NARRA IRMA.
Me levanté con toda la energía del mundo, de alguna manera me sentía feliz, no esperaba para ver a Joshua, me vestí lo mas linda posible, Paul me vio y empezó a interrogarme.
—Esa felicidad tiene nombre y se llama Joshua.
—No.
—A mi no me puedes ocultar nada, te conozco, mejor que tienes otras ilusiones, y te olvidades rápido de ese idiota.
—La verdad si, no ha pasado mucho tiempo y el me agrada.
—Solo cuídate, no quiero que sufras, además se lo ve extraño como que no socializa mucho.
—Tiene malas experiencias es todo, me tengo que ir. —Me despido de mi hermano y bajo emocionada pero no estaba, decido esperarlo y veo que llega Alan, no puede ser, me arruino a mañana.
—¿Qué haces aquí Alan?
—Vengo a verte, acoso no puedo.
—No, no puedes no somos nada para que vengas.
—Mira, déjate de cosas, tu eres mi novia, punto, no se porque estas que juegas con ese idiota.
—Somos amigos, tu y yo no somos nada, me engañaste con mi mejor amiga, date cuenta y ten sangre en la cara, no seas un sin vergüenza.
—Catalina es una ofrecida, la conoces bien, era solo una aventura.
—Eres un imbécil, un maldito narcisista, no piensas disculparte.
—No, porque aquí la que anda besándose con otro eres tú.
—¿Quién te dijo eso?
—Eso no importa, pero veo que es cierto te gustan los pobretones.
—Yo soy una pobretona, porque aquí el millonario eres tu y esa tonta con la que te vas a casar.
—¿Casarme yo?
—Si Catalina estuvo aquí, me confeso que se van a casar, así que mejor vete a preparar tu boda. —Quise irme, pero el me tomo fuerte del brazo y me beso a la fuerza, lo empuje y le di una cachetada, no era posible que venga aquí después de engañarme y hacer como si nada. —No se te ocurra volver a tocarme, eres despreciable.
—Tu eres mía, no puedes estar con otro.
—Eso ya no es tu problema, soy una mujer libre, tu no tienes que decirme nada porque tu no fuiste el traidor. —En eso llega Joshua y al verlo ahí, se bajó de la moto y camino hacia mí, se le notaba molesto, me toma la mano y me apega hacia el dándome un beso en los labios.
—¿Pasa algo muñeca? —Alan estaba rojo de la ira.
—No, Alan ya se iba.
—No decías eso hace unos minutos cuando nos besamos.
—Tu me besaste a la fuerza, Alan, mejor vete, ya no me busques, y como te dije mejor vete a organizar tu boda.
—No me voy a casar con esa, sabes que tu amiga es una cualquiera.
—Ella no es mi amiga y tu ya no eres mi novio, déjame en paz.
—Ya la escuchaste, ella no te quiere ver.
—Tu no me hables maldito delincuente. —Joshua se acerca a el lentamente, Alan da pasos para atrás.
—Dime como quieras, tal ves soy delincuente porque te robe la mejor mujer que pudiste haber llegado a tener, pero la perdiste por idiota, como saben ser tu y los de tu clase social, solo aparentan y no saben como vivir la vida, se refugian en su maldito dinero.
—Soy mucho mejor que tú.
—No, porque ahorita mismo te pudo romper la cara y no te vas a defender, mejor vete. —Alan me miro con rabia, se subió en su carro y se fue, Joshua me mira de pies a cabeza.
—¿Tengo algo raro?
—No, estas hermosa.
—Si, pero ya Alan me arruino mi día.
—Que ese imbécil no te lo arruine, ven vamos.
—El fue el que me beso yo…
—No me des explicaciones, eres una mujer libre, no somos novios, me gustas, pero aun nos estamos conociendo, solo quiero que seas sincera, si decides regresar con ese, dímelo para dejar de ilusionarme contigo. —Tenia toda la razón, quedamos en conocernos y aunque nos gustamos no me ha pedido ser su novia.
—No quiero regresar con él, eso lo tengo claro en mi mente.
—Entonces vamos, que se enfría el desayuno. —Sonreí con su comentario, después de desayunar me dejo en el trabajo, fue cuando nos dimos cuenta que Silvia estaba ahí.
—Silvia ¿Qué demonios hace aquí?
—Hola Joshua, como te he estado buscando, quiero que me des dinero.
—Tienes que estar loca, no tengo porque darte dinero.
—Estoy embarazada, quiero abortar. —Eso me dolió mucho, Joshua se quedo helado con esa noticia, estábamos empezando algo bonito y ella sale con esto.
—No estoy para bromas, Silvia.
—No es broma mi amor, estoy embarazada, que no recuerdas que tu y yo nos hemos acostado.
—Si, pero también te recuerdo que me cuido.
—Amor, eso se rompe, pero no estoy para discusiones, quiero dinero para abortar, o sino lo vamos a tener que te parece.