La villana es una dulzura

9. El camino más largo

Que hermosa espalda.
Caminar junto a él me emocionaba especialmente de una forma que no siento tuviera la capacidad de contener, asique me mantuve apenas un paso atrás, siguiendolo atentamente sin perderme ni un detalle de su hermosa y elegante figura al caminar.
Me sudaban un poco las manos y para ser sincera, el silencio es una de las cosas más incomodas para mi. Creo que lo mencioné con anterioridad, pero en caso de no haberlo hecho lo reitero: EL SILENCIO ME INCOMODA DEMASIADO. No puedo coexistir con el silencio entre una persona y yo, porque mi cabeza comienza a pensar automáticamente que a esa persona no le agrado, se está aburriendo horrores conmigo, incómodamente obligado a soportar mi presencia, contando los segundos para deshacerse de mi, de la manera más educada posible para no afectarme, pero con la suficiente rapidez para aliviarse de mi presencia...
Lo estoy haciendo otra vez...
Además, este era un precioso tiempo a solas con él y quería conocerlo mejor, hay tantas cosas que me gustaría preguntarle. Cosas como...
— mm... No quiero sonar entrometida pero, me dio curiosidad. ¿Por qué usted toma libros prestados y no forma su propia biblioteca?...
Se detuvo y me miró de una forma muy fría, una mirada de la que no lo creí capaz.
— ¿usted, se burla de mi?
¿Qué demonios? ¿Cómo llegó a esa conclusión?
— no, no, no. Claro que no. Lo siento, no... No fue mi intención... que se sientiera... emh.. ¿mal?
Suavizó su mirada y suspiró.
— Quizás una señorita de su posición encuentre difícil empatizar con un asalariado de recursos limitados, pero le aseguro que si estuviera en mi poder, tendría mi propia biblioteca y sería tres veces más grande que la biblioteca nacional.
Dios.
Él se dio la vuelta y avanzó por el camino muy satisfecho consigo mismo. ¿Y como no estarlo? Puso en su lugar a una señorita mimada y hueca que no sabe de lo que habla... O eso cree de mi. Me mordí el labio y aceleré un poco el paso hasta estar a su lado, a su nivel. No quiero que se quede con esa vaga impresión mía.
— Se me ha dicho que es parte de la familia Novicci, asumí que tenía los recursos a su disposición. En ningún momento fue mi intención ofenderlo.
Él solo miró al frente.
— ¿Y usted cree que trabajaría aquí si tuviera los recursos? pertenezco a una rama lejana... mi familia es del Oeste.
El Oeste... Waw eso explica literalmente nada.
— ¿El Oeste?
— si y con mucho orgullo. ¿Es un problema para usted?
Ahora está molesto. Me miró levantando el mentón orgullosamente. Bueno, ¿Qué demonios significa ser del Oeste?
— Señor, no sé que significa que sea del Oeste. Quiero decir, sé lo que son los puntos cardinales, pero usted me da a entender que tiene algún tipo de significado... ¿Social? Lo desconozco.
Me miró mas extrañado que nunca y tal vez un poco decepcionado.
— Señorita usted... Realmente ha vivido en una burbuja de cristal.
Bueno ahora la molesta soy yo. Perdón por no saber nada de literalmente otro mundo. Pero eso tampoco es culpa suya, él no tiene idea de que llegué a este mundo hace una semana, sin embargo, me hizo sentir como una tonta y eso lo iba a pagar muy caro.
— Mi padre no creía que fuera buena idea invertir en mi educación. De hecho era partidario de qué cuanto más ignorantes fueran las mujeres, más útiles resultarían para sus propósitos.
Y ahora se ve apenado ¡Tomá! ¿Crees que puedes ganarme en quien se compadece más de su desventajosa situación? Soy una chica del siglo 21 que creció sin gas natural o agua corriente, yo como injusticia social de desayuno. No es tan fácil conmoverme.
Lo que dije no es del todo mentira, imagino que el padre de Fedrika de verdad la había mantenido en la oscuridad, criandola como una muñequita superficial que obedecería todas sus órdenes en busca de su aprobación. Tampoco es que mis padres invirtieran mucho en mi educación, no había recursos para eso. Luego de independizarme asistí a una universidad pública y el resto del chiste se cuenta solo.
Por otra parte, Lyev parecía avergonzado y profundamente arrepentido de sus palabras. Me miró como si fuera culpable de un crimen terrible.
