévame ya, no quiero sufrir más —lloro— ya he pasado por mucho y no creo que sea justo pasar por más» pienso.

Regreso al suelo, José me grita algo que no comprendo y miro a mi lado y estuve a punto de golpearme con la esquina de la mesa de centro, encima de está hay flores marchitas dentro de un jarrón, sin pensarlo más se lo lanzo a José. Al parecer mi intento fue en vano porque no lo golpeo. José en cambio enfurecido pisa mi mano y siento como mi mano se abre, grito, grito de dolor y es tanta presión la que hace que hasta las uñas se quiebran por la mitad.




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