Habitación estrecha, pasillos de la primera planta…
Encerrados en una habitación se encontraban Dohko, Shura Aioria y Shion.
- ¿Cómo terminamos en el cuarto de las escobas?
- Porque Dohko tuvo la brillante idea de ponerse a jugar al mono cilindrero bailando frente a una manada de zombis para demostrarnos que todas eran ciegas.
- ¡Yo qué iba a saber que no todas eran ciegas! Se supone que no deberían tener ningún sentido… ¡Se supone que ni siquiera deberían de estar vivas!. Cuando vea al inútil de Afrodita le voy a patear el cu-
- ¡Dohko, hay niños presentes! Cuida tu boca. –reprendió fuertemente el patriarca.
- Maestro Shion no exagere, ya no somos unos niños.
- Aioria tiene razón su Ilustrísima. Sé que para usted siempre seremos sus pequeños y lo agradezco, pero no debe olvidar que ya somos unos hombres.
- Ya lo sé Shura -le dijo con una sincera sonrisa –y estoy orgulloso de los grandes hombres en que se han convertido –Ambos caballeros sonrieron, que bonito momento familiar… -¡Tengan! –con toda la ternura de un padre amoroso, les metió a ambos una paleta de cereza en la boca. –Como premio por ser tan buenos caballeros. Y te decía Dohko que no-
- ¡Maestro! –le recriminaron sacándose la paleta.
Pero Shion les volvió a meter la paleta en la boca –Silencio pequeños, cuando los adultos hablan los niños no interrumpen.
No, para Shion nunca dejarían de ser sus niños. Y a fin de cuentas la paleta estaba buena…
- Y como te decía Dohko, cuida tu vocabulario. Además esto no es culpa de Afrodita.
- ¡Sus rosas debieron matar a esas locas! No está haciendo las cosas como debe. ¡Ese jardín no es para su esparcimiento personal!
- No seas injusto Dohko. Después de todo la casa de Piscis le pertenece a su caballero en turno no sólo para proteger, también es su hogar, y si quiere poner rosas normales por medio jardín está en su derecho. Pero no creo que esa sea la razón de esto, debe haber otra explicación. Todos estamos plenamente conscientes de la letalidad de sus flores, en especial las que bajan las laderas.
- ¡Pues algo hizo mal! –finalizó muy digno cruzándose de brazos.
- Ya veremos qué pasó, lo que importa ahora es salir de-
- ¡Aaaaaahh!... ¡Mamaaaaaaa!... ¡Ayudaaaaa!... –los aterrados gritos provenientes de algún lugar lejano hicieron callar a Shion y le helaron la sangre a los otros.
- ¿Qué es eso?...
- ¿Estarán torturando a un compañero?...
Los adultos, los hombres hechos y derechos Shura y Aioria, se aferraron a la túnica de Shion como cuando eran niños y Shion paso sus brazos por cada uno como padre protector primerizo. Los tres mirando con incertidumbre a Dohko.
- Deberíamos ir a ver…-sentenció el Chino no muy seguro de sus palabras.
- Ir… para allá?...
- Claro Shura ¡no podemos abandonar a nuestros compañeros!
- No, sí podemos.
- ¡Aioria! –le reprendió Shion.
- No podemos estar siempre encerrados aquí, además si un compañero está en peligro debemos ayudar.
- Dohko tiene razón. En marcha, salgamos con cuidado.
Y casi arrastras como cuando eran pequeños, Shion logró hacer que Shura y Aioria salieran del cuarto de escobas.
Corredores del templo patriarcal…
Saga se movía tan sigiloso como desnudo. En tres ocasiones habían estado a punto de atraparlo, y apenas había logrado escapar. No comprendía por qué razón las zombis ciegas recuperaban el sentido de la vista nada más verlo pasar. Era obra de algún milagro.
- ¿Será que mi cosmos tiene poderes curativos?... ¿Seré yo un verdadero santo? –se preguntaba sujetando su mentón.
Siguió caminado desnudo por los corredores en busca de su hermano. Había tenido la posibilidad de enredarse un mantel, una toalla y hasta una túnica que se había encontrado en el camino pero ¿para qué?. Esas cosas no le servirían para encontrar a Kanon. Pobre de su hermano, tan sufrido… ¡No le fallaría, no esta vez!
- ¡Aaaaaah!.... ¡Aaaaah!.... ¡Aaaaah!
Los gritos acompasados provenientes de algún lugar al fondo del pasillo alarmaron a Saga. Esa voz… se le hacía conocida…
- Ah claro, ya sé dónde la he odio antes... Es mi voz –se dijo orgulloso de resolver el misterio.
- ¡Ayudaaaa!
Un momento no podía ser su propia voz, él no estaba gritando… ¡Era de Kanon!
- ¡Aquí voy hermano! –Saga corrió en dirección a los gritos y se encontró con Kanon colgando cual chango de una viga del techo.
- ¡Lárguense!... ¡Váyanse!... ¡Chuu!... –con desesperados ademanes y gestos exagerados trataba de espantar a las zombis como se espanta a un perro rabioso.
Se acababa de trepar de un magnifico salto de más de cinco metros aferrándose a la viga de madera que atravesaba el techo. Tenía arañazos por todo el cuerpo, el cabello enmarañado y algunas marcas de mordidas.
- ¡Aaaaah! –las fans gritaban enloquecidas, levantaban sus manos y daban sorprendentes brincos que casi alcanzaban a Kanon.
- ¡Basta! ¡Aléjense de él bestias del infierno! –la potente y autoritaria voz del gemelo mayor hizo que todas callaran y pusieran su atención en él recién llegado.
Saga interpretó el silencio como un triunfo, pues según él las había intimidado con su potente voz, y creyó que tendría controlada la situación… cuando para su horror más de la mitad se le fueron encima.
- ¡Saga corre no te-... ¡Madre santa! –Kanon vio con horror como un hacha medieval de esas que adornaban el salón golpeó la viga de la que colgaba, encajándose en ella a sólo unos centímetros de su desnudo trasero.
- ¡Derriben esa biga! –gritó una mujer de pechos generosos, quien haciendo uso de tremendos pectorales, lanzó con fuerza otra hacha contra la viga logrando clavarla a un medio metro de la cabeza del gemelo menor.