Después de la intensa batalla, mientras los supervivientes del gremio se reunían y se preparaban para su regreso a la ciudad, Eldric y Lira intercambiaron miradas significativas. Sabían que tenían ante sí una oportunidad de oro: el campamento de los bandidos dejado atrás, lleno de tesoros que podrían beneficiar sus viajes.
—Tenemos que irnos antes de que nadie se dé cuenta —susurró Lira, con la adrenalina aún alta—. "Pero no podemos dejar pasar esta oportunidad".
—Estoy de acuerdo —respondió Eldric, ya visualizando las recompensas que podrían encontrar—. "Hagámoslo rápido y con cuidado".
Mientras la mayoría de los aventureros se concentraban en limpiar el campo de batalla y llorar a los caídos, Eldric y Lira se alejaron en silencio, tomando un camino que los llevó de regreso al campamento. El bosque estaba en silencio, con el sonido de los pájaros contrastando con la tensión en sus corazones.
Tan pronto como llegaron al campamento, la escena fue surrealista. Las tendencias ardientes y los ecos de la batalla aún resonaban en el aire. Eldric y Lira se escabulleron entre las sombras, con los ojos atentos a cualquier señal de movimiento.
—Tenemos que encontrar la tienda principal —dijo Eldric, con la mirada decidida—. "Es donde deben guardar las cosas más valiosas".
Siguiendo su instinto, se trasladaron al centro del campamento, donde encontraron una tienda más grande, todavía en pie. Entraron cautelosamente y fueron recibidos por un espectáculo de oro y plata.
Las mesas estaban llenas de monedas, joyas y armas de calidad superior. Eldric apenas podía creer lo que veía. —¡Mira esto, Lira! ¡Eso debe valer una fortuna!"
Lira comenzó a llenar sus manos de monedas, su entusiasmo crecía a medida que la visión de un futuro más próspero se hacía cada vez más real. Estaban ansiosos por tomar todo lo que pudieran. Mientras Eldric hurgaba en la tienda, encontró una gran caja llena de materiales para fabricar armas: hierros, pieles e incluso gemas que podrían usarse para crear armas mágicas.
—Necesitamos algo que nos ayude a llevar todo esto —dijo Eldric, mientras miraba a su alrededor—. "No podemos cargar todo a la vez".
Fue entonces cuando, mientras exploraba una zona oculta de la tienda, Lira encontró una simple bolsa, aparentemente ordinaria, pero que emanaba un aura peculiar. —¡Eldric, mira esto! —gritó, sosteniendo su bolso—.
—Esta bolsa parece estar en mejor estado que la nuestra —comentó Eldric, examinándola—. Sabían que, aunque sencilla, la bolsa podía servir como solución temporal para transportar los artículos.
"Tomemos esta bolsa y vámonos", sugirió Lira, sintiendo la urgencia de la situación. "No podemos arriesgarnos a que alguien se encuentre con nosotros aquí".
Con la nueva bolsa en la mano, comenzaron a llenar su contenido con monedas, armas y materiales, sacando alrededor del 70% de lo que encontraron. El tiempo parecía pasar volando y la emoción los envolvía a medida que acumulaban más y más tesoros.
—Tenemos que irnos antes de que alguien nos encuentre —advirtió Lira, mirando nerviosamente hacia la salida de la tienda—.
"¡Sí, lo haremos!" Eldric estuvo de acuerdo, cerrando rápidamente la bolsa. "Una vez que estemos a salvo, podremos decidir qué hacer con todo esto".
Después de abandonar el campamento, Eldric y Lira corrieron de regreso a través del bosque, tomando todo lo que pudieron. Cuando llegaron al gremio, estaban jadeando, pero la satisfacción los llenó.
Tan pronto como entraron, Eldric y Lira se dirigieron al líder, Aric. —Encontramos un tesoro en el campamento —comenzó Eldric, con una sonrisa nerviosa en su rostro—. "La mayoría de los bandidos estaban demasiado ocupados luchando, así que logramos saquear lo que quedaba. Estaba cerca de la tienda principal".
Aric levantó una ceja, interesado. "Hagamos un conteo y verifiquemos".
Los dos protagonistas observaron cómo los miembros del gremio comprobaban lo que habían traído. La cantidad de oro, plata y objetos mágicos era asombrosa. "Esto podría cambiar las cosas para nosotros", comentó Aric, con una sonrisa de satisfacción. "Dividiremos esto de manera justa entre todos los participantes en la batalla y también enviaremos una parte a las familias de los que cayeron. Se lo merecen".
Con esto, los aventureros comenzaron a organizar los tesoros, y Aric se aseguró de que la distribución se hiciera de manera justa. Eldric y Lira se sintieron aliviados, sabiendo que habían contribuido a la causa, incluso si no habían traído la totalidad del botín.
—Vosotros dos habéis hecho un trabajo excelente —dijo Aric, mirando a Eldric y Lira con gratitud—. "Gracias a ustedes, podemos mejorar nuestras condiciones y asegurarnos de que se recuerde a los que han fallecido".
—Necesitamos una bolsa nueva —dijo Eldric, recordando la que habían dejado atrás—. "El que estábamos usando estaba totalmente arruinado. Esta sencilla bolsa que encontramos en el campamento puede ayudarnos a continuar nuestro viaje".
—Podemos conseguirte una bolsa —respondió Aric, asintiendo—. "Si eso es lo que necesitas, considéralo hecho. Te lo mereces".
Con el tesoro dividido y los corazones llenos de esperanza, Eldric y Lira sabían que el viaje no había hecho más que empezar. La nueva bolsa que habían encontrado sería una herramienta útil, que les permitiría continuar sus aventuras sin dificultades adicionales.