— Las palabras no son suficientes para decirle... ¡Expresarle! Lo mucho que lamento haberla mal interpretado.
Me gusta como se esfuerza en parecer educado. No sabré muchas cosas sobre este mundo, pero sé lo que se siente ser un marginado que intenta desesperadamente encajar en una clase que no te pertenece y encuentro en sus ojos y el temblor de su voz, la necesidad de ser parte, impresionarme o mejor dicho a lo que represento o representa este cuerpo, este nombre. Entiendo lo que es querer más para tu futuro de lo que te corresponde por nacimiento y es esa ambición, esa codicia para si mismo, lo que más respeto.
Froté su hombro afectuosamente para quitarle peso a la situación, ni siquiera es mi historia, es de Fedrika.
— Tranquilo. Es fácil trastabillar si solo suponemos el uno del otro ¿No? Yo también me equivoqué con usted.
— No, usted... No tiene la obligación de saber lo que pasa en el Este o mi condición en la familia. Llegó hace menos de una semana, yo actué mal, no debí faltarle el respeto de esa manera.
— eso es cierto. — reí un poco — de todas formas, sin embargo tiene razón, yo debería saber un poco más del contexto en el que estoy viviendo. Todo este tiempo en realidad no me importó tanto como para investigar, solo pensé en mi... — puse los ojos en blanco — solo quería que me dejaran en paz. Debo sonar como una idiota.
— No señorita, no diga eso de usted misma. Si yo pudiera, si otra fuera mi realidad, una más cómoda e indulgente conmigo, si no tuviera que luchar tanto para ganar cada cosa... creo que sería feliz de ignorar todo a mi alrededor y solo me dedicaría a... No sé, araganear como su esposo... — rió con malicia y me causó una chispa de encanto conocer ese tipo de pensamientos. Pero se detuvo al instante recordando quien soy yo — Lo siento.
— No, no, está bien, es verdad — me encogí de hombros — además es un idiota hipócrita, se cree el salvador del mundo y es un violento de mierda. Aragán es literalmente lo más blando que se me ocurre de él.
— No lo entiendo, usted es la única hija de la familia Cabernet. Una señorita hermosa, elegante, de una familia ilustre y adinerada. ¿Por qué los Novicci? Pudo haber elegido al hombre que quisiera, cualquier caballero en el reino daría con gusto una mina de diamantes por su mano. ¿Por que accedió a unirse a una familia enemiga? Debió suponer que las cosas serían por lo menos difíciles... Lo siento, no quise ser entrometido o irrespetuoso.
— no te disculpes, yo insistí en charlar ¿No?... Y tiene razón, yo sabía que me odiarían, no soy idiota. Pero honestamente no me importó, cuando mi padre trajo la noticia del matrimonio no tuve ni que pensarlo, acepté al instante. Lo que sea era mejor... No volveré allí. Incluso cuando me divorcie, me iré muy lejos, a un lugar donde nadie pueda encontrarme.
Sonreí con un poco de dolor, recordar el infernal mes que pasé siendo Fedrika en esa casa, hubiera hecho lo que sea para escapar de esa familia.
— ¡¿usted planea divorciarse?!
— definitivamente, no voy a quedarme aquí a pudrirme como una alfombra vieja para que ese idiota me pise cuando quiera.
— pero usted no puede divorciarse, acaban de contraer nupcias, sería un total escándalo.
— tranquilo, no voy a irme ahora. Voy a esperar un tiempo prudencial, tal vez un año o dos y luego si, me iré.
— no pero, no puede hacer eso.
— ¿Por qué no? Tu mismo lo dijiste, no me quieren aquí.
— pero separarse... — se agarró la frente pensando en miles de problemas — si se divorcia será un enorme problema para todos. El honor de la familia se manchará, serán parias de la sociedad por años, los negocios en los que mi tío esté involucrado caerán, incluso será difícil que pretendan a la pequeña señorita Altraís.
¿Quién diablos es Altraís? Creo que es la hermanita de mi esposo. ¿No casarse es castigo o premio?
— de todas formas eso no es problema mío.
— ¿y usted? Su reputación caerá por los suelos, no podrá casarse de nuevo, ningún caballero la tomará como esposa.
— igual no me interesa volver a casarme.
— pero ¿Cómo planea vivir? Terminará en la calle.
