La tentación de HawkMoth

La ciudad de París, usualmente vibrante y llena de vida, parecía respirar con dificultad. La ausencia de Ladybug era palpable, un vacío que se sentía en cada esquina, en cada susurro de viento. Marinette, sentada en su escritorio, con la mirada fija en un boceto a medio terminar, sentía ese vacío con una intensidad desgarradora. Tikki se había ido, llevándose consigo no solo el poder de la transformación, sino también una parte esencial de su ser.

Cada día era una tortura. Ver las noticias, escuchar los rumores sobre los nuevos villanos y la ineficacia de Ghostforce, la carcomía por dentro. Se sentía inútil, una simple civil en un mundo que necesitaba desesperadamente a su heroína. La culpa la consumía, un veneno silencioso que se filtraba en cada uno de sus pensamientos. ¿Cómo había podido ser tan descuidada? ¿Cómo había permitido que el Miraculous se perdiera?

En la oscura guarida de Hawk Moth, la energía negativa que emanaba de Marinette era como un faro en la noche. El villano, con su rostro sombrío iluminado por la luz púrpura, sonrió con malicia. La vulnerabilidad de la joven era una oportunidad dorada, un camino directo a la victoria.

"Ah, Marinette Dupain-Cheng," murmuró Hawk Moth, su voz resonando en la sala. "La chica que alguna vez fue Ladybug. Siente la desesperación, la impotencia... el dolor de la pérdida. Un caldo de cultivo perfecto para mi akuma."

Extendió su mano, y una mariposa blanca, imbuida con energía oscura, se posó en su palma. "Vuela, mi pequeño akuma, y encuentra a esta alma afligida. Ofrécele el poder que anhela, la oportunidad de corregir sus errores... a cambio de un pequeño favor."

El akuma, obediente, se elevó en el aire y se deslizó a través de las sombras, buscando a su presa.

En la habitación de Marinette, la joven suspiró, dejando caer su cabeza sobre el escritorio. Las lágrimas, que había estado conteniendo durante días, finalmente comenzaron a brotar. Se sentía sola, abandonada, incapaz de hacer nada para ayudar a su ciudad.

De repente, una sensación extraña la invadió. Un cosquilleo en la nuca, una presencia oscura que se cernía sobre ella. Levantó la vista, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal.

"Marinette Dupain-Cheng," resonó una voz en su mente, profunda y persuasiva. "Soy Hawk Moth. Veo tu dolor, tu desesperación. Sientes la carga de la responsabilidad, la impotencia de no poder proteger a París."