Amo tu olor a café por las mañanas, aunque no me guste el café...
Hoy es el mejor día de mi vida, mis dieciocho años. El día en que mis padres, o al menos eso pienso yo, me dejarán de tratar como una niña. Para mi, empieza una etapa muy emocionante: puedo empezar a sacarme el carnet de conducir y tener más libertad.
Mis padres me tienen preparada una fiesta con toda la familia y luego en la noche podré irme con mis amigas al fórum de Barcelona. Cada año, en el mes de Agosto, organizan una gran fiesta donde presentan varios países latino americanos; en esa fiesta puedes conocer sus músicas, su gastronomía y costumbres. Realmente me siento emocionada por los dos eventos de hoy.
Me miro al espejo y le sonrío a mi imagen; pese a tener ya dieciocho años, siento que aun tengo cara de niña. Me peino mi largo y liso pelo castaño en una cola alta y me acomodo el vestido que me ha confeccionado mi mamá. El vestido es sencillo: de tirantes, hasta las rodillas, de color rosa palo y con una florecillas blancas perfectamente distribuidas. No me gustan muchos los vestidos pero mi madre lo ha hecho con tanta ilusión que no he podido negarme.
Salgo de mi habitación y bajo las escaleras de dos en dos. Cuando llego a la sala me encuentro que ya han llegado mis tíos, mis primos y mi abuela; Ellos son la única familia que tengo en España. Mis padres son nativos de Ecuador, yo soy nacida en España. Los familiares que hoy nos acompañan son por parte de mi mamá.
— ¡Mamita!
Abrazo a mi abuela con fuerza; no sabéis como amo yo a esta mujer. Ella nos ha criado a mi y a mis primos ya que nuestros padres trabajan mucho; Por eso la llamamos mamá.
—¡Mijita linda que bella estás! — mi abuela solloza — como se ha crecido mi muñeca.
—Seguiré siendo tu niña, mamita, hasta que la vida nos alcance.
Me siento al lado de mi abuela y la contemplo. Me admiro que, pese a su edad, no tiene casi arrugas en su rostro; pero si arrastra los años de duro trabajo que tuvo que pasar en su país. Mi abuela se quedó viuda muy joven y tuvo que criar a sus dos hijos sola.
Trabajó muchos años cocinando, limpiando y cuidando los hijos de personas ricas en su pueblo, Babahoyo. A mi madre y mi tío nunca les faltó de nada, gracias a Dios y a la determinación de mi abuela. Mis padres tuvieron buenos estudios y, pese a la constante ausencia de mi abuela por sus empleos, fueron responsables y se convirtieron en personas ejemplares.
—Me siento feliz porque ya eres mayor de edad — mi abuela coge mis manos y me mira con ternura — pero al mismo tiempo quiero pedirte que por favor no te desvíes— me acaricia el rostro— ser mayor de edad no solo es hacer lo que quieras, también vienen más responsabilidades.
— Lo se mamita...
— Termina tus estudios — continua ella—elige un buen hombre que te acompañe en la vida y que tenga tus mismo valores — se pone recta y me mira seria — no quieras correr, piensa bien las cosas antes de actuar y trata de disfrutar, con cordura, tu vida antes de formar una familia.
— Lo haré...
— Espero que Dios me permita ver todos los avances de tu vida, Lunita de mi corazón.
Amo a mi abuela. La amo por su ternura y consejos, por como nos cuida pese a que ya seamos mayores. El día que esta mujer me falte, se irá con ella una pedazo enorme de mi corazón.
— ¡Luna ya has bajado! — Mi prima Mónica se acerca a mi y me abraza — pensaba que no bajarías nunca muchacha.
— No seas exagerada Mónica, sabes que antes muerta que sencilla.
— ¿Lista para el evento de la noche?
—Me muero de ganas.
Mi prima Mónica tiene mi misma edad. Es una hermosa chica de tez blanca y pelo negro; sus ojos son color miel y es muy curvy. Es una chica muy carismática y extrovertida, y muy popular. Tiene un canal de moda en Tik tok, YouTube e Instagram.
— Tengo el outfit perfecto para ti.
— Sabes que no me gusta...
— Que si – se mofa — nada provocativo, ni con brilli brilli.
— Que bien que me conoces.
Mi primo Héctor entra a la sala y nos observa. Héctor es lo contrario a su hermana a pesar de que son mellizos; él es más como una rata de biblioteca. A parte de su carácter su cuerpo también es diferente, pues mi primo tiene un cuerpo muy atlético.
— ¿Qué hacen brujas?
— Héctor, respeta a las niñas.
—Esas dos ya no son niñas, mami.
— Héctor —mi abuela le da un coscorrón en la cabeza — para mi siempre serán mis niñas.
— ¡Mami! — mi primo protesta y nosotras nos reímos disimuladamente — yo también soy tu niño...
—Lo eres mi amor, pero eso no quiere decir que no te tenga que enseñar a respetar a las mujeres.
Héctor asiente con la cabeza, se levanta y nos abraza. Mi abuela mira la escena y sonríe contenta. Al poco rato entran en la sala mis padres y tíos; empezamos a preparar la mesa y celebramos juntos mi cumpleaños. Comemos, partimos la torta, nos marcamos unos bailecitos y disfrutamos el momento. Después de recoger todo, ya entrada la tarde, Mónica y yo nos encerramos en mi habitación para prepararnos.
— ¿Qué me has preparado para esta noche?
Estoy sentada en mi cama, observando como mi prima saca una bolsa de su mochila. Con cuidado saca un vestido de esta y lo extienda en la cama. Mi prima, a parte de ser influencer de la moda, también confecciona al igual que mi abuela.
—Es un vestido hecho especialmente para ti, Luna.
Delante de mi se encuentra un vestido azul, mi color favorito, con la falda plisada, escote abierto por los hombros y manga corta juvenil y moderno.
—Es realmente hermoso...
— ¡Feliz cumpleaños Lunita de mi corazón! — me abraza — con este vestido te verás hermosa y conquistarás muchos corazones.
Aunque no me creáis, hasta ahora no he tenido un novio. Me he enamorado, si, pero nunca me había atrevido a pasar más allá de las miradas tímidas. Tampoco diré que no eran suficientes para mi, tal vez en fondo sentía que no eran lo que Dios tenía preparado para mi vida.
No soy una rata de biblioteca como Héctor, pero me ha gustado centrarme en mis estudios. Mi sueño es ser una gran ilustradora de libros y me estoy empeñando en conseguirlo.