Después del brutal enfrentamiento con los bandidos y el descubrimiento de riquezas en el almacén, Eldric y Lira lograron regresar al gremio con una sensación de logro, aunque todavía llevaban el peso de la batalla en sus corazones. El ambiente en el gremio estaba cargado, una mezcla de alivio y expectación, ya que todos sabían que la calma solo podía ser temporal.
Los dos se alejaron de la conmoción, buscando un lugar tranquilo para discutir lo que había sucedido. Sentados en un rincón oscuro, con sus rostros iluminados solo por la suave luz de las linternas, compartían sus pensamientos.
—¿Crees que volverán? —preguntó Lira en voz baja, casi como un susurro.
"Absolutamente. Son como parásitos, siempre regresan para alimentarse de la destrucción —respondió Eldric, mirando al suelo, perdido en sus reflexiones—.
—Tenemos que prepararnos —insistió Lira, resurgiendo su determinación—. "De cualquier manera, no podemos dejar que nos vuelvan a tomar desprevenidos".
En ese momento, Eldric se dio cuenta de que ya no podían actuar como niños. "Entonces, vamos a entrenar. Tenemos que ser más fuertes", dijo, con la determinación en su voz resonando en el silencio de la sala.
La propuesta de Eldric hizo brillar los ojos de Lira. —Podemos hacerlo juntos, Eldric. Aprende a luchar codo con codo. Con cada golpe, con cada disparo, nos volveremos más fuertes".
Eldric asintió, sintiendo que un nuevo propósito se apoderaba de él. Decidieron que al amanecer comenzarían su entrenamiento, dedicándose a dominar sus habilidades de combate.
Al amanecer, mientras la ciudad despertaba lentamente, los dos se encontraron en el campo de entrenamiento. El aire fresco de la mañana los envolvía, y el sonido del metal contra el metal resonaba mientras otros aventureros también se preparaban.
—Empecemos —dijo Eldric, sosteniendo su espada con firmeza—. Lira se colocó frente a ella, lista para comenzar el entrenamiento de tiro con arco.
A medida que entrenaban, Eldric se dio cuenta de que, incluso frente al miedo y la incertidumbre, había una especie de consuelo en tener a Lira a su lado. Eran un equipo, y eso marcó la diferencia. Con cada día que pasaba, su conexión se fortalecía, al igual que sus habilidades.
Después de días de arduo entrenamiento, Eldric comenzó a recordar el pasado que lo perseguía. El ataque a su pueblo, la pérdida de Lira... Todo esto quedó grabado en su memoria. Quería venganza, pero ahora había algo más que lo motivaba. Lira era su vínculo con el presente y el futuro, y no podía dejar que nada la separara de él de nuevo.
—¿Eldric? —exclamó Lira, rompiendo su momento de introspección—. "¿Estás bien?"
Se volvió hacia ella, con una sonrisa triste en su rostro. "Lo estoy. Solo... pensando en lo que tenemos que hacer a continuación".
"Tenemos que prepararnos para la próxima batalla. No podemos dejar que la próxima vez sea la última", dijo Lira con firmeza.
"Así que averigüemos quiénes son estos tipos malos y detengámoslos antes de que puedan hacer más daño", dijo Eldric, decidido.