La villana es una dulzura

2. La noche de bodas

¿Qué mierda le pasa?

Se supone que los protagonistas masculinos son heroes ¿Verdad? Son ese tipo de hombre idílico y caballeroso, con cierta aura especial, tienen esa mirada que te transmite confianza. Alguien que te haga sentir que todo va a estar bien... Pero este infeliz de mierda no es ni la sobra de todo eso, quiero decir. ¿Era necesesario mirarme como si fuera un bicho asqueroso?

Supe su nombre solo cuando el sacerdote le preguntó: " Eleazar Novicci ¿Aceptas a esta mujer como tu legitima esposa...?" Etcétera, etcétera, etcétera... Obviamente dijo que si, pero parecía obligarse a pronunciar cada sílaba. Es como si él verdaderamente hubiera dicho "lo hago, pero con la peor de las ondas". Cuando llegó mi turno de responder ni siquiera pensé en negarme. Miré al padre de Fedrika y supe qué tal vez preferiría que me arrancaran el corazón del pecho antes de tener que doblegar mi espíritu como en el último mes. Diablos, si, por supuesto que acepto.

Durante el intercambio de anillos él se puso su propio anillo. Creo que ese es un tipo de humillación, no estoy segura, de donde provengo la gente ni siquiera se casa, solo se junta, empiezan a vivir juntos o una queda embarazada y eso es todo, siguen su vida como pareja hasta separarse o morir, lo que pase primero.

Me reí por mis propios pensamientos y supongo que fue mal entendido por él, por que su sonrisa burlona murió automáticamente mientras me miraba ponerme mi propio anillo. No es que realmente me importe pero hasta ahora mi esposo no consiguió impresionarme en lo más mínimo y me pregunto si esto será una constante durante nuestro matrimonio. ¿Acaso él solo seguirá humillandose a si mismo de esta forma? Espero que no, sería muy irritante.

No conté con que la siguiente parte de la ceremonia sería un beso, era consiente pero francamente no era mi prioridad. Él pareció dudar y buscar alguna escusa para no tener que tocarme. Yo solo me quedé estática, no me importa esperar, de hecho me siento muy cómoda refugiada en mis pensamientos, por que es el lugar más privado y mío que existe, el único en este mundo que tiene sentido para mí y donde estoy a salvo de todo y todos los demás.
Él discutió en voz baja con su padrino de bodas. Incluso en susurros, yo era perfectamente capaz de escuchar sus palabras.

— ¿En serio tengo que hacerlo? Sería más higiénico lamer las cloacas, que tocar los labios de esa ramera.

Me dijo ramera, bueno, a Fedrika. Habla como si se la hubiera chupado a media docena de guardias antes de ponerme este maldito vestido y pararme aquí como idiota. Torcí la boca y solo miré al piso.

Finalmente su padrino de bodas consiguió convencerlo y mi esposo se inclinó para darme el beso más seco que me han dado en toda mi vida. No defino si es su pura falta de talento o solo renuencia por mí, tal vez las dos cosas. Pero ese beso sin alma definitivamente significaba que esa noche no pasaría nada entre nosostros, eso también es ganancia.

El resto de la fiesta me lo pasé en mi mesa de recien casados, mientras mi flamante nuevo esposo discutía negocios con un grupo de otro aristócratas. Estaba bastante aburrida, deslicé sobre mis dedos la copa de champagne que me sirvieron para el brindis, decidiendo si tomarla o no. En mi otra vida era abstemia y ahora estaba decidiendo si seguir con esa filosofía en este nuevo cuerpo o no. Le di un trago a la copa y sentí, además del desagradable sabor amargo, como me ardía una parte de la boca, seguramente secuelas de algun golpe. Miré la pista de baile, la mayoría de las mujeres usaban un tipo muy diferente de vestido al que yo tenía. Todas eran versiones más... Recatadas y elegantes. Mangas largas, escotes más disimulados, bordados, telas claras y pesadas. Eso me hacía sentir más ridícula, todo por este estúpido vestido escogido por el padre de Fedrika. Él siempre la obligaba a usar este tipo de ropa, cosas que ninguna chica, de este contexto, se sentiría cómoda de usar o ser vista. Siempre presionandome para usar tacones y joyas, cosas tan incomodas como el corte de este corset o los aretes de diamantes que colgaban de mis orejas. Pero debía resistir solo un poco más, este era el final de su yugo sobre mí, el fin de ver su maldito rostro o escuchar su voz. Otra ganancia de casarme con el hijo de su enemigo jurado es que su entrada en mi futura casa estaba absolutamente prohibida. Apoyé los codos sobre las mesa y sonreí cuando me acercaron una tarta de nata y fresa. Rompí el corazón de chocolate en la decoración de otra tarta, golpeándolo con la cuchara, me reconfortó ver la pieza partida. Frente a mí desfilaron varios dulces de ese tipo, unos macarons, tarteletas, budines decorados con crema y bañados en azucar impalpable.

En mi otra vida fui bastante glotona, me gustan demasiado las golosinas. Antes solía tener una parte de mi sueldo apartada para comprar los dulces del mes, en mi refri siempre habia algún chuche delicioso para el postre o la merienda. Podríamos decir que si Fedrika era alcohólica, yo, Mili, soy chocoadicta. Le mencioné a un camarero que prefería probar algún postre de chocolate y trajo ante mi unos pinchos de fruta para que probara la cascada. Esa fue la única vez que me levanté de la mesa, bañé mis pinchos con la cascada de chocolate y cuando lo probé me encantó. Puede ser que haya manchado accidentalmente el escote de mi vestido con chocolate. Uy, lo limpié rápido con una servilleta pero no conseguí sacar la mancha, buen ¿A quién le importa? Todo esto de la boda ya terminó.

Al correr la fiesta algunas personas se scercaron para felicitarme por mis nupcias, pero la mayoría fueron hombres viejos y horrendos que no dejaban de verme el escote. Parece que Fedrika no tiene ni una sola amiga y no me sorprende. Yo tampoco querría ser su amiga y arruinar mi reputación. Pero graciosamente me sentía cómoda con esa soledad, miraba a las parejas bailar y me sentí tan aliviada de que mi esposo no me invitara a darel ejemplo, por que me vería obligada a aceptar y no tengo ni la más mínima idea de como se baila el vals o alguno de estos bailes de salón con sus intrincadas coreografías. Pero verlo era interesante, casi hipnótico, lo bien cohordinados que estaban todos. Tengo entendido que la mayoría recibe clases de danza desde una edad muy temprana y juro que se nota.




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