Lágrimas De Las Cenizas

Capítulo 8: La Ciudad de las Oportunidades

Después de días de caminata, Eldric y Lira divisaron la ciudad de Eldoria a lo lejos. Los altos muros de piedra y los tejados de tejas rojas destacaban contra el cielo azul. Les llegó el sonido vibrante de la vida urbana, una sinfonía de voces, risas y el tintineo de los metales. El corazón de Eldric se aceleró al imaginar lo que podría estar esperándole.

"Finalmente estamos aquí", dijo Lira, con un brillo de emoción en sus ojos. "Se siente como un lugar donde podemos marcar la diferencia".

A medida que se acercaban, notaron el movimiento en las calles. Los comerciantes ofrecían sus mercancías y personas de diversos orígenes se mezclaban, creando un ambiente vibrante y acogedor. Eldric se sintió un poco nervioso, recordando la desconfianza que había enfrentado en el pueblo, pero la presencia de Lira a su lado le dio coraje.

—Vayamos directamente al gremio de aventureros —sugirió Eldric—. "Es el primer paso para que nos registremos y comencemos nuestro viaje".

El gremio de aventureros, un gran edificio de madera con un letrero rústico que se mecía con el viento, estaba lleno de gente. El aroma de la comida caliente y el olor de la madera recién labrada llenaban el aire. Eldric y Lira entraron en el lugar, observando los rostros decididos y las animadas conversaciones a su alrededor.

En el interior, se acercó un hombre corpulento con una barba tupida y cicatrices visibles en la piel. Tenía la mirada de alguien que ya se había enfrentado a muchas batallas y se dirigía a ellas con voz profunda. "Bienvenidos al gremio. ¿Qué los trae aquí?

—Queremos registrarnos como aventureros —respondió Eldric, con determinación en su voz—. "Estamos listos para enfrentar cualquier desafío".

—Eso es lo que dice todo el mundo —rió el hombre, pero sus ojos mostraban un respeto oculto—. "El nombre es Grom. Aquí en el gremio, tenemos un sistema de clasificación. ¿Qué piensas hacer para probarte a ti mismo?

Eldric intercambió miradas con Lira, y ambos asintieron. "Estamos listos para cualquier misión", dijo Lira con voz firme.

Grom examinó a los dos, reconociendo la llama de la determinación en sus ojos. "Correcto. Voy a ponerlos en el nivel principiante por ahora. Pero para avanzar, tendrán que completar una misión y obtener resultados tangibles".

Los guió a un tablón de anuncios, donde se enumeraban varias misiones. Uno en particular llamó la atención de Eldric: "Despejando los bosques: la amenaza de los bandidos". El aviso decía que un grupo de bandidos estaba atacando caravanas en las cercanías del bosque. Los aventureros que lograran eliminar la amenaza recibirían generosas recompensas.

—Parece que tenemos una misión —dijo Eldric, señalando la advertencia—. "Podemos hacer eso, ¿no?"

Lira sonrió, su espíritu guerrero despertó. "Sí, es nuestra oportunidad de demostrar que somos capaces".

Con la misión aceptada, comenzaron a prepararse. Se equiparon con nuevos suministros, ajustaron sus armas y se despidieron de Grom, quien les dio algunos consejos sobre qué esperar de la misión.

"Cuidado con los bandidos. No son simples ladrones. Muchos de ellos tienen habilidades y usan trampas. Si son rápidos e inteligentes, pueden manejarlos", advirtió Grom.

A medida que salían de la ciudad, Eldric sintió una oleada de anticipación y nerviosismo. "Esta es nuestra oportunidad de demostrar lo que vinimos a buscar".

—Sí —convino Lira—. "Hagámoslo juntos".

Antes de salir de la ciudad, Eldric se detuvo en una taberna cercana, donde escuchó historias de aventureros que se habían enfrentado a desafíos similares. Absorbía cada palabra, tomando notas mentales sobre estrategias y trucos. Lira también se acercó a un grupo de arqueros, aprendiendo algunas tácticas nuevas que podrían ser útiles durante la misión.

Con un plan en mente y el apoyo mutuo, Eldric y Lira dejaron Eldoria, listos para enfrentar lo desconocido y demostrar que eran más que simples sobrevivientes de un pasado oscuro. Era el momento de convertirse en aventureros, de hacer valer su promesa de proteger a aquellos que no podían defenderse y, sobre todo, de buscar la venganza que ardía en sus corazones.




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