La cueva estaba envuelta en sombras densas, con la única iluminación proveniente de las llamas oscuras que aún pulsaban en las manos de Eldric. Miró a Lira, cuyo rostro pálido reflejaba la luz titilante. El calor del Vérium ardía en su interior, pero ahora parecía una llama gélida, un poder que era tanto su aliado como su enemigo.
"Lira," susurró él, la voz pesada con desesperación, "te prometo que encontraré una manera de salvarte." Se inclinó sobre ella, sus manos temblando al examinar las heridas. La flecha que la hirió había dejado un impacto terrible, y su corazón se apretó al ver la gravedad de la herida. La adrenalina comenzaba a disiparse, y la realidad de lo sucedido se instalaba como un peso aplastante sobre sus hombros.
La herida parecía estar cerrándose, pero Lira aún permanecía inconsciente, sus labios murmurando en una pesadilla silenciosa. Eldric sabía que necesitaba actuar rápidamente. El Vérium pulsaba dentro de él, ofreciendo una curación que no sabía si podría controlar. Tenía solo un momento para decidir: usar el poder sombrío, arriesgando su cordura, o esperar y confiar en que Lira se recuperara naturalmente, sabiendo que eso podría costarle la vida.
El ambiente a su alrededor era opresivo. Las paredes de la cueva eran irregulares, cubiertas de musgo, y el aire estaba impregnado de humedad. El sonido de murciélagos volando y los susurros de las sombras parecían reflejar el tormento interior de Eldric. Cerró los ojos y respiró hondo. Su habilidad siempre había sido una bendición y una maldición, pero ahora la línea entre las dos se volvía cada vez más tenue.
Con un gesto vacilante, comenzó a invocar el Vérium. Las llamas negras se reunieron alrededor de sus manos, una danza de poder y dolor. La energía fluyó por él, una conexión intensa y casi opresiva. "Por favor, ayúdame," murmuró, sin saber si estaba hablando con alguien o solo consigo mismo.
Las llamas envolvieron a Lira, y Eldric sintió un alivio momentáneo al ver la luz oscura tocar sus heridas, que comenzaron a cerrarse. Pero el costo fue inmediato: una exhaustión abrumadora lo invadió, como si cada respiración fuera un esfuerzo titánico. Estaba al borde de perder el control ante la oscuridad.
Con un esfuerzo sobrehumano, Eldric se concentró. Recordó la determinación que lo había impulsado durante la fuga, el deseo de proteger a Lira y vengar a aquellos que habían perdido la vida. Esos pensamientos le dieron fuerzas. "No puedo desmayar ahora," susurró para sí mismo, como un mantra. "Lira me necesita."
Los ojos de Lira se abrieron lentamente, su mirada confusa y asustada. Cuando sus ojos encontraron los de Eldric, un destello de reconocimiento brilló en su rostro. "Eldric... ¿qué pasó?" Su voz era débil, pero la determinación en su mirada permanecía.
"Estamos a salvo," respondió él, tratando de ocultar lo cansado que estaba. "Logramos escapar... pero algunos no sobrevivieron." Las palabras pesaban en su boca como piedras, y el peso de la pérdida de sus compañeros lo golpeó con fuerza. No podía soportar la idea.
Lira cerró los ojos, como si sintiera la tristeza que envolvía a Eldric. "¿Tú... me curaste?" La incredulidad en su voz hizo que su corazón se disparara. Asintió lentamente. "Pero usé el Vérium... es peligroso."
Ella extendió la mano, tocando su rostro suavemente. "Hiciste lo que tenías que hacer. Estoy viva, y eso es lo que importa."
Eldric quería creer que todo estaba bien, pero la sombra del Vérium aún danzaba en su mente. "¿Pero a qué costo?" murmuró, la voz temblando. "Siento que me estoy perdiendo."
Lira se sentó, apoyándose en las piedras frías. "No estás solo, Eldric. Todavía nos tenemos el uno al otro." Había una firmeza en sus palabras, una luz que brillaba en la oscuridad. "Necesitamos recuperarnos y pensar en qué hacer a continuación."
Eldric asintió, pero su mente estaba en tumulto. El Vérium estaba arraigado en su cuerpo, y no sabía cómo controlarlo. Había perdido amigos, y ahora era responsable de Lira. Un nuevo sentimiento de protección crecía dentro de él, pero venía envuelto en una oscuridad que amenazaba con consumirlo.
En los días que siguieron, permanecieron escondidos en la cueva, mientras las heridas de Lira cicatrizaban lentamente. Sin embargo, el costo para Eldric se hacía cada vez más evidente. Se sentía más distante de quien era antes, y el Vérium parecía moldear su esencia. Visiones sombrías lo atormentaban, y la línea entre la realidad y la locura se desvanecía.
La cueva era un refugio, pero Eldric sabía que no podían quedarse allí para siempre. Cada día, su determinación crecía, pero también la oscuridad. Necesitaba encontrar un plan, algo que equilibrara el poder que ahora formaba parte de él.
Una noche, mientras observaba a Lira dormir, Eldric decidió que era hora de salir de allí. El mundo exterior seguía siendo peligroso, pero la libertad traía nuevas oportunidades. No podía dejar que el Vérium lo controlara, y sabía que debía encontrar una manera de equilibrar el poder.
Con el primer rayo de sol iluminando la entrada de la cueva, Eldric despertó a Lira con un toque suave. "Es hora de irnos," dijo él, la determinación brillando en sus ojos, a pesar de la sombra que aún persistía.
Salieron de la cueva, los fríos vientos de la mañana envolviéndolos. Eldric sintió la presión de la libertad, pero también la responsabilidad. El camino por delante sería largo y difícil, pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío.
"Busquemos un lugar seguro," dijo, sosteniendo la mano de Lira mientras avanzaban hacia lo desconocido. El mundo estaba en guerra, pero juntos enfrentarían la oscuridad. Y así, con esperanza y determinación, Eldric y Lira comenzaron su viaje.