La villana es una dulzura

3. Hola familia

¡Que bien dormí!

Después de todas las mierdas que pasé desde que aparecí en este mundo, en este cuerpo, despertar en esta hermosa y solitaria habitación se siente como el paraíso. Colchon blando bajo mi cuerpo, mantas cálidas para cubrirme y el silencio vespertino mágico con el cantar de los pajaritos del otro lasdo de la ventana, atenuado por el crepitar de la chimenea.
Fedrika tenía un cuerpo contracturado pero flexible como un gato. Me estiré bien haciendo sonar algunos huesos de mi espalda y suspiré de solo pensar que debía levantarme y juro que no lo hubiera hecho de no ser por el rugido de mi estómago. Tiene sentido, dormí sin cenar. Además necesitaba ir al baño.

Confieso que dormí tan bien, no recuerdo que soñé, pero me la pasé tan bien. Ojalá todos los días sean así, viva el matrimonio político.

Luego de una parada rápida por el baño, tomé mi camino hacia el comedor, el lugar en el que se suponía se serviría el desayuno. ¿Qué estamos esperando? Cuando entré en la sala me encontré con toda la familia Novicci ya desayunando incluido mi marido. Desconocía totalmente sus nombres, pero los había visto lejanamente en la boda. Papá Novicci en la punta, Mamá Novicci a su derecha, hermano mayor Novicci a su izquierda, mi esposo cara de culo y un pequeñito que tal vez andaba entre los 8 años, ese debía ser el hermano menor de los Novicci. Y del otro lado junto a su madre, una niña de tal vez 11 o 13 años... Otra niña Novicci. Todos los chicos Novicci se parecían a su padre, con cabello oscuro, cuerpo grande y musculoso... y esos ojos azules con forma punteaguda. No sé como explicarlo, con cara de oler mierda. En cambio la niña era la única parecida a su madre, con un brillante cabello rubio y ojos verdes. Que interesante famila, cuatro hijos y de edades tan distantes, seguro mamá y papá se la pasaban muy bien. Claro, no hay televisión aquí.
Solo se puede dar una buena primera impresión una vez, y este era un buen momento para sacudirme el apellido Cabernet que tan poco tenía que ver conmigo.

— ¡buenos días Familia! ¿Cómo durmiero? Yo dormí re bien — tomé asiento en la silla desocupada al lado de la niña. — ¿Qué están desayunando? — una sirvienta llegó y me puso un plato en la mesa — gracias.

Mamá Novicci se aclaró la garganta y tomó la mano de su hijita.

— mm Fedrika... Quisiera darte la bienvenida a nuestra familia, espero que puedas integrarte sin ningún... Contratiempo.

Mordí un pequeño buñuelito frito relleno de manzana.

— oh, si. De hecho estuve pensando algunas cosas que podíamos discutir hoy, pero después del desayuno. Me gustaría juntarme con mamá y papá Novicci más tarde.

Papá Novicci apretó sus manos delante de su boca y me dirigió una dura mirada antes de hablar.

— no tengo tiempo esta mañana, debo ir al palacio real.
Asentí con la cabeza.

— ah, entonces podemos hablar al respecto en otro momento... O lo puedo resolver solo con mamá. No hay problema.

La mesa entera se quedó en silencio. Mamá Novicci me miró con los ojos más grandes que le había visto.

— ¿Solo conmigo?

— si, ¿Por qué no?

Papá Novicci levantó un poco la voz.

— eso no será posible, hablaremos nosotros dos cuando tenga tiempo.

Miré de reojo a mamá novicci y pareció apenada... Ah, es igual que su hijo.

— de tal palo, tal astilla.

Papá Novicci preguntó.

— ¿Disculpa?

— es solo una expresión, de donde vengo significa que los padres y los hijos son muy parecidos.

Mamá y papá compartieron miradas y mamá negó con la cabeza antes de cambiar de tema.

— ¿Querida, por que tomaste asiento aquí? Las mujeres casadas se sientan con su esposo.

— mm por como está dispuesta la mesa interpreté que las mujeres de la familia Novicci se sentaban a la derecha y los hombres a la izquierda... Además el asiento junto a mi esposo ya está ocupado.

Mi esposo me dedicó una mirada dura y la conversación murió. Esa muda amenaza violenta me recordó a mi santa madre, que en público limitaba sus golpes por burocracia y antes de darme una bofetada en la boca me miraba como si sus ojos pudieran congelarme de piez a cabeza y luego... Bueno, solía decirme muy bajito, en un susurro para que solo yo lo supiera "en casa vas a ver."

Aunque honestamente mi esposo no me da ni la mitad del miedo que me daba mi madre, tal vez por que a mi madre le tenía todo el respeto y la admiración. Mientras que mi esposo es solo una decepción constante, un lastre que tengo encima, pesado como un collar de melones.

Quiero aclarar que mi educación en modales es básicamente nula. Antes de llegar aquí, desayunaba cualquier mierda que encontraba en la heladera y corría al trabajo. Y antes de eso, cuando todavía vivía con mis padres... También desayunábamos cualquier mierda antes de correr al colegio. ¿La postura? ¿La forma de sostener el tenedor? Mi mamá se reiria hasta descostillarse si me viera ahora mismo. A mi plato lo llené con algunas cosas expuestas en la mesa, como pan tostado y mermeladas. Pronto me trajeron mi café y todo fue felicidad. Le agradecí a la sirvienta y ella solo se fue corriendo. Tal vez le daba miedo ¿Quién sabe? Mientras masticaba, mi estúpido esposo me llamó la atención y se limpió la boca antes de hablar.

— ¿Podrías mostrar aunque sea un poco de decoro? Estás avergonzandome.

¿Y ahora que hice?

Dejé mi pan tostado para darle mi atención y resoplé.

— ¿Y ahora qué quires?

se peinó el cabello hacia atrás como hacía cuando estaba frustrado y esa vena detrás de su mandíbula volvió a resaltar.

— ¿Puedes sentarte bien? ¿Puedes comer bien? ¿Y que estás usando?

Volví a morder mi tostada por que en realidad pelear con él me parecía divertido ahora que estaba de buen humor ¿Para qué tiene uno un esposo si no puede hacerle la vida más difícil?

— y yo que creía que la única condición para sentarse bien era apoyar tu trasero en una silla... Sobre comer... podría incluir algunas frutas para volver el desayuno más balanceado ¿A eso te refieres? Apoyo la nutrición responsable... Y sobre lo que llevo puesto ¿Nunca viste un camisón? Es un invento moderno que la gente suele usar para dormir.




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