La vida no se acaba

El toca a una,toca a todos

Una semana después – Hora de salida

El sol golpeaba con fuerza las rejas oxidadas del colegio. Maiky caminaba en silencio, con Souta hablando como si tuviera un micrófono interno y Kiyotaro detrás, comiéndose un paquete de papas como si fuera una escena de guerra.

—¡Te juro que ese profesor tiene algo contra mí! ¡No es normal que me saque de clase por “ruidos sospechosos”! ¡Solo estaba respirando fuerte! —gritaba Souta indignado.

—Estabas roncando, idiota —dijo Kiyotaro.

—¡Eso es subjetivo!

Maiky no decía nada. Hasta que se detuvo en seco. Algo no le cuadraba.

Allí, a unos metros, frente a la estación del bus, una chica de su salón —callada, tímida, siempre con libros en la mano— estaba acorralada por tres tipos con uniforme de otra escuela.

Uno de ellos tenía la mano en su mochila. Otro le susurraba cosas al oído. El tercero reía con una risa repugnante.

Maiky apretó los puños.

—No se metan —dijo Kiyotaro, que lo notó.

Souta ya no sonreía.

—¿Qué hacemos?

Maiky avanzó sin responder. Caminó directo. Firme. Como si fuera dueño de la calle. Como si ya supiera lo que iba a pasar.

—¡Hey! —gritó.

Los tres tipos se voltearon.

—¿Qué te pasa, imbécil? ¿Te perdiste?

—Ella está con nosotros —dijo Maiky.

—¿Ah sí? ¿Y tú quién eres, el príncipe azul?

El que hablaba se acercó. Medía casi lo mismo que Kiyotaro. Sonreía confiado. Error.

Maiky lo miró a los ojos. Usó por primera vez algo que Souta jamás olvidaría: su habilidad de palabras.

"Dialéctica Fantasma".

—Mira… tienes dos opciones. O te vas caminando con tus piernas, o sales rodando con tu orgullo destrozado. ¿Cuál prefieres?

Hubo un segundo de silencio. El tipo dudó. Maiky ni parpadeaba.

—¿¡Te crees muy gallito, o qué!?

Intentó golpearlo. Maiky lo esquivó sin mirar. Le dio un paso en falso, y el tipo cayó de cara contra el suelo.

Kiyotaro atrapó al segundo con una llave de hombro en un abrir y cerrar de ojos.

Souta se paró frente al tercero, sonriendo.

—Tú decides: ¿pan con soda o sopa de puño?

El tercero huyó sin decir palabra. Los otros dos quedaron tirados.

La chica los miró con los ojos abiertos. Estaba temblando.

—¿Estás bien? —le preguntó Maiky.

Ella asintió, sin poder hablar.

—Vamos —dijo Kiyotaro.

Los tres la escoltaron hasta la parada. Y luego, sin decir nada más, se alejaron.

Souta rompió el silencio.

—¿Eso fue real o estoy en una película?

Kiyotaro miró a Maiky.

—¿Qué fue eso que hiciste? ¿Cómo lo hiciste dudar sin tocarlo?

Maiky se encogió de hombros.

—A veces, solo necesitas decir lo justo… en el momento justo.

Souta lo miró asombrado.

—Bro… tú no eres normal.

Maiky solo sonrió, por primera vez.

—Ya lo sabías.




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