Números rojos, otra vez… Y este mes fue peor que el anterior.
- ¡Esto sí ya es el colmo! ¡Pero ese papanatas me va a oír, al demonio con el papeleo!
El Dios del Inframundo griego enfundado en su túnica tinta descendió a los infiernos de otro señor de las tinieblas. Ahora sí lo iba a escuchar.
Y en lo que dura un suspiro, Hades estaba frente a unas hermosas e inmensas puertas de mármol talladas al alto relieve que ostentaban ángeles caídos, el purgatorio, almas en pena y cientos de demonios tallados de la forma más sublime que se hubiera visto. El Dios estaba a punto de tocar cuando ambas puertas se abrieron por sí solas produciendo un sonido impresionante.
Nada más abrir una explosión de gritos y… ¡música? Desbordaron sus oídos.
Sí necesitas reguetón dale, sigue bailando mami no pares, acércate a mi pantalón dale…
Hades encontró en el interior lo que parecía ser una fiesta llena de sexo, alcohol, desenfreno y promiscuidad… Además de una maravillosa producción…. Luz y sonido, llamaradas impresionantes, un DJ sobre un monte de lava ardiendo… aquello era… Muy similar a Ibiza en verano…
De pronto un elegante hombre de traje negro lo abordó.
- Disculpe señor, su nombre por favor.
- Ee... Hades…
- Veamos… lo siento no está en la lista.
- ¿Lista? ¿Cuál lista?
- La lista de los recién llegados. ¿Cuáles fueron sus pecados?
- ¿Cuáles pecados?
- Usted no puede de ninguna manera ser un santo, o no estaría aquí, estaría con San Pedro, el portero de allá arriba –dijo señalando con un dedo hacia el cielo –así que confiese y podremos darle un mejor servicio.
- Que servicio ni que nada, vengo a ver a Lucifer.
- Sí, todo mundo viene a verlo, pero primero sus pecados.
- Ya le dije que yo no soy pecador, seré el Dios del Inframundo pero soy una persona muy justa y recta. ¡Ahora háblele a su patrón que me canso rápido de estar parado!
- A ya voy entendiendo –dijo cambiando su actitud amable por una defensiva –con esa actitud ya sé lo que es usted y cuál será su castigo.
- ¡Castigo? ¡A mí? ¡Qué no sabe quién soy yo? ¡No tiene idea de con quién se está metiendo!
- Claro que sí. Seguridad –dijo sacando un radio –tenemos un 2-2 en proceso en la puerta principal, repito, Político recién llegado en la entrada principal.
- ¡Político? ¡Cómo se atreve, esa ofensa sí no se la paso!
Hades estaba a punto de desencadenar su poderoso cosmos divino cuando…
- Tranquilos, tranquilos, yo me encargo Mephisto.
- ¡Vaya hasta que te apareces!
- Mide tus modales alma condenada –amonestó el hombre de traje –un politiquillo no es nadie para hablar de forma tan altanera al gran señor de las Tinieblas.
- ¡Señor de las tinieblas mis calzones! ¡El señor de las tinieblas soy yo!
- ¡A usted se le olvida que aquí ya no tiene fuero! –rebatió muy indignado el mayordomo del Averno.
- Tranquilo Mephisto, más respeto que estás hablando con Hades, Dios del inframundo griego.
- ¿Eh? –el mayordomo estaba incrédulo.
- Así es, él es el regente del Hades.
- ¡Este politiquillo? –dijo sin podérselo creer.
- ¡Que no soy un politiquillo!
- Tranquilo Hades tranquilo, Mephisto no sabía, no es muy bueno en Historia del Mundo... Hades… Por favor ya deja de tratar de arrancarle la cabeza a mi mayordomo… -pidió viendo como Hades tiraba zarpazos a la cabeza del mayordomo quien daba sacón tras sacón.
- ¡Pero me llamó político!
- Yo sé, y te pido una disculpa a nombre de toooooodo el Averno, yo mismo no merezco que me digan semejante oprobio. Mephisto, déjanos, yo atenderé al Señor Hades.
- Sí señor.
- Hades, ven conmigo.
- ¡Jum! Gato igualado este… -dijo el griego al pasar al lado del mayordomo, volteándole la cara en un gesto muy aristócrata.
Caminaron entre el montón de gente y Hades sintió deseos de esconderse tras las alitas de Lucifer nada más de ver aquella vorágine de lujuria, locura y desenfreno, ya nada más faltaba que comenzara a sonar la canción Dangerous and Moving y el escenario del video estaría completo. Por Dios aquello era insano… Llegaron a una puerta oculta tras la que ambos señores tenebrosos desaparecieron. Del otro lado había un enorme y largo puente de piedra con columnatas coronadas por horribles gárgolas que parecían guardar esos terrenos. Al final del largo puente, yacía un palacio oscuro e imponente de mármol gris, más impresionante que Peterhof y Versalles juntos.
Caminaron en silencio por el larguísimo puente, pero a medio camino comenzaron a hablar.
- ¿A qué debo el honor de tu visita o fílos mou?
- Vengo a exigirte que te apartes de mí camino, he tolerado tus chistecitos de mal gusto, el infierno de lujuria que has desatado en la Tierra, y hasta tus injerencias en asuntos de Grecia, pero que te metas con mi negocio ¡Eso sí que no te lo voy a soportar!
- ¿Pero yo que hice? –quiso saber colmado de incertidumbre.
- ¡Qué hiciste? ¡Me estás quitando mucha clientela! ¿Crees que mantener un infierno es fácil? Tú deberías saber que no, se requiere de una cierta cuota mensual de almas o todo se va al carajo. Un infierno es un gran negocio, pero más difícil de mantener que una tequilera. ¿Qué voy a hacer si me voy a la quiebra…? –finalizó compungido jalando sus mejillas con ambas palmas.
- Pero si tú tienes casi tanto dinero como yo… No es por presumir pero sí te gano con un par de milloncitos, una bagatela –dijo con aire socarrón.
- No digo quiebra monetaria monsergo de pacotilla, digo quiebra inmaterial, astral, anímica, almica para que mejor me entiendas. ¡No quiero terminar como Ereshkigal! La pobre perdió hasta su matrimonio, porque cuando el desgraciado de Nergal supo que su mujer lo perdería todo, se volvió a los cielos y le mandó a su abogado para el divorcio…