Capitulo 17: La purificación del akuma

El aire vibraba con una energía oscura y palpable. Marinette, atrapada en el torbellino de la akumatización, sentía como si dos fuerzas opuestas la desgarraran desde dentro. Por un lado, la furia helada y el deseo de venganza de Lady Misfortune, alimentados por el resentimiento y la desesperación que Hawk Moth había sembrado en su corazón. Por otro, un débil pero persistente eco de su propia identidad, la Marinette amable, creativa y valiente que luchaba por emerger de la oscuridad.

La voz de Hawk Moth resonaba en su mente, un susurro venenoso que intentaba sofocar cualquier atisbo de esperanza. "Ríndete, Lady Misfortune. Abandónate a tu poder. París te ha fallado, ahora es tu turno de fallarles a ellos."

Pero en medio del caos, una luz cálida y familiar comenzó a brillar. Tikki.

La pequeña kwami, agotada pero decidida, se aferraba con todas sus fuerzas a la conciencia de Marinette. Su voz, aunque débil, era un faro en la tormenta. "Marinette, escúchame. No estás sola. Recuerda quién eres. Recuerda el amor, la amistad, la esperanza... Recuerda a Chat Noir."

Las palabras de Tikki eran como gotas de rocío en un desierto árido. Cada una de ellas alimentaba la llama de la resistencia en el corazón de Marinette. Imágenes fugaces inundaron su mente: Alya, Nino, sus padres, el brillo esmeralda de los ojos de Adrien... y la sonrisa juguetona de Chat Noir.

"No... no puedo rendirme," murmuró Marinette, su voz apenas audible por encima del rugido de la akumatización. "Debo luchar."

La lucha era titánica. La energía oscura de Hawk Moth la empujaba hacia abajo, intentando ahogarla en un mar de desesperación. Pero la luz de Tikki, aunque pequeña, era implacable. Se aferraba a la esencia de Marinette, tejiendo un escudo de recuerdos y emociones positivas.

Marinette cerró los ojos, concentrándose en la imagen de Tikki. Sintió la calidez de su presencia, la pureza de su espíritu. Recordó el día en que se conocieron, la responsabilidad que había aceptado al convertirse en Ladybug, la promesa de proteger París.

"Soy Ladybug," pensó con fuerza, proyectando su voluntad hacia el akuma que la consumía. "Soy la protectora de París. Y no dejaré que me controles."

De repente, sintió una punzada de dolor agudo, como si algo se desgarrara dentro de ella. El akuma, la mariposa oscura que la había transformado en Lady Misfortune, se retorcía y luchaba por mantener su control. Pero la fuerza de voluntad de Marinette, alimentada por el amor y la esperanza, era demasiado poderosa.

Con un grito ahogado, Marinette abrió los ojos. Una luz blanca y brillante emanaba de su cuerpo, repeliendo la oscuridad que la rodeaba. El akuma, debilitado y tembloroso, se desprendió de su agarre y salió volando, buscando refugio en la sombra.

Marinette cayó de rodillas, exhausta pero libre. La energía oscura se había disipado, dejando tras de sí una sensación de vacío y alivio. Su traje de Lady Misfortune se desvaneció, revelando su ropa normal.

Tikki, débil pero radiante, se acurrucó en su mejilla. "Lo hiciste, Marinette. Lo lograste."

Marinette abrazó a Tikki con fuerza, sintiendo las lágrimas correr por su rostro. Había estado al borde del abismo, a punto de perderse para siempre en la oscuridad. Pero gracias a Tikki, a sus amigos, a su amor por París, había logrado regresar.

"Gracias, Tikki," susurró Marinette, con la voz temblorosa. "Gracias por no rendirte conmigo."

Ahora, con el akuma liberado, solo quedaba una cosa por hacer: purificarlo. Marinette extendió su mano, invocando el poder de la creación. "¡Ladybug Milagrosa!"

Una ola de energía positiva emanó de su mano, envolviendo al akuma en una luz purificadora. La mariposa oscura se transformó en una criatura blanca y brillante, libre de la influencia de Hawk Moth.

Marinette observó cómo la mariposa blanca se elevaba hacia el cielo, llevando consigo la oscuridad y la desesperación que habían amenazado con destruir París. Una nueva esperanza nacía en su corazón. La batalla aún no había terminado, pero ahora, con Tikki a su lado, estaba lista para enfrentarse a cualquier desafío. Ladybug había renacido.