— No. durante el divorcio se me asignará una buena suma de dinero, ya sabes, división de bienes.
— ¿División de bienes? Su esposo no tiene posesiones propias. Las tierras de la familia pertenecen al dueño del título nobiliario, su suegro. Y aunque su esposo fuera el heredero, que no lo es por nacer segundo, de todas formas si se divorciara ahora no le correspondería nada.
ay dios, es cierto. Este infeliz tampoco tiene donde caerse muerto, por eso sigue aquí e intenta tan duro complacer a papi. ¿Cómo demonios se volvió el protagonista entonces? ¿Será que su hermano mayor muere en algún momento y él se vuelve heredero de todo? Seguramente. Y por supuesto a mi no me toca nada. Que puto mundo aleatorio de mierda.
— ¡Diablos! Bueno, no importa. Supongo que en el peor de los casos tendré que volver a casarme.
— no creo que sea posible, ningún hombre le pediría matrimonio.
— pero ¿No acabas de decir que cualquier caballero daría una mina de diamantes por mi? ¿Y ahora nadie querría tenerme como esposa? No tiene sentido.
— Es diferente, una mujer soltera es...
— por lo que más quieras, no te atrevas a soltarme todo el cuento de la virginidad y la pureza o perderé todo el respeto que te tengo.
— ¡¿Qué?! ¿por quién me toma? Yo no pensé... No iba a mencionarlo. Además no creo que sea relevante, si fuera viuda no habría ningún problema.
Me crucé de brazos.
— ¿entonces?
— Ningún caballero se arriesgaría a tomar una dama divorciada. Tal vez a una abandonada pero de buen apellido y respaldada por su familia de sangre, ¿pero una que pide el divorcio? Jamás... La sociedad ve con muy malos ojos a una mujer que abandona su hogar, sin importar la razón. Ningún caballero respetable se casaría con una mujer que abandonó a su esposo. Se cree que correría el riesgo de ser abandonado también. Ninguna familia te dejaría entrar luego de humillar a los Novicci. Además, los padres no aceptan de vuelta en sus casas a sus hijas divorciadas, ni siquiera los plebeyos lo hacen. Para una familia noble es deshonroso. No creo que los Cabernet la dejen volver, señorita. Por favor no lo haga. Divorciarse para usted significaría la ruina, no solo socialmente, hablo de indigencia.
— ¡me cago en todo! Este mundo de mierda. Que necesidad colectiva tienen todos de forzar a una mujer a una vida de mierda hasta su muerte. — él me miró con los ojos muy abiertos, como si nunca hubiera escuchado a una mujer insultar — ¡¿Qué?!
— Nada... Que usted tiene razon, es horrible... Pero así es la sociedad. — tomó mi mano de una forma casi afectuosa y su voz iba acresentando el nerviosismo — Por favor, no intente divorciarse, ya encontrará la forma de encajar en la familia, yo la ayudaré en lo que necesite. no se haga esto.
Sus ojos parecían desesperados y hasta atemorizados, pero no era un sentimiento que yo le despertara por mi misma, era tal vez un recuerdo, un remordimiento lejano, una cuenta pendiente con alguien más. Y tal vez creía que "salvarme" compensaba no haber podido salvar a ese alguien más. Sentí pena por él y pena por mi. Quizá, que su miedo superara al mío, a pesar de que las consecuencias recaerían en mí, hizo que ablandara mi espíritu y me rindiera a su intento de apaciguarme.
— de acuerdo, me convenciste. Tranquilo, no lo haré.
asintió a mi favor, esta vez más calmado y me dio una pequeña sonrisa cálida llena de su apoyo. Esta vez era sincera.
A medida que avanzabamos, él por fin soltó mi mano y se relajó a si mismo, murmurando como si yo no fuera capaz de oirlo.
— además, siempre queda la posibilidad de enviudar prematuramente.
Solté una risa muy fuerte.
— ¿me está sugiriendo que lo mande a matar?
Su cara se descompuso y empezó a negar con sus manos, como si intentara detener el tráfico.
— no no no. No quise...
— relajate, solo es un chiste... Aunque sería una solución rápida ¿No?
— señorita, por favor ya no lo mencione, si se enteran de que yo le dije algo así, me echarán de aquí.
— no seas tonto, no le diré a nadie tu plan de envenenar a mi esposo para quedarte conmigo.